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TOMO 8
LA “TIPOLOGÍA ABERRO” DE LA ÉTICA
NOOLÓGICA
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A - Descripción específica de los tipos
B – La Ley del Globo del acto ético
fundamental
C – La alegoría del Sr. Aberro y el
globo
D – Descripción analógica de las
actitudes ―lúdica‖,
―sacralizante‖ y ―graciosa luciférica‖ 749
I – Actitud
Lúdica.
II – Actitud
Sacralizante.
III – Actitud
Graciosa Luciférica.
E – Vigencia
de la Ley del Globo en el acto ético fundamental.
F –
Conclusión analógicas de la alegoría del Sr. Aberro y el globo.
G – Criterio
e la tipología Aberro.
H – Tipo
lúdico y tipo sacralizante.
I – Tipo
gracioso luciférico.
J – Efecto de
la actitud graciosa luciférica sobre la tensión dramática.
K – Voluntad
graciosa luciférica del virya y voluntad psicológica del pasú.
L – El
Paráklito, su Gracia y el Carisma.
M – El tipo
gracioso luciférico participa de la Mística Hiperbórea.
N –
Correspondencia entre la tipología Aberro y la tipología indoaria.
O – Falacia
sobre el origen evolutivo del sistema de castas.
P –
Superioridad del tipo gracioso luciférico-kshatriya sobre los otros tipos.
CONCLUSIONES ÉTICAS DE LA TIPOLOGÍA
ABERRO.
A – Filosofía
y Ética psicológica.
B –
Calificación eticopsicológica de los Aberro.
C – Ética
psicológica del tipo lúdico y del tipo sacralizante.
D – Ética
noológica del tipo gracioso luciférico.
E – Ética
psicológica y gnoseología.
F – Militares
y Kshatriyas.
TIPOS Y PROFESIONES.
A – Tipos
Aberro y profesiones particulares.
B – Tipos
Aberro y profesiones colectivas.
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A - Descripción específica de los
tipos.
Comenzaremos
recordando que la Sabiduría Hiperbórea, atendiendo a la HERENCIA HIPERBÓREA, al
Símbolo
del Origen que encadena
el Espíritu, distingue en la humanidad tres clases de hombres:
A – los
ANIMALES-HOMBRES o PASÚ, casi inexistentes hoy día en estado puro pero
presentes como “tendencia animal” en todo virya, debido a la herencia genética
del Arquetipo Manú original.
B – los hombres
semidivinos o VIRYAS: se dividen a su vez en VIRYAS DEPIERTOS y VIRYAS
DORMIDOS, según que predomine en ellos la herencia hiperbórea de la sangre o la
tendencia animal del pasú.
C – los
Hiperbóreos Inmortales o SIDDHAS, cuya existencia se encuentra fuera de todas las
determinaciones materiales.
De estas tres
clases de hombres, con los viryas perdidos quienes integran la mayor parte de
la humanidad y, naturalmente, es dentro de su conjunto donde se encuentra el “objetive
group” cuyo tipo psicológico deseamos conocer. En la figura 97 se puede
observar un cuadro sinóptico que resume cuanto venimos diciendo.
Comprobamos así
que la tipología Aberro se basa en la distinción de tres características psicológicas del virya perdido INHERENTES A SU
COMPORTAMIENTO FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO, esto es, el acto ético fundamental:
el Yo frente al símbolo
sagrado. Se trata,
pues, de tipos sumamente específicos, cuya descripción debe ser en extremo
precisa si se pretende evitar confusiones y malentendidos. Pero el criterio
adoptado, a pesar de su rigor, tiene una gran ventaja que conviene poner de
relieve.
Hemos explicado
en varias oportunidades, que el virya perdido se transforma en “despierto”
cuando consigue reorientarse hacia el origen. El virya despierto, aún cuando
todavía no haya conquistado el Vril, ya no volverá a perderse nuevamente
porque su Yo ha adquirido un permanente estado de alerta; ha reconocido el
carácter bélico de su extravío y comprendido que sólo podrá liberarse de la
cautividad material si toda su fuerza espiritual, su valor, su resolución, en
fin, si toda su voluntad apunta hacia un único fin: el Retorno al Origen. Pero,
tratándose de una situación esencialmente bélica, dicho tránsito sólo tendrá
éxito si previamente se lo ha planificado; con otras palabras: hay que COGNOCER
la manera de llegar; es decir, hay que poseer una Estrategia. Desde luego, por “Estrategia”
entendemos el conocimiento del medio para arribar al fin del camino, un medio
que puede ser alguna de las vías secretas de liberación, toda vez que ellas
constituyen propiamente “modelos estratégicos generales”. Es de la mayor
importancia, entonces, saber de qué manera es posible CONOCER GNÓSTICAMENTE una
vía secreta para disponer así de la necesaria ESTRATEGIA PROPIA. El Misterio
del laberinto, cuya solución emplea la vía de la oposición estratégica y la
técnica arquemónica, procura que el Yo perdido efectúe el salto inductivo desde
el signo del laberinto exterior hasta el símbolo del laberinto interior: y es
la gnosis del laberinto interior, como se explicó, la que permite establecer la
DISTANCIA ESTRATÉGICA ENTRE EL YO PERDIDO Y EL SELBST. La percepción de esa
distancia es lo que orienta al Yo y lo aproxima al centro del laberinto, donde
se consumará su inmortalidad y se pondrá al alcance la posibilidad de liberar
definitivamente al Espíritu del encadenamiento material. En este tránsito,
entre que el Yo perdido consigue dominar el secreto del ángulo recto para
ingresar a la plaza tau, se produce el “acto ético fundamental”, el Yo frente
al símbolo
sagrado; es decir, el
Yo, arrinconado contra la fenestra infernalis de la Runa Odal, se enfrenta con los símbolos sagrados
que emergen en la esfera de luz e intentan fagocitar al sujeto consciente
durante su emergencia. Y es entonces cuando el Yo debe exhibir la actitud
graciosa luciférica, deteniendo el proceso del símbolo sagrado e ingresando en la plaza central tau.
He aquí completo, el desarrollo de la Estrategia del laberinto, la Estrategia
propia de todo Iniciado Hiperbóreo de la Orden de Caballeros Tirodal.
B – La Ley del Globo del acto ético
fundamental.
El principio
fundamental, del cual parte la descripción tipológica, es el hecho de que los
viryas perdidos suelen reaccionar de tres maneras diferentes frente al símbolo sagrado, es decir, durante el acto ético
fundamental. Pero hemos de recordar, ante todo, que tal enfrentamiento, el Yo
frente al símbolo
sagrado, es un acto “interior”,
una situación propia de la estructura psíquica. El símbolo sagrado, en efecto, puede haber sido
descubierto interiormente por la apercepción que el sujeto consciente, y el Yo
perdido, realiza sobre una fantasía, o preceder de una percepción exterior,
revelado por un Iniciador, por ejemplo: en este último caso, una vez
introyectado, el símbolo actuará con toda su potencia directamente en la esfera
de luz, análogamente a cualquier símbolo sagrado emergente. De manera que, sea cual
fuere la procedencia del símbolo sagrado, el hecho es que éste APARECE ante la
visión del Yo perdido y que existe la certeza de tal aparición. El símbolo sagrado APARECE en la esfera de luz, entonces,
DIFERENCIADO y ENFRENTADO.
La aparición de
un símbolo
sagrado es siempre una
experiencia impresionante, de allí que no le sea posible al Yo perdido
mostrarse indiferente: el símbolo ES DIFERENTE E IMPRESIONA. Si un símbolo es
verdaderamente sagrado, es decir, si representa a una verdad metafísica del más
elevado orden, su aparición causará en el Yo perdido una impresión muy intensa,
caracterizada por ciertos estados de ánimo típicos, tales como “asombro”, “admiración”,
“sorpresa”, “pasmo”, “estupor”, etc., que conviene resumir en un concepto:
PERPLEJIDAD. Con otras palabras, LA APARICIÓN DEL SÍMBOLO SAGRADO CAUSA LA
INMEDIATA PERPLEJIDAD DEL YO PERDIDO. Sin embargo, tal impresión no dura mucho
tiempo e indefectiblemente sucede una reacción del Yo perdido. Quien adopta una
de las tres actitudes mencionadas en el cuadro sinóptico de la figura 97:
actitud lúdica, actitud sacralizante, o actitud graciosa luciférica.
Figura 97
Vamos a
destacar ahora un fenómeno que ocurre durante ese momento, cuando el símbolo sagrado se manifiesta a la conciencia, y que
resulta determinante en las posibles reacciones del Yo perdido. Si tenemos
presente que PERPLEJIDAD significa INCERTIDUMBRE, DUDA, VACILACIÓN, etc., es
decir, “DETENCIÓN”, podemos describir con precisión al fenómeno: CUANDO EL
SUJETO CONSCIENTE SE DETIENE PERPLEJO FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO, ESTE PARECE “CRECER” ANTE SU MIRADA
ATÓNITA. Este fenómeno es tanto más efectivo cuando el sujeto consciente ha
resultado muy apabullado, ni siquiera se advierta tal “crecimiento” y, en
cambio, se crea estar de improviso ante un horizonte semiótico inconmensurable.
Es lo que ocurre con símbolos que representan deidades o Mitos, cuyo TAMAÑO RELATIVO con respecto a
la conciencia, al esquema de sí mismo, parece extremadamente grande... y
capaces incluso de aplastar a algunas mentes débiles. La actitud sacralizante,
según se verá más adelante, es típica de aquellos viryas perdidos cuya voluntad
resulta impotente para superar la ILUSIÓN DE TAMAÑO producida por el fenómeno
de crecimiento del símbolo.
Porque, y esto
hay que afirmarlo, LA RELACIÓN DE GRANDE A PEQUEÑO CON QUE UN SÍMBIOLO SAGRADO
SE REFIERE A LA CONCIENCIA O ESQUEMA DE SÍ MISMO ES SÓLO UNA ILUSIÓN, UN ENGAÑO
PRODUCIDO POR LA POTENCIA QUE SUS ARQUETIPOS INSUMEN EN LA EMERGENCIA. No hay,
pues, símbolos sagrados “grandes” o “pequeños”, mayores o menores, superiores o
inferiores, etc., sino SÍMBOLOS SAGRADOS POTENTES O IMPOTENTES PARA ACTUAR
SOBRE LA CONCIENCIA O ESQUEMA DE SÍ MISMO, ES DECIR, SOBRE EL SUJETO CONSCIENTE
Y EL YO PERDIDO. Vale decir, en el interior del virya, completando su totalidad
psíquica, ESTÁN TODOS LOS SÍMBOLOS... Y NINGUNO ES “MAYOR” O “SUPERIOR” A LA
CONCIENCIA MISMA, AL ESQUEMA DE SÍ MISMO. Es la poderosa potencia de algunos
símbolos “sagrados” la que produce gran perplejidad en el Yo perdido y ocasiona
la “ilusión de tamaño”.
Para
interpretar correctamente la naturaleza del fenómeno es necesario recordar el
origen de esa potencia subyacente en los símbolos sagrados: los mitos estructurados en los esquemas de la
estructura cultural o los correspondientes Arquetipos Universales o Mitos. Es evidente entonces que, SI EL SÍMBOLO SAGRADO CAUSANTE DE LA PERPLEJIDAD DEL YO
PERDIDO REPRESENTA A UN ARQUETIPO ACTUAL, SU “CRECIMIENTO” HA DE PROVENIR DEL
PROCESO EVOLUTIVO EN QUE ÉSTE INTENTA DESARROLLARSE. Con otras palabras, EL “CRECIMIENTO”
ES LA FORMA COMO EL YO PERDIDO PERCIBE AL PROCESO DEL SÍMBOLO SAGRADO.
Como sabemos,
el proceso sólo puede ser interrumpido por la acción volitiva del Yo. Si la
voluntad, por caso, no fuese suficiente, el proceso del símbolo sagrado continuará hasta la entelequia,
nutriéndose para su desarrollo, durante todo ese lapso, de energía tomada de la
esfera de luz; esto significa que la esfera de luz se va identificando
paulativamente con la representación arquetípica del símbolo sagrado o, también, que la emergencia del mito ocupa completamente la capacidad de la
esfera de luz. Recordemos, a este respecto, lo dicho en la Primera Parte: “de
la potencia con que un símbolo atraviese el umbral de conciencia depende la
región de la esfera de luz en la que haya de manifestarse. El símbolo I', por ejemplo, se estabiliza frente al
sujeto consciente en el nivel Ψ' (ver figura 21) el nivel de
estabilización de toda representación consciente se alcanza en un sólo
movimiento que comienza en la estructura cultural; en la figura 21, esto
significa que el símbolo I' emerge desde el plano de significación hasta el
nivel Ψ ' EN UN SÓLO MOVIMIENTO, progresivo hasta Ψ y brusco
hasta Ψ ': EN EL NIVEL DE ESTABILIACIÓN ACABA LA EMERGENCIA Y COMIENZA
EL PROCESO”.
“La estabilidad
de una representación es vivenciada por el sujeto como la “aparición” de la
imagen, como un símbolo que de pronto emerge y se hace claro en la conciencia.
Pero tal estabilidad no indica quietud sino que señala sólo un cambio en la
actividad del símbolo: a partir de allí comienza un proceso entelequial que
puede enajenar completamente la atención del sujeto a menos que éste disponga de
suficiente energía, o sea, de voluntad, como para contrarestarlo” (página 147).
Sea como fuere
lo efectivo es que; SI NO HAY VOLUNTAD DE SUBSTRAERSE AL PROCESO ARQUETÍPICO
DEL SÍMBOLO
SAGRADO, O SI ÉSTA ES
INSUFICIENTE, EL PROCESO CONTINUA SU EVOLUCIÓN HACIA LA PERFEPCIÓN FINAL O
ENTELEQUIA; O SEA: EL PROCESO SE ESTABILIZA. En esta conclusión de capital
importancia puede advertirse que UNA RELACIÓN LUGA A LA “VOLUNTAD” Y A LA “ESTABILIDAD”:
es la relación conocida alegóricamente como LEY DEL GLOBO y que puede
enunciarse así: A MENOR VOLUNTAD MAYOR ESTABILIDAD DEL PROCESO.
Si se
interpreta correctamente la ley del globo se comprobará que la “ilusión de
tamaño” es una expresión o “medida” de dicha ley y, por lo tanto, que tal “ILUSIÓN”
depende de la relación entre ambos factores: la VOLUNTAD del Yo perdido y la
ESTABILIDAD del proceso. Cabe destacar, sin embargo, que LA ILUSIÓN DE TAMAÑO,
COMO EXPRESIÓN DE LA LEY DEL GLOBO, DA UNA MEDIDA “INVERSA” DE LA VOLUNTAD. Más
claramente: supongamos que alguien se enfrenta con la visión de un símbolo cuya
potencia produce en su Yo perdido un efecto apabullante, por ejemplo, un
católico impresionado de santa perplejidad ante la aparición de un corazón
sangrante coronado de espinas; la ley del globo afirma, en estos casos, que si
el símbolo
sagrado es apreciado
como “enorme”, “grande”, “dilatado”, “mayor”, “superior”, etc., tal ilusión de
GRAN TAMAÑO, indica, INVERSAMENTE cuán CHICA es la voluntad. Percibir un
símbolo “grande” es señal segura de una voluntad “pequeña” y, naturalmente, en
el extremo de la escala, el “panteísta”, cuya visión de “Dios” abarca la
totalidad de cuanto es posible ver, según la ley del globo POSEE UNA VOLUNTAD
INDIVIDUAL CASI INEXISTENTE.
Se comprende
ahora que, estando los tres tipos psicológicos definidos por la reacción del Yo
perdido frente al símbolo sagrado emergente, será la ley del globo quien determinará
el grado de intensidad con que tal reacción se haga efectiva. Es conveniente,
pues, profundizar en el conocimiento de la ley del globo. Esto se conseguirá en
el siguiente artículo mediante una alegoría que permitirá, también, describir
analógicamente a los tres tipos psicológicos.
C – La alegoría del Sr. Aberro y el globo.
Dentro de la
alegoría hay que distinguir dos momentos, caracterizados por escenas o iconos
diferentes. En primer lugar, describiremos una escena y estableceremos algunas
correspondencias analógicas; finalmente, observaremos la segunda escena y
sacaremos conclusiones definitivas.
Dispuestas así
las cosas podemos pasar a la primera escena. En ella vemos un cuarto de
regulares dimensiones ocupado por el Sr. Aberro, quien se encuentra sorprendido por un
suceso inesperado. En efecto, el Sr. Aberro es dueño de una garrafa llena a
presión de una mezcla de gases muy valiosa, que constituye prácticamente toda
su riqueza; no desea, pues, perder el gas por nada del mundo y, por eso, vigila
periódicamente la válvula de venteo, asegurándose de que se encuentre bien
cerrada. He aquí el motivo de la sorpresa: al mirar esta vez hacia la válvula
comprueba que se encuentra abierta y que, por arriba de la garrafa, la figura
heteromorfa de un globo polícromo se infla sin cesar.
Frente a la aparición del
globo el Sr.
Aberro advierte,
simultáneamente, varias cosas: que su valioso gas alimenta de modo constante la
hinchazón del globo; que la policromía de su superficie cambiante le resulta
muy atractiva; que, sin embargo, admira mucho más sus metamorfosis pues, aunque
crece continuamente, nunca acaba de tomar una forma definitiva; etc. Y, ante
una impresión de matices tan variados, y hasta contradictorios, el Sr. Aberro se detiene perplejo durante un largo
instante, observando que aquel orbe neumático es (o se ha tornado)
extremadamente grande.
No será
dificultoso establecer los puntos análogos de una imagen alegórica tan simple.
Así, el Sr.
Aberro representa al
Yo del virya perdido, perplejo frente a la aparición del símbolo sagrado.
La “garrafa” equivale a un depósito
de energía psíquica inconsciente y la “mezcla de gases” a dicha energía.
Y la “válvula”
corresponde al órgano, o función, por medio del cual la VOLUNTAD del Yo se
manifiesta sobre el fenómeno.
Es evidente
entonces que el “globo” es una figura análoga del símbolo sagrado. Si miramos bien veremos que el globo,
con su continuo crecimiento, se muestra en mucho semejante AL PROCESO del símbolo sagrado. El globo, al igual que el símbolo, es
al comienzo del fenómeno sólo un germen, pleno de propiedades potenciales; la
válvula abierta permite que el soplo de los gases alimente al germen y
desarrolle su potencia, actualizando “todas esas formas vistas por el Sr. Aberro” que no son más que “momentos” del
fenómeno, “estados” o “fases” del proceso. También el símbolo sagrado, como el globo, es al comienzo del
fenómeno sólo germen, es decir, puro signo potencial; el aporte nutricio de la
energía psíquica inconsciente, que es “compuesta” (por arquetipos) como la “mezcla”
(por gases), produce el desarrollo del germen-símbolo, cuyas propiedades se
actualizan “en” la conciencia. No olvidemos en ningún momento que el proceso
que estamos estudiando, la “aparición del símbolo sagrado”, es aquel por el cual “se hace
consciente” un símbolo y puede ser conocido: toda relación entre el Yo y un
símbolo revela un grado de conocimiento consciente, sea que el Yo abarque al
símbolo con el entendimiento o que éste se yerga, “inflado” y amenazador, ante
un Yo impotente.
En la primera
escena es la inflación del globo el sujeto dinámico que actúa objetivamente
sobre el Sr.
Aberro quien, por el
contrario, permanece pasivo, “perplejo”, frente al fenómeno. La segunda escena
registra las posibles reacciones del Sr. Aberro que corresponden analógicamente a los
tipos psicológicos. En resumen, la primera escena mostró la ACCIÓN del símbolo sagrado sobre el Yo perdido, es decir, la
constitución del “acto ético fundamental”; la segunda mostrará la REACCIÓN del
Yo perdido, reacción que debe interpretarse como la ACTITUD ÉTICA FUNDAMENTAL
del Yo frente al símbolo
sagrado y que define
al tipo psicológico del virya perdido por su carácter lúdico, sacralizante o
gracioso luciférico. Por motivos de claridad conviene separar la descripción de
las tres actitudes típicas y presentarlas una por vez. La segunda escena viene,
entonces, dividida en tres actos: I, II y III.
D – Descripción analógica de las
actitudes “lúdica”, “sacralizante” y “graciosa luciférica”.
I – Actitud Lúdica.
En tanto se disipaba la perplejidad, en
el
alma del Sr. Aberro debatían dos sentimientos encontrados:
fascinación y ATRACCIÓN por el globo polícromo, y TEMOR hacia su proceso de
crecimiento. De tal conflicto resultó triunfador el último contendiente y
pronto el Sr.
Aberro fue dominado
por un miedo más intenso, que reemplazó su perplejidad y amenazaba con
convertirse en pánico. Y la reacción del Sr. Aberro fue rápida y típica, no dando tiempo a
que el globo se dilatara demasiado: huyó. Pero antes de huir dio un brusco
manotazo y arrancó el globo del pico de la garrafa, llevándoselo consigo hacia
el rincón del cuarto en el cual se refugió.
Para el Sr. Aberro el globo se transformó así en un
juguete. Claro que aquello que tenía entre sus manos no se parecía en nada al
globo que antes se expandiera sobre la garrafa y le fascinara con su belleza
polícroma: NO DESPUÉS DE QUE EL GAS SE ESCAPARA DE SU INTERIOR Y SE TRANSFORMARA
EN UNA MEMBRANA DESINFLADA. El globo, al iniciarse el fenómeno, era un germen
cuya potencia polimorfa se desplegaría bajo la presión de los gases; sin gas el
globo sería sólo una cascarilla de germen. Y mientras el Sr. Aberro jugaba con aquel cadáver en la garrafa
la válvula continuaba abierta, perdiéndose “venteado” aquel precioso gas que
había estado alimentando al globo.
II – Actitud Sacralizante.
La “aparición”
del globo causó una fuerte impresión en el Sr. Aberro. Al principio se sintió como
conmocionado, helado de asombro, y, finalmente, maravillado. Tras una sucesión
de estados semejantes el Sr. Aberro experimentó la convicción de que se
hallaba ante una manifestación numinosa, un hecho sobrenatural, señal de una
presencia divina o: la divinidad misma. En lugar de la perplejidad su Yo adoptó
una actitud de contemplación extática del fenómeno; es decir: a la
incertidumbre inicial sumó una pasividad aún mayor. Pero, en ese devenir, el
globo continuaba creciendo continuamente, vale decir, el fenómeno se había
ESTABILIZADO. Y cuando el globo fue suficientemente “grande”, para la temerosa
y prudente apreciación del Sr. Aberro, éste tuvo por cierto que aquello que
era tan grande y bello debía ser necesariamente superior. Y sintiendo su alma
disminuida frente a tanta grandeza, encogida de fervor religioso, aniquilada
por una devoción sin nombre, el Sr. Aberro efectuó el primer acto desde que
presenciara el fenómeno: se arrodilló y adoró al globo de colores... Y el
globo, que seguí creciendo con estabilidad, pronto fue tan enorme que acabó por
ocupar todo el espacio de la habitación, adaptándose a la forma de las cosas
que allí había, las cuales quedaban incrustadas en distintas partes de la
superficie elástica. Y así ocurrió que el globo terminó por abrazar al Sr. Aberro, quien continuaba en su posición
devota, absorbiéndolo entre los pliegues volubles y sepultándolo en lo hondo de
su extraña neumática.
III – Actitud Graciosa Luciférica.
La aparición del globo sacudió el alma del Sr. Aberro como un latigazo y, de inmediato, el
fenómeno le impresionó en su calidad de hecho dramático, lleno de inevitable
sentido.
La perplejidad fue abandonada ante la íntima convicción de que se debía actuar. Pero tal actuación sobre el fenómeno era presentida desde el principio como fatalmente trágica y, por eso, el Sr. Aberro SONRIÓ PARA DARSE CORAJE.
La perplejidad fue abandonada ante la íntima convicción de que se debía actuar. Pero tal actuación sobre el fenómeno era presentida desde el principio como fatalmente trágica y, por eso, el Sr. Aberro SONRIÓ PARA DARSE CORAJE.
El Sr. Aberro, que observaba atentamente el
fenómeno, adoptó la actitud de sonreír en el momento de actuar. Y en ese mismo
momento se produjo el milagro: SU RISA CAMBIÓ EL SENTIDO DEL HECHO,
TRANSFORMÁNDOLO DE “DRAMÁTICO” EN “CÓMICO”. Acto seguido, el Sr. Aberro estiró la mano y cerró la válvula,
impidiendo así el paso del gas. El globo quedó “fijado” en un punto de su
despliegue Y ASÍ FUE CONSERVADO POR EL SR. ABERRO, quien luego de inspeccionarlo y
aprehenderlo, lo incorporó a su colección de objetos neumáticos, utilitarios,
didácticos y humorísticos.
E – Vigencia de la Ley del Globo en el acto ético fundamental.
Si consideramos
que la aparición del globo, el ÚNICO globo causante de las tres reacciones I,
II y III, es un suceso análogo a la aparición de un símbolo sagrado frente al Yo perdido, tal como se
demostró, concluiremos que los tipos descriptos en los tres actos de la segunda
escena corresponden efectivamente a tipos psicológicos característicos del
virya perdido. Antes de ocuparnos de tales correspondencias conviene destacar
una consecuencia de carácter general, cual es la vigencia de la ley del globo.
Esto es: en toda la alegoría, en efecto, tanto en la primera escena como en los
tres actos, I, II y III, de la segunda, se verifica analógicamente la ley del
globo: “a menor voluntad, mayor estabilidad del proceso”. Recordemos que el Yo
perdido, por su esencia noológica, se manifiesta como una fuerza volitiva; por
lo tanto: EL YO PERDIDO SÓLO PUEDE REACCIONAR VOLITIVAMENTE, ES DECIR,
ENERGÉTICAMENTE, FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO; POR ESO LA “PERPLEJIDAD” DEL YO
IMPLICA NEUTRALIDAD ENERGÉTICA, NULIDAD VOLITIVA. Así, de acuerdo a la ley del
globo, cuando el Sr.
Aberro se DETENÍA
perplejo frente al globo, éste crecía y el fenómeno tendía a estabilizarse. En
el acto II, por ejemplo, el caso en que el Sr. Aberro reduce devotamente su voluntad al
mínimo, el fenómeno alcanza una estabilidad completa en su desarrollo y el
globo toma un tamaño desmesurado que OCUPA LA TOTALIDAD DE SU ÁMBITO SENSIBLE:
la ley del globo anticipa, entonces, que dicho “enorme” tamaño expresa de
manera inversa la medida “ pequeña” de la voluntad.
F – Conclusión analógicas de la
alegoría del Sr. Aberro y el globo.
Comprobada la
validez de la ley del globo en la alegoría, pues la misma es propiedad del acto
ético fundamental, podemos dedicarnos a examinar la tipología Aberro. Empero,
acerca de la actitud lúdica exhibida por el Sr. Aberro en el acto 'I', poco es lo que cabe
agregar a lo ya dicho en comentarios anteriores. Solo señalaremos que en esta
imagen (acto I), como en ninguna otra, ha quedado dolorosamente de manifiesto
el efecto desastroso que la degradación de símbolo tiene sobre la conciencia
del jugador sacrílego. En la alegoría puede observarse claramente cómo la
profanación y degradación del símbolo, representada por el manotazo y
apropiación del globo, causa una mutilación en el alma, una herida psíquica por la que se “escapa”
energía del inconsciente, figurada en la “pérdida de gas” de la garrafa: tal
energía, fuera del control del sujeto consciente o del Yo, circula desde la
esfera de sombra a la esfera de luz, brotando en el umbral de conciencia en el
sitio donde estaba el símbolo sagrado emergente; no hace falta insistir en que toda
clase de patologías psíquicas, y hasta la demencia irreversible, pueden ser
causadas por lesiones semejantes.
Notemos también
que la atención del Sr. Aberro se concentra finalmente en la cascarilla del germen-globo
que tiene entre sus manos, olvidando por completo a la garrafa y al valioso gas
que de ella se escapa. Este olvido equivale a la REPRESION que el yo perdido
del jugador sacrílego efectúa contra el fenómeno procesual, UNA VEZ QUE HA
CONSEGUIDO DEGRADAR AL SÍMBOLO SAGRADO, para interrumpir el proceso y sumergir al
Arquetipo o
mito nuevamente en
el inconsciente. Pero, si bien lo miramos, el Yo perdido ha obrado allí como si
DESTAPARA un depósito de energía psíquica del cual el símbolo sagrado era su TAPA; la represión consiste en
olvidar el depósito, en “ quitarlo de la vista”, en lo posible:
definitivamente; y la represión tiene éxito en este sentido: al depósito “no se
lo ve más”: pero tal triunfo es altamente costoso pues el depósito, por fin olvidado,
permanece indefinidamente destapado y activado para liberar la energía, es
decir, ESTÁ PREPARADO PARA CONVERTIRSE EN UNA FUTURA “FUENTE OCULTA” DE
PERTURBACIONES.
G – Criterio e la tipología Aberro.
Para mayor
claridad de lo que sigue hay que definir un orden cualitativo en la tipología
Aberro. De acuerdo a ese orden, que se fundamente en el principio hiperbóreo de
la orientación estratégica, el tipo realmente “superior” es el gracioso
luciférico, quien se encuentra mejor orientado hacia el Origen que los otros
dos: tal tipo describe el más elevado estado espiritual que le es posible
alcanzar a un virya perdido. Con este criterio ha sido ordenado el cuadro
sinóptico de la figura 97 en concordancia con la sucesión de actos de la
segunda escena.
Luego del
primer tipo, el “gracioso luciférico”, viene en segundo orden el “tipo
sacralizante”, menos orientado que le anterior pero más que el siguiente o tipo
“lúdico”. Así, en último término, se ubica el tipo lúdico en la tipología
Aberro, el más extraviado de todos. Los tres tipos quedan, de ese modo,
opuestos de superior a inferior según el orden declarados; por ejemplo, el tipo
sacralizante es “superior”, es decir, mejor orientado que el tipo lúdico, etc.
El tipo gracioso luciférico, el “objetive group”, el grupo blanco contra el
cual se dirige el ataque de la Sinarquía previsto en la segunda parte del plan
expuesto en el artículo “O” (página 782), se halla en lo lato de la escala,
como ejemplar superior a los otros dos tipos.
H – Tipo lúdico y tipo sacralizante.
Si el tipo
lúdico se caracteriza por la actitud contradictoria de TEMOR y ATRACCIÓN por el
símbolo
sagrado, de manera
opuesta el tipo sacralizante descuella por la SUMISIÓN al símbolo sagrado y la SUBLIMACIÓN del símbolo sagrado. En un ejemplo anterior se ha señalado
al acto B que describe alegóricamente al tipo sacralizante, como clara muestra
de la efectividad con que actúa la ley del globo: en efecto, es característico
de éste tipo la tendencia a la CONTEMPLACIÓN del símbolo sagrado, actitud que requiere, para ser plena,
de la quietud del sujeto anímico, d ella pasividad extrema del alma; consecuentemente, la voluntad se ve
así debilitada y reducida, y, de acuerdo a la ley del globo, el símbolo crece
enormemente produciendo la ILUSIÓN de tamaño, que es una medida inversa de la
voluntad. Este último efecto estuvo representado en la alegoría por la
desbordante inflación del globo.
Si hablamos de
ILUSIÓN estamos aludiendo a APARIENCIAS. El tipo sacralizante es, justamente,
aquél cuya realidad se compone exclusivamente de apariencias. Para comprobarlo
no hace falta más que atender al carácter contemplativo: la contemplación del símbolo sagrado jamás incluye su examen o inspección
racional, actos a los que se juzga irrespetuosos y sacrílegos; por el
contrario, aquella contemplación se contenta con el aspecto más exterior y
aparente del símbolo
sagrado pues considera
como un favor o una merced divina cualquier conocimiento ulterior el mismo. Si
penetra en el interior del símbolo sagrado, si toma contacto con su esencia
arquetípica, ello no se debe a un esfuerzo por conocer, a un movimiento
efectuado por el Yo perdido para llegar hasta él y atravesar el velo, e la
apariencia: es el símbolo sagrado, inversamente, quien ANESTESIA al yo perdido y se
expande en la conciencia, en todo semejante al globo del Sr. Aberro, absorbiéndolo en sus profundidades
neumáticas.
El símbolo sagrado se revela así, al yo perdido, luego de
ANESTESIARLO y FAGOCITARLO; y tal catástrofe no solo no es jamás resistida por
el tipo sacralizante, sino que es tenida en alta estima, denominándosela “éxtasis
sagrado”, “éxtasis divino”, “unio Dei”, etc.
I – Tipo gracioso luciférico.
Así como
demostramos, en anteriores comentarios, que la actitud lúdica se origina en
parte en el TEMOR a trascender los símbolos, puede demostrarse también que la
actitud graciosa luciférica se fundamenta en el VALOR. Es evidente pues, que
dichos tipos son OPUESTOS; sin embargo, ambas actitudes, una originada en el
TEMOR y la otra fundada en el VALOR, no deben considerarse como un par de
contrarios opuestos: las dos están “opuestas” pero solo como lo “superior” lo
está con lo “inferior”, tal como se explicó en el artículo H.
Ahora bien,
según la Sabiduría Hiperbórea, la actitud graciosa luciférica es característica
de todo linaje hiperbóreo: aún el “furor berserkir”, propio de los Siddhas, no
podría producirse si el Yo despierto, previamente, no hubiese adquirido una “actitud
graciosa luciférica”; tampoco el virya perdido, por supuesto, podría concretar
la Iniciación Hiperbórea si no adoptase la “actitud ética previa” a la
aislación del yo perdido, es decir, la “actitud graciosa luciférica”. Pero,
recién acabamos de afirmar que la actitud graciosa luciférica se fundamenta en
el VALOR, reviste, pues, la mayor importancia indagar ¿qué significa VALOR en
el acto ético fundamental, el Yo frente al símbolo sagrado, es decir, en el ámbito donde se
suscita la actitud graciosa luciférica? Respuesta: “VALOR” ES LA VOLUNTAD
GRACIOSA, O SEA, LA VOLUNTAD CARISMÁTICA. Para explicar este concepto hay que
tener presente los términos en los que esté planteado el acto ético
fundamental: el Yo perdido, PERPLEJO frente a la aparición del símbolo sagrado. En este caso el tipo gracioso
luciférico es el único de los tres tipos que reconoce: a) QUE ENTRE EL SÍMBOLO SAGRADO Y EL YO PERDIDO SE HA CREADO UNA “TENSIÓN”;
b) QUE TAL TENSIÓN TIENE SIGNIFICADO DRAMÁTICO. Comprender el significado
dramático del acto ético fundamental es esencial porque LA “TENSIÓN” PROVIENE
DE LA FUERZA PUESTA EN JUEGO POR EL ARQUETIPO TRAS EL SÍMBOLO SAGRADO PARA CAPTURAR AL SUJETO CONSCIENTE, Y
AL YO PERDIDO SUBSUMIDO EN ÉL, ANESTESIARLO Y FAGOCITARLO: a este proceso del símbolo sagrado solo logra oponerse con eficacia el
tipo gracioso luciférico. He aquí pues, con más detalle, la definición del
concepto de valor: SOLO QUIENES HAN PERCIBIDO CONSCIENTEMENTE LA TENSIÓN
DRAMÁTICA ENTRE EL YO PERDIDO Y EL SÍMBOLO SAGRADO, ES DCIR, LOS MIEMBROS DEL TIPO
GRACIOSO LUCIFÉRICO, Y SE OPONEN A ELLA CON “VOLUNTAD GRACIOSA”, POSEEN
VERDADERO “VALOR”. A este enunciado se lo denomina “definición noológica del
valor”.
La “VOLUNTAD
GRACIOSA” es la fuerza noológica que el Yo aplica contra el símbolo sagrado emergente cuando presenta una actitud
graciosa luciférica, como se verá, la voluntad graciosa aporta una energía
extra al Yo perdido que le permite detener el proceso del símbolo sagrado, y evitar la fagocitación de la
conciencia, SUSPENDIENDO LA TENSIÓN DRAMÁTICA; por eso se llama “graciosa” a
tal voluntad: porque la energía “extra” aportada es producto del Paráklito. Con
esta misma “voluntad graciosa” el Iniciado Hiperbóreo o Caballero Tirodal
construye la esfera Ehre en torno del Selbst.
Resulta así que
el valor noológico es la voluntad graciosa manifestada por el Yo durante el
acto ético fundamental. No hay que olvidar nunca este carácter INTERIOR del
valor noológico, especialmente para distinguirlo del concepto vulgar de valor,
que alude a un PELIGRO EXTERIOR. El “valor”, en efecto, se opone al “temor”,
mas ambos actos están referidos al PELIGRO: se teme a peligro; valor es no
temer a peligro. Pero en la significación vulgar el “peligro” es siempre
externo u objetivo, motivo por el cual el valor se define como una
CARATERISTICA DE LA CONDUCTA, un rasgo del comportamiento circunstancial. En su
raíz latina, VALEO, el vocablo ya aludía a un carácter exterior u objetivo:
VALEO significa “ser fuerte”, “poderoso”, “robusto”, etc.; el VALEETIS, o
valiente, por ejemplo, era “el fuerte”.
Se comprende
entonces que al centrar la definición del valor noológico en torno del Yo, en
el ámbito interior del acto ético fundamental, nos hemos alejado demasiado del
concepto vulgar del valor. El “peligro” que amenaza al Yo, la fagocitación
psíquica, procede de un símbolo sagrado emergente y apenas se se deja comparar
con los peligros del mundo exterior. En consecuencia, el valor necesario para
enfrentar tal peligro no se puede derivar de la exterioridad del comportamiento
sin que debe ser definido precisa y cuidadosamente en el terreno miso de su
generación, esto es, el acto ético fundamental, el Yo frente al símbolo sagrado.
Desde luego que
esta definición “interior” del valor noológico solo es válida para el tipo
gracioso luciférico, un virya de linaje hiperbóreo para el cual el valor es su
esencia espiritual y no un mero revestimiento psicológico o postura exterior.
El furor berserkir, en el extremo de pureza sanguínea, implica un mutación
completa del microcosmos, mutación que transforma toda substancia en energía
resuelta, orientada hacia el Origen. La “actitud graciosa luciférica” es, pues,
una actitud valiente, tanto si se la adopta para enfrentar a un símbolo sagrado emergente, como para dar el Segundo
Paso de la solución de Wotan y aislar el Yo en el arquémona odal, marchando luego hacia el Origen.
Ya lo hemos advertido: “entre el Yo y el Origen siempre se encuentra el Enemigo”...
y “el enemigo” puede ser cualquiera de las múltiples formas del Engaño que
emplea el Demiurgo. Marchar hacia el Origen implica,
pues, un enfrentamiento terrible del que solo podrá salir vencedor quien lo
acometa impulsado por un arrojo sin reservas, una osadía irrefrenable, audacia
genial, intrepidez iluminada, atrevimiento liberador, en fin, por un VALOR
irresistible que es puro fuego porque parte de la sangre pura o FANHEMA. ¡Si,
en el último grado de la pureza sanguínea, el VALOR es furor berserkr, pura
resolución, pura energía, puro fuego, una cólera sublime, un coraje metafísico,
una flecha incandescente disparada al revés del tiempo, por sobre el espacio enemigo,
hacia el
Vril! Entonces,
cuando el Yo-saeta culmine ESE VIAJE INTERIOR, en las fronteras del Espíritu
Eterno, la libertad original estará atrás la locura de la materia y la energía
Y SOLO EL VALOR SOBREVIVIRÁ EN LO ABSOLUTO... PORQUE EL ESPÍRITU HIPERBÓREO, EL
“ESPÍRITU ESFERA NORMAL”, ETERNO E INFINITO, ES EL VALOR ABSOLUTO.
J – Efecto de la actitud graciosa
luciférica sobre la tensión dramática.
Hemos visto que
el tipo sacralizante percibe la ley del globo en forma SUBJETIVA, como “ilusión
de tamaño” del símbolo
sagrado. De manera
análoga, el tipo gracioso luciférico percibe la ley del globo en forma
ENERGÉTICA, como “tensión dramática” del símbolo sagrado. Cuando el Sr. Aberro, que ha captado la tensión dramática,
ríe “para darse coraje”, ello significa que dispone de una “voluntad graciosa”
para afrontar la situación. La tensión dramática, manifestación energética de
la ley del globo, tiende a inmovilizar al Yo perdido CREANDO EN SU ENTORNO UN
MICROCLIMA DE ANGUSTIA, VALE DECIR, UN CONTEXTO DRAMÁTICO ¿cuál es el beneficio
que concede la actitud graciosa luciférica en esa circunstancia dramática?
Respuesta: LA ACTITUD GRACIOSA LUCIFERICA SUSPENDE LA TENSIÓN DRAMÁTICA. Por
eso el Sr.
Aberro puede,
tranquilamente”cerrar la válvula”, es decir, aplicar su voluntad y detener el
fenómeno, es decir, interrumpir el proceso del Arquetipo, luego, sin alterarse
en nada, es decir, sin que el Yo perdido resulte afectado, se dedica a
inspeccionar el globo: vale decir, el Yo perdido aprehende el símbolo sagrado. Y esta actitud gnóstica, netamente
espiritual, valerosa hasta la temeridad, QUE RÍE DEL PELIGRO Y TOMA LO QUE LE
CONVIENE SIN PEDIR PERMISO A NADIE, es, no hace falta insistir en ello,
VERDADERAMENTE LUCIFÉRICA.
Más, si la
actitud graciosa luciférica suspende la tensión dramática ¿qué percibe en
cambio? Respuesta: una situación cómica; graciosa pero notoriamente falsa. Ante
la mirada luciférica la circunstancia dramática pierde su atmósfera trágica o
angustiante y se revela, en cambio, artificiosa y ficticia. Por eso se dice que
la mirada luciférica es risueña, que la risa “brilla en los ojos”; mirada que
los Demonios y algunos mentecatos encuentran ofensiva pero delante de la cual
el Engaño se hace patente sin remedio. ¡SI TUVIÉSEMOS EL VALOR SUFICIENTE COMO
PARA MIRAR EL UNIVERSO Y REÍR CON LA RISA DE LÚCIFER VERÍAMOS COMO ESA MALDITA
ILUSIÓN SE DISUELVE EN EL CAOS PRIMORDIAL!
Resumiendo, el
tipo gracioso luciférico jamás asumirá la actitud lúdica o sacralizante frente
al símbolo
sagrado, intentando
degradarlo o sumiéndose a él, sino que, inversamente, dispondrá de la
posibilidad de trascenderlo y de tomar conocimiento de su esencia arquetípica.
Si la potencia del símbolo sagrado es, o parece ser, demasiado intensa, hasta un
grado tal que inicialmente sobrepasa la capacidad de asimilación de la
conciencia, NO TEMERÁ: exhibirá en cambio una actitud graciosa luciférica que
le permitirá vencer la perplejidad ante “lo grande”, suspender la tensión
dramática, quebrar la ley del globo y atravesar así, valiente, orgullosa y
risueñamente, los límites formales del símbolo sagrado.
K – Voluntad graciosa luciférica del
virya y voluntad psicológica del pasú.
Toca ahora
responder a una cuestión fundamental ¿de qué fuerza se vale la actitud graciosa
para SUSPENDER la tensión dramática, que, según vimos, es de naturaleza
energética? Respuesta: tal como se adelantó, la tensión dramática resulta
suspendida por acción de la VOLUNTAD GRACIOSA. Sin embargo, esta respuesta no
es del todo exacta pues carece de los detalles que aclaren que la suspensión de
la tensión dramática es efecto de algo más que una mera oposición de fuerzas.
Con más detalle, pues: la tensión dramática es una energía aplicada contra el
Yo, PERO UNA ENERGÍA QUE CRECE DE ACUERDO CON EL PROCESO EVOLUTIVO DEL ARQUETIPO;
a esta energía creciente se le opone la voluntad graciosa para contrarrestarla
y SUSPENDERLA, Mas ELLO SÓLO SERÁ POSIBLE SI LA ENERGÍA VOLITIVA CRECE EN LA
MISMA MEDIDA QUE LA TENSIÓN DRAMÁTICA. Queremos significar con esto que la
voluntad es de algún modo “reforzada” por la actitud graciosa, es decir que
recibe una energía extra. La suspensión de la tensión dramática no procede,
pues, de la mera oposición, de una relación fisicomatemática de fuerzas, sino
de un APORTE MÁGICO de energía. Merced a tal aporte la voluntad se eleva
poderosamente de nivel, distanciándose de la oposición del símbolo, con lo cual
la tensión dramática queda relativizada a un grado insignificante, “suspendida”
en su capacidad de actuar.
El “aporte
poderoso de energía”, que además no es creciente sino instantáneo, lo obtiene
el Yo por VINCULACIÓN CARISMÁTICA, contacto que constituye uno de los
principios de la Estrategia psicosocial. La “vinculación carismática” establece
un contacto trascendente con el Paráklito que es, en verdad, quien aporta la
energía extra; con respecto al Paráklito, en la página 236 se da la siguiente
definición: “el “agente carismático” está perpetuamente presente en un plano “absolutamente
trascendente” al mundo inmanente de la materia y se denomina Paráklito”. Pero
este Paráklito no es una de las personas de la trinidad católica sino un
concepto antiquísimo de la Sabiduría Hiperbórea que conviene repetir aquí: el
Paráklito NO ES UN “ASPECTO” DE DIOS SINO LA VOLUNTAD DE DIOS; se entiende que
la definición alude al Dios Hiperbóreo “El Incognoscible” y no al Pantocrator o Demiurgo: LA VOLUNTAD DEL VERDADERO DIOS SE
DENOMINA “PARAKLITO” O VOLUNTAD GRACIOSA DEL INCOGNOSCIBLE” (página 735).
Ahora bien
¿cómo, siendo absolutamente trascendente, puede el Paráklito aportar energía,
es decir voluntad graciosa, al Yo perdido? Respuesta: Lo explicaremos
analógicamente, basándonos en la siguiente cita: “El Yo es capaz de controlar
el proceso de los símbolos sagrados si presenta, frente a ellos, una “actitud
graciosa luciférica”. Con otras palabras: cuando sobreviene la crisis subruna
del sujeto consciente, el Yo orientado se encuentra APOYADO EN EL ÁNGULO RECTO
DEL ARQUÉMONA Y FRENTE AL UMBRAL DE CONCIENCIA; emerge, entonces, frente a él,
un símbolo
sagrado que intenta
desplegarse con gran potencia: si ese despliegue se concreta el Yo orientado
estará nuevamente perdido; pero el Yo consigue detener el proceso, y aúyn
invertir el sentido para explorar su esencia arquetípica, presentando una
actitud graciosa luciférica” (página 765). A esto podemos agregar, como
respuesta, que LA ACTITUD GRACIOSA LUCIFÉRICA PERMITE EL ÉXTASIS RÚNICO DEL
ÁNGULO RECTO EN EL CUAL “SE APOYA” EL YO ORIENTADO: EL “ÁNGULO RECTO”, EN
EFECTO, ES UNA ANTIGUA RUNA LIMITANTE LLAMADA “LA”. Y en el éxtasis rúnico,
según se dijo, se manifestará el Paráklito a solicitud del Yo, aportando la
fuerza irresistible y transmutadora de la Voluntad del Incognoscible: “si el Espíritu, el Selbst, el Yo, lo
reclama, el Verdadero Dios se manifestará volitivamente: por eso no es posible
conocer al Incognoscible sino comprobar la acción de su fuerza,
que refuerza la esfera Ehre (página 735).
En síntesis, el
Yo orientado, al asumir la actitud graciosa luciférica, experimenta un éxtasis
rúnico que lo pone en vinculación carismática con el Paráklito, recibiendo de
éste una “energía extra” que le permite suspender la tensión dramática del símbolo sagrado y reforzar su esfera de voluntad
egoica Ehre. Pero, si bien el Yo recibe INTIMAMENTE la gracia del Paráklito, lo
que suspende la tensión dramática es su propio acto, es decir, su VALOR, puesto
que tal acto es efectuado con VOLUNTAD GRACIOSA. Y ESA ACTITUD DE VALOR, DE LA
VOLUNTAD GRACIOSA, QUE SUSPENDE LA TENSIÓN DRAMÁTICA EN EL ACTO ÉTICO
FUNDAMENTAL, ES “EL HONOR NOOLÓGICO”, LA ÚNICA ACCIÓN MORAL DEL VIRYA.
Contrariamente
a esta voluntad graciosa procedente del Espíritu, cuyo acto es el honor, la “voluntad psicológica” del pasú es una fuerza anímica,
carente de sentido ético.
La voluntad psicológica, cuya recuperación depende, entonces,
de la normalización de la función orgánica alterada. La voluntad graciosa, en
cambio, por ser de origen noológico, es decir, por proceder de un ser
absolutamente trascendente, eterno e infinito, como el Espíritu, es
independiente de los orgánicos: la voluntad graciosa del virya, del héroe, del
guerrero, no sólo es potente para vender a cualquier obstáculo que se
interponga en su camino sino que, ante todo, es potente para vender a sus
propios Demonios interiores, a los mitos y símbolos sagrados y a las
debilidades que enervan la voluntad psicológica del sujeto anímico.
L – El Paráklito, su Gracia y el
Carisma.
En el artículo
D, página 735, se expuso la siguiente conclusión: “En síntesis, en esto
consiste la construcción de la esfera Ehre: el Yo, con actitud graciosa
luciférica, debe conseguir que se manifieste el Paráklito durante el éxtasis
rúnico, es decir, que coincida en el infinito actual: su presencia no brindará
ningún conocimiento aparte de la Verdad de la Runa Increada, pero, en cambio,
transmutará la estructura psíquica del virya creando una esfera de voluntad
egoica en torno del Selbst (figura 32). La esfera Ehre cuyo contenido es una
energía extra aportada por el Paráklito, se convierte así en una fuente de
fuerza volitiva que el Yo consume para reforzar su propia esencia volitiva. Tal
es la Gracia del Verdadero Dios: que el Espíritu revertido y encadenado no
carezca jamás de la fuerza necesaria para concretar su liberación. Si la fuerza
volitiva es insuficiente, el Yo dispondrá siempre de la posibilidad de RECLAMAR
EL AUXILIO DEL PARÁKLITO. No obstante, su presencia transmutadora solo se
manifestará a aquel virya que exprese una “actitud luciférica”, vale decir, a
quien haya recibido el mensaje del Gral de Kristos Lúcifer, el Enviado de El
Incognoscible, y se haya
alineado en su “bando guerrero”. Sobre ese carácter AUXILIAR del Paráklito,
aquí vamos a completar el concepto y a aclararlo recurriendo a su etimología;
en cuanto a la referencia al “Gral de Kristos Lúcifer”, cabe advertir que dicho
tema será desarrollado con detalle en el inciso “Estrategia 'O' de los Siddhas Leales”.
Paráklito es
una palabra griega (παράχκητος) derivada de PARÁKLESIS (παράχκησις), llamamiento, petición de auxilio,
solicitud de liberación, etc., donde se ve ya, el significado apuntado. El
Paráklito es considerado así, en su origen, un “llamador de auxilio”, un
intercesor o abogado por la libertad, etc. El cristianismo empleó al principio
con buen tino este vocablo para designar al Espíritu Santo o Mediador Divino,
concepto que se acerca bastante al de la Sabiduría Hiperbórea: VOLUNTAD-DEL-INCOGNOSCIBLE-DE-LIBERAR-AL-ESPÍRITU. Pero, luego de la nefasta alianza
entre los Emperadores romanos y la Iglesia, después del concilio de Nicea y
subsiguientes, se “inventó” una “trinidad divina” y se incorporó el Paráklito a
los Aspectos de Jehová-Satanas, envenenando definitivamente
su significado original. Sin embargo, la palabra es hiperbórea y no por
degradada dejaremos de usarla cuando nos convenga, remitiéndonos siempre al
concepto de la Sabiduría Hiperbórea. La misma reserva guardaremos con respecto
a otras dos palabras, GRACIA y CARSIMA, igualmente violadas por la teología
católica y que ahora redefiniremos.
Al Paráklito,
se lo denomina AGENTE CARISMÁTICO, según se dijo. La palabra CARISMA, así como
también caridad, caritativo, etc., proviene de la raíz griega CHARIS o JARIS (χαρις) que tiene, entre otros muchos, el
significado de GRACIA, atractivo, encanto, belleza, hermosura, donaire, garbo,
elegancia, pero fundamentalmente, don divino. Esta misma raíz dio en latín a
GRATIA, de donde procede la castellana GRACIA, y gratis, gratificar, grato,
etc., con las mismas acepciones que en griego. También las GRATIA, las tres
Gracias Divinas, registran el mismo origen: AGLAYA “la brillante”, EUFROSINA “la
alegría del corazón”, y THALIA “la florida”.
Etimológicamente,
entonces CARISMA y GRACIA son palabras sinónimas. Sin embargo, para la
Sabiduría Hiperbórea, ambas voces tienen un sentido levemente diferente: en
CARISMA se reserva el carácter absolutamente trascendente que corresponde a la
manifestación o expresión del Paráklito como AGENTE u OBRADOR DIVINO; de allí
lo de “AGENTE CARISMÁTICO” como expresión del Paráklito. A GRACIA, en cambio,
se la emplea para señalar la actitud del virya, cuando establece la vinculación
carismática, es decir, la “actitud graciosa luciférica”.
M – El tipo gracioso luciférico
participa de la Mística Hiperbórea.
Durante la
actitud graciosa luciférica, entonces, el Yo establece un contacto carismático
con el Paráklito. Ello sólo puede ocurrir, de acuerdo con lo visto, en
coincidencia con el éxtasis rúnico, es decir, cuando el Yo coincide en el
infinito actual con la Runa Increada. Este concepto permite comprender con más
exactitud la definición de Mística Hiperbórea expuesta en la Primera Parte.
Para ello hay que dotar al concepto de “vinculación carismática” de su
significado “colectivo”; vale decir, si, por un lado, la vinculación
carismática significa también el contacto de los viryas entre sí por
coincidencia carismática en el “marco” de una Mística Hiperbórea”, es decir, en
su “área estratégica”. Por eso la Mística se define, pagina 240, como “una
FORMA sostenida por un SER llamado Carisma”. Bajo esta “forma” que, ahora se
ve, no puede ser más que RÚNICA, existe un área estratégica en la que los
viryas se conectan por la Sangre Pura, por el Símbolo del Origen presente en la Sangre Pura. Tal
conexión, que vincula a los viryas con su “centro carismático” o líder, es
también una experiencia extática denominada “éxtasis místico”: la vinculación
carismática, entonces, a la vez que conecta al Yo del Iniciado con el
Paráklito, lo convierte en el “centro estratégico” de una Mística y lo vincula
infaliblemente con los viryas perdidos que perciben su “carisma”. “Este
carisma, que poseen en alto grado lo líderes y que parece ser elemento
indispensable para garantizar el éxito en la conducción de comunidades y la
fundación de organizaciones colectivas perdurables, es el principio sobre el
que se asienta una Mística. En efecto, una Mística Hiperbórea, o simplemente
Mística, es siempre la percepción colectiva de un carisma que a su vez puede
estar sustentado en la presencia de un líder visible o dimanar de un pequeño
grupo de personas ocultas. Pero, cualquiera sea el caso, la vinculación
carismática entre viryas siempre tiene por centro la Sangre, el Símbolo de
Origen que constituye la herencia del Linaje Hiperbóreo” (página 238). “El
carisma es la expresión del Paráklito o Espíritu Santo y SÓLO ES EXPERIMENTABLE
SU RECUERDO a partir de la Minne sanguínea” (página 240): si este concepto es
oscuro, se hará claro con sólo notar que el Símbolo del Origen, y las Runas que lo componen, sólo
puede ser experimentado como RECUERDO, es decir, como el recuerdo del punto tau
en la memoria de la Sangre, CUALQUIER ÉXTASIS RÚNICO IMPLICA SIEMPRE LA
VIVENCIA DEL SÍMBOLO
DEL ORIGEN, SU “RECUERDO”.
Continúa así el párrafo de la página 240: “Esto significa hablar de una
experiencia absolutamente trascendente e individual a la que llamamos ÉXTASIS
MÍSTICO y a la que no es posible ni imaginar relacionada con LO COLECTIVO en
cuanto este concepto alude a lo relativo a “cualquier reunión de individuos”,
tal como lo define el Diccionario Sopena. ¿Qué queremos decir, entonces, al
hablar de PERCEPCIÓN COLECTIVA del carisma? Respuesta: Que, “en el marco de la
Mística”, las experiencias carismáticas individuales, diferentes y únicas en sí
mismas, coinciden sincronísticamente en tiempo y espacio. Lo que no significa
en absoluto que tales experiencias sean COLECTIVAS en el sentido con que
denominamos a las EXPERIENCIAS COMUNES o fenómenos cuya percepción, una y la
misma, es compartida por muchos, tales como la observación de un eclipse o la
audición de una melodía”.
Según vemos,
para la Sabiduría Hiperbórea “el carisma es el ser que soporta esa forma
llamada Mística”; pero, “tal forma y tal ser son absolutamente trascendentes”:
¿cómo pueden ser conocidos entonces? Respuesta: No con la razón ni con ningún
sujeto anímico, es decir, no son el alma, no con el corazón, etc. Sólo se puede
percibir la Mística Hiperbórea con la Sangre, en ese contacto estratégico entre
la Sangre y el Yo perdido que explicamos con la alegoría del Yo prisionero,
cuando el Yo, desligado de toda razón, de todo instinto, “escucha el canto de
A-mort de los Siddhas”. La Mística es, por otra parte, LA ÚNICA FORMA RÚNICA,
VERDADERA Y ABSOLUTAMENTE TRASCENDENTE A LAS FORMAS ARQUETÍPICAS, QUE LE ES
POSIBLE INTUIR A UN VIRYA PERDIDO SIN CONOCER LA SABIDURÍA HIPERBÓREA. Y ello
ocurre solamente porque tal “forma rúnica” YA ES CONOCIDA por el virya, en el
Origen, y guarda de ella un recuerdo en la memoria de la Sangre Pura.
La Mística
Hiperbórea NO ES UN FENÓMENO DE CAMPO DE FUERZA, según se afirma en la página
238 de la Primera Parte, sino un modo sincronístico y acausal de contacto
trascendente entre miembros de Linaje Hiperbóreo, viryas y Siddhas, y con el
Paráklito. Ella es responsable de la vinculación carismática entre viryas y Siddhas Leales conocida como Aurea Catena o Cordón
Dorado; los paúes SI se vinculan entre ellos, y con los Demonios de Chang
Shambalá, MEDIANTE UN FENÓMENO DE CAMPO SEMEJANTE AL “MAGNETISMO” DE LA FÍSICA
PROFANA, CAUSANDO EN VERDAD POR LOS ÁTOMOS GRAVIS DEL ESPACIO FÍSICO. Pero este
grosero contacto gregario, propio de la histeria colectiva, no debe confundirse
con la vinculación carismática. “El virya es un ente esencialmente dual: en su
ser coexiste, junto a su naturaleza anímica, la manifestación trascendente del
Espíritu, el Yo perdido que refleja en mayor o menor medida al Yo Infinito. Es
decir, en el virya coexiste una naturaleza animal y una herencia hiperbórea. Cuando
“despierta”, cuando la vinculación carismática del Cordón Dorado lo pone en
contacto con los
Siddhas Leales o con un líder
y accede a las vías de liberación, entonces el Yo Infinito se manifiesta en el Símbolo del Origen, dando lugar al Selbst y a la posibilidad
de proyectar desde allí el Signo del Origen SOBRE el signo del cerco,
produciendo un cerco infinito. Nace así la Mística Hiperbórea, la cual no es
más que un cerco infinito con un contenido carismático, un espacio estratégico:
el arquémona que produce el virya como acto de guerra individual es,
ciertamente, una Mística personal, en tanto que la Mística racial es sólo el
caso general de aquélla, la determinación de un arquémona o espacio estratégico
para la transmutación y liberación espiritual de toda una comunidad carismática”
(página 298). Sinteticemos el concepto. Los tipos gracioso luciférico del virya
perdido actúan, comúnmente sin saberlo, dentro de una Mística Hiperbórea.
Cuando se enfrentan a un símbolo sagrado y apelan a la voluntad graciosa para
suspender la tensión dramática ello es señal inequívoca de que se han vinculado
carismáticamente con un líder carismático, el Führer, por ejemplo, un Siddha
Leal, con Kristos Lúcifer o con Wotan, etc. En cualquier caso, el virya
perdido recibe un “aporte extra” de energía volitiva directamente del Paráklito
que le permite advertir graciosamente la comedia montada por el Arquetipo o el Mito y SUSPENDER la tensión dramática. El
Yo perdido se ve entonces momentaneamente inundado de valor, trasmutado por la
voluntad graciosa, alerta y resuelto a actuar: para detener el proceso del símbolo sagrado a la vez que trascenderlo y conocer su
esencia arquetípica. Pero la “energía extra” que otorga el Paráklito no es un “contenido”
del Yo perdido, ni siquiera del Selbst, sino de la esfera de Ehre, LA CUAL DEBE
SER CONSIDERADA, TAMBIÉN COMO UNA “MÍSTICA PERSONAL” O FORMA RÚNICA: SE CUMPLE
ASÍ EL PRINCIPIO DE QUE “EL CARISMA”, O “AGENTE CARISMÁTICO”, SÓLO PUEDE SER
CONTENIDO DE UNA MÍSTICA. Es lo que sucede con el tipo gracioso luciférico: se
convierte en el “centro carismático de una Mística, su esfera Ehre, que parte
de él y pueda transmitirse, por vinculación carismática, a otros viryas que la
perciben con la Sangre Pura. Por eso los “jefes naturales” mandan y nadie
discute su mandato, todos “saben”, con la Sangre, que él es realmente superior;
es el VALOR, la VOLUNTAD GRACIOSA, lo que delata su condición de Líder
Carismático.
¿Por qué se
participa de una Mística? Respuesta: por la Minne o memoria contenida en la
Sangre Pura, por la potencia hiperbórea del linaje. De allí que carezca de
sentido hablar en forma “colectiva” de los linajes hiperbóreos o suponer que
sus miembros puedan encuadrarse en los patrones de la “psicología de las
muchedumbres”. Son las características de los pasúes las que encajan en tales
patrones, característicos, también, de las poblaciones animales: en las
muchedumbres, integradas por públicos heterogéneos, las tendencias animales del
pasú y la pureza de Sangre, de cada uno de los miembros, da lugar a dos hechos
simultáneos y contrapuestos. Las tendencias animales producen un fenómeno
colectivo de “gregarismo” o “alma grupal”; la Sangre Pura actualiza el hecho de
la raza Hiperbórea al vincular carismáticamente a sus miembros en el marco rúnico
de la Mística. Ambos hechos constituyen dos “principios fundamentales” en las
técnicas de control social, tal como es demuestra en el “Tratado de Estrategia
Psicosocial de la SS”. De manera que, “dentro de una Mística”, no existen
fenómenos colectivos, de campo de fuerza, causales, etc., sino una vinculación
carismática, sincronística y acausal, que relaciona directamente, virya por
virya, a cada uno con su Líder y Führer. Cabe repetir, por último, que el
valor, tal como lo define la Ética Noológica, como voluntad graciosa,
constituye el contenido de una Mística, la esfera Ehre, y, por lo tanto, no
puede ser efectivamente ocultado o disimulado: con la Sangre la raza sabrá
siempre, carismáticamente, místicamente, quiénes son en verdad sus Héroes,
Líderes o Jefes.
Comprobamos,
pues, que la actitud graciosa luciférica, que es el grado más espiritual que
puede alcanzar un virya perdido, es decir estratégicamente desorientado sobre
el Origen, es también lo más cercano al despertar y a la orientación: basta la
actitud graciosa luciférica para que el virya esté en capacidad de concretar
los dos Pasos de la solución de Wotan o, con otras palabras, sólo el tipo luciferico está en capacidad de acceder a la
Iniciación Hiperbórea. De hecho, aunque sólo sea por un momento, la actitud
graciosa luciférica concede ese estado de ALERTA que, como se explicó, es
característica PERMANENTE del virya despierto o Iniciado Hiperbóreo. En
resumen: el tipo gracioso luciférico está a un paso del virya despierto. Y
queda en claro que la Mística, tal como la ha definido, es propiedad exclusiva
del tipo gracioso luciférico: que no se hable, nunca, de “mística sacerdotal”
ni se confunda el “éxtasis religioso”, con el que muchos ejemplares del tipo
sacralizante se conectan con el Demiurgo Jehová-Satanás, con la verdadera Mística
Hiperbórea.
N – Correspondencia entre la tipología
Aberro y la tipología indoaria.
Se tendrá una
mejor perspectiva de la tipología Aberro si la comparamos con la antigua
tipología indoaria, es decir, con la organización social que vulgarmente se
denomina “sistema de castas”. En la India las castas son cuatro: la compuesta
por BRAHMANES o casta sacerdotal; la de los KSHATRIYAS o casta noble-guerrera;
los VAISYAS o casta de hombres libres; y los SUDRAS o casta servil. Este
sistema era también muy común entre los semitas de Egipto y Babilonia. Pero
ello no debe extrañar pues en realidad se trata de una herencia común atlante,
ya que dicha civilización, en su última era, se hallaba organizada en base al
mismo sistema.
Ahora bien,
refiriéndose exclusivamente al sistema hindú, podemos decir que con cierta
buena voluntad es posible relacionarlo con la tipología Aberro SI ASEMEJAMOS
LOS SUDRA A LOS PASÚ E INVERTIMOS LOS BRAHMANES CON LOS KSHATRIYAS (y, en un
plano trascendente identificamos a los Rishis con los Siddhas Leales, es decir, con los Señores de
Agartha). En el cuadro sinóptico de la figura 98 pueden verse cotejadas ambas
tipologías.
Figura 98
Lo primero que
ha de sorprender será, sin duda, el hecho de que la equiparación de tipos
requiere de una inversión tan importante. Sin embargo todo se aclara si
afirmamos que con tal inversión no hacemos más que restituir a la casta de los
Kshatriyas el sitio que les corresponde y que fuese usurpado en un pasado
remoto por la casta de los Brahmanes. Se trata, ciertamente, de un cambio
ocurrido en la Atlántida, que ha de durar hasta el fin del Kaly Yuga, y al que
costará comprender en nuestros días debido a un prejuicio profundamente
arraigado. Aludimos a la creencia generalizada en la “superioridad” de la casta
sacerdotal sobre la casta guerrera, la cual no es más que otra táctica de
desinformación sinárquica. Con el fin de contribuir a crear la
máxima confusión en este asunto muchos autores de libros esotéricos han sostenido
en el último siglo la tesis de que el mismo Kaly Yuga, es decir, el período de
mayor decadencia espiritual de que se tenga memoria, no tendría otro origen que
“la rebelión de los Khsatriyas”. Estos autores, entre los que hay que contar a
Rene Guénon y a los teosofistas que él combatió, como H. P. Blabatzky, Rudolph
Steiner, etc., obraron en apoyo de una corriente de pensamiento
filosófico-esotérica atlante, de neta inspiración Shambaleana, que pretende
exaltar a los Sidas de la Paz Tenebrosa como “Maestros de Sabiduría” de la Jerarquía Blanca.
Ocultando su nefasta condición de Traidores originales de la Raza de
Espíritus Hiperbóreos.
Pero la verdad
es muy diferente pues, de acuerdo con la Sabiduría Hiperbórea, corresponde al
cuadro sinóptico de la Tipología Aberro. Para poner las cosas en su lugar hay
que disponer de ciertos datos y de una aclaración posterior. Los datos son los
siguientes: en el período cristiano-luciférico de la Atlántida la sociedad se
hallaba organizada en base a principios hiperbóreos antiquísimos también en
cuatro castas; la jerarquía espiritual de tales castas era ésta: primero la
casta guerrera, segundo la casta sacerdotal, tercero la casta ciudadana y
cuarto la casta servil; no dar lugar a confusión el hecho de que también existían
cuatro razas: roja, amarilla, negra y blanca, pues las tres primeras componían
EN COJUNTO las tres castas y la última, blanca era numéricamente insignificante
pues constituía una casta especial de CONSTRUCTORES SAGRADOS. ¿Qué ocurrió
luego? En un período posterior, calificado con razón de “satánico”, los Sidas
Traidores consiguieron un completo control de la civilización, destruyeron el
modelo “Imperio Universal” sobre el que se hallaba organizada, y la gobernaron
férreamente por intermedio de la casta sacerdotal, quien los conoció como
Señores de la Faz Oscura. Para cumplir sus planes evolutivos los Sidas
Traidores reorganizan la sociedad bajo el dominio de la casta sacerdotal a la
que elevan a primer nivel, creando así el sistema que conocieron todos los
pueblos de la Antigüedad. Salvo aquéllos que descienden directamente de los “cromagnón”,
es decir, de la raza blanca atlante, o son tributarios de su sabiduría.
Hasta aquí los datos; vayamos ahora a
la aclaración prometida.
Si, como
afirmamos, se produjo un cambio en el orden jerárquico de las castas
superiores, en el período satánico de la Atlántida, ¿es posible que tal
suplantación haya durado hasta nuestros días? Y, de ser así, ¿de qué manera se
instrumentó? Para hallar las respuestas hay que tocar un tema que constituye la
clave de todo el engaño. En aquel tiempo los Sidas Traidores decidieron apoyar
su estrategia mediante la creación de un Mito adecuado; (recuérdese que al hablar de mito aludimos a un Arquetipo Psicoideo cuya evolución se realiza en
superestructuras de hechos culturales o históricos). Dicho Mito, que es responsable de la repetición
del error hasta nuestros días, se denomina “Doble Poder” y ha sido representado
con una pluralidad de símbolos semejantes: gémicos, LABRIS o doble hacha
cretense, águila bicéfala, dos espadas, etc. Con este hecho se relaciona el
párrafo siguiente, ya visto en el artículo “La resignación de Wotan”: “Por ese entonces, en el mundo, se
había desatado la crisis social que acompañó al hundimiento de la Atlántida:
dos de las tres castas que componían la sociedad Atlante, la casta guerrera y
la casta sacerdotal, se encontraban trabadas en una guerra sin cuartel: la
casta sacerdotal estaba apoyada por los Sidas Traidores y la casta guerrera por
los Sidas Leales. En medio de ese conflicto vinieron a caer los objetos que
soltara Freya-perdiz antes de reintegrarse nupcialmente con Wotan: el labris de esmeralda no llegó a
tocar tierra pues los sacerdotes lo interceptaron en el aire y, dando muestras
de gran júbilo, lo incorporaron a su propia Estrategia; desde entonces
contribuye, arquetípicamente, a perpetuar la fábula de la “superioridad
espiritual” que la casta sacerdotal detentaría sobre la casta guerrera” (página
708).
Vale la pena
aclarar que EL TEMA del Mito era hiperbóreo, conocido en la Atlántida desde el
período luciférico cuando servía de base a la organización del modelo, o vía de
liberación colectiva, “Imperio Universal”; la acción de los Sidas Traidores
consistió en resignar un poderoso Arquetipo Psicoideo para que operase desde el inconsciente
colectivo universal en la alteración del tema tradicional. La Tradición
Hiperbórea afirmaba que existen DOS PODERES que den diferenciarse en toda
organización social: el Poder Espiritual y el Poder Temporal. Tales poderes
guardan la siguiente oposición: el Poder Espiritual es superior –”estratégicamente
superior”-al Poder Temporal. Bien: en base a esta doctrina los Sidas Traidores
elaboraron el
Mito Doble Poder.
He aquí el
engaño: el
Mito consiste en
fomentar la creencia de que la casta sacerdotal debe detentar el Poder
Espiritual y la casta guerrera el Poder temporal, consumado la inversión
espiritual de valores. ¿Qué dice la Sabiduría Hiperbórea al respecto?
Respuesta: que , por presentar los Espíritus Hiperbóreos NORMALES una “hostilidad
esencial” hacia el mundo material del Demiurgo, lo que los convierte inevitablemente
en una RAZA DE ESPIRITUS GUERREROS “EN” EL UNIVERSO, es la casta GUERRERA quien
efectivamente entra en contacto con el Espíritu (NOUS) o Vril; y, también, que
la CASTA SACERDOTAL solo puede influir sobre el alma(PSIQUE), cuerpo emocional o doble astral, del hombre, es decir, sobre entes
evolutivos, energéticos, materiales, etc. Esto último se hará claro más
adelante, cuando estudiemos el contorno ético del tipo sacerdotal. Es pues, la
esencia misma de las castas, los alcances espirituales de su función, lo que
determina que a la casta guerrera le resulta NATURAL el Poder Espiritual y a la
casta sacerdotal el Poder Temporal. La inversión de castas efectuadas en la
Atlántida, responsable en gran medida del famoso “hundimiento”, y la acción
evolutiva del
Mito Doble Poder,
han creado desde entonces un conflicto permanente. Y, cada vez que la casta
guerrera ha intentado, como parte de una estrategia hiperbórea de liberación
colectiva, recuperar su puesto de regente del Poder Espiritual, se la ha
aniquilado y calumniado….y luego los panegiristas de la Sinarquía han hablado
de la “Rebelión de los Kshatriyas” y han culpado a esta casta de linaje
hiperbóreo de ser “responsable del Kaly Yuga”.
O – Falacia sobre el origen evolutivo
del sistema de castas.
Conviene
mencionar aquí, y observar con referencia al artículo “El doble origen de la
Edad de Oro” (página 372), una teoría tan ingeniosa como racionalista que
generalmente se esgrime para aumentar la confusión o simplemente por
ignorancia. Es la que asocia “lo solar” a la casta guerrera y “lo lunar” a la
casta sacerdotal. Esta teoría, en apariencia inocente, tiene el fin oculto de
explicar la “aparición del sistema de castas por “evolución”, procurando, de
ese modo, negar su origen hiperbóreo. En efecto: si la casta sacerdotal es “solar”
ello permite a los racionalistas esotéricos establecer una ingeniosa relación
con la “Edad de Oro”; y lo mismo, si la casta sacerdotal es “lunar”: se la
vincula con la “Edad de Plata”. De ese modo, dado que según las Tradiciones de
la Antigüedad las Edades ocurrieron en forma sucesiva, se concluye que “primero
hizo su aparición la casta solar, regia o guerrera, y luego la lunar”. Así
resulta que las castas surgieron en el seno de las sociedades después de una
larga evolución: primero la casta solar: miles de años después la lunar; otros
miles de años más tarde, cuando las sociedades neolíticas “evolucionaron” de la
vida nómada y pastoril a las comunidades agrícolas, aparecen las ciudades y con
ello la casta urbana de los hombres libres, finalmente, la instauración de la
esclavitud dio lugar a las clases esclavas o serviles y su casta
correspondiente.
Que todo este
razonamiento constituye un disparate lo prueba el siguiente ejemplo: supóngase
que dentro de cincuenta mil años unos racionalistas esotéricos del futuro -¡que
los va a haber!-exploren las ruinas de los Estados Unidos de Norteamérica -¡que
van a existir!-. Y supóngase también que, de ese examen, concluyesen que “a
aquel sistema de gobierno, llamado “Democracia”, los primitivos americanos
llegaron tras una larga evolución: primero “apareció” EL PODER EJECUTIVO; luego
de miles de años EL PODER LEGISLATIVO; y, miles de años más tarde, se formó EL
PODER JUDICIAL”. No se crea que exageramos pues, así como en 1789 la
Constitución de U.S.A. consagró los tres poderes SIMULTÁNEAMENTE, los cuales
comenzaron desde entonces detentando por CASTAS RENOVABLES de hombres públicos,
así en la Atlántida, durante el período luciférico, la elección de la vía “Imperio
Universal” de liberación colectiva consagró SIMULTÁNEAMENTE el sistema de
castas: primero la casta regia, noble y guerrera; segundo la casta sacerdotal;
tercero la casta ciudadana; cuarto la casta servil o esclava. Esta es la verdad
que la Sinarquía trata de ocultar o distorsionar.
P – Superioridad del tipo gracioso
luciférico-kshatriya sobre los otros tipos.
Según vimos, la
casta guerrera, su tipo, es naturalmente apta para establecer el contacto
zoológico con el Espíritu, en tanto que la casta sacerdotal solo puede
conseguir un contacto psicológico con el alma, con la parte anímica del virya. Si
estudiamos el cuadro sinóptico de la figura 98, donde se ha referido la
tipología Aberro al antiguo sistema de castas, no solo se hará evidente esta
afirmación sino que contaremos con una irrepetible oportunidad de comprender
con profundidad al tipo psicológico de la casta sacerdotal por equiparación con
el tipo sacralizante.
No parecen existir
dudas, en virtud de todo lo expuesto, sobre la indudable relación que liga al
tipo gracioso luciférico con el tipo Kshatriya o guerrero indoario: al primero
lo hemos definido recientemente como “a un paso del virya despierto o Iniciado
Hiperbóreo”; y el segundo es el prototipo del guerrero Hiperbóreo; en síntesis,
el virya despierto ES un Kshatriya. Por eso la casta Kshatriya, si su pureza de
sangre es suficiente, debe ser considerada superior a la casta sacerdotal, toda
vez que tal pureza permita a sus miembros conocer una vía de liberación para el
Espíritu y conquistar el Vril.
Estando en
claro la equivalencia tipo gracioso luciférico tipo Kshatriya, hay que poner de
manifiesto que el “tipo sacerdotal” ES SOLO UNA FIGURA “RELIGIOSA” DERIVADA DEL
TIPO SACRALIZANTE: como se verá, a este tipo corresponde también la figura del “militar
profesional”. Más, si buscamos una característica típica para definir al tipo
sacerdotal, lo más apropiado es comenzar a examinar el aspecto eticopsicológico
de sus actos puesto que el sacerdote, no solo afecta una conducta moral, sino
que es el principal productor de doctrinas morales. Atendiendo a tal carácter,
es conveniente observar desde el punto de vista etIcopsicológico a los tres
tipos de la tipología Aberro: es lo que se hará en el próximo inciso. Sin
embargo, cabe repetir aquí que EL “TIPO SACERDOTAL”, DE LA TIPOLOGÍA INDOARIA U
OCCIDENTAL, ES SOLO UNO DE LOS SUBTIPOS QUE PUEDEN DERIVARSE DEL “TIPO
SACRALIZANTE”: un JOVEN COMUNISTA, por ejemplo que, con la conciencia subyugada
por el
mito de la Huelga
General, agita a los obreros de una fábrica con la intención de que también
sean capturados por dicho Mito, es otro “subtipo” clásico derivado
del tipo sacralizante, un “subtipo religioso” denominado “agitador subversivo y
revolucionario”; la “huelga general”, es el símbolo sagrado que ha impresionado al Yo perdido del
agitador como el globo al Sr. Aberro en el acto II: debido a la ley del
globo se ha creado una tensión dramática, en la conciencia, que alimenta la
apariencia de que la “huelga general” es una “gran verdad”, un principio
supremo por el que cabe cualquier “SACRIFICIO”, hasta “dar la vida”; el
agitador, pues, es agitado a su vez por un Mito, un Arquetipo inconsciente, que no
reviste rasgos religiosos sino sociales, pero ante el cual se inclina, como el
sacerdote frente al símbolo sagrado, y a quien sacrifica, como aquél su voluntad psicológica; le rinde culto y agita a los demás
para que compartan su certeza; los “evangeliza”, incitándolos a creer en los
bienes que aportará el Mito: el “progreso económico”, la “justicia social”, la
“liberación política”, el “fin de la explotación laboral”, etc.; pero todos
estos “bienes” son solo imágenes de la inflación del globo, la ilusión que crea
el
Mito para poder
seguir desarrollándose, pues la “huelga general” no trae nada semejante y, por
el contrario, si se la deja “crecer” demasiado, como el globo del Sr. Aberro, acaba asfixiando todo movimiento,
toda libertad, convirtiendo a la sociedad en esa estructura rígida llamada
soviet. En este ejemplo, por supuesto, nos referimos al Mito Huelga General, que es metafísico, y
no a tal o cual huelga concreta, que puede ser justa o injusta, del mismo modo
que cuando hablamos de “la venganza de Saturno” no pensamos en el planeta de
los anillos sino en un personaje Mito lógico.
……………………………………………………………………………………………………………….….
CONCLUSIONES
ÉTICAS DE LA TIPOLOGÍA ABERRO
A – Filosofía
y Ética psicológica.
B –
Calificación eticopsicológica de los
Aberro.
C – Ética psicológica del tipo lúdico
y del tipo sacralizante.
D – Ética
noológica del tipo gracioso luciférico.
E – Ética psicológica y
gnoseología.
F – Militares y
Kshatriyas.
A – Filosofía y Ética psicológica.
En la Filosofía
clásica, la Ética es la rama que estudia el comportamiento moral, el cual
constituye uno de sus grandes problemas. En síntesis, y simplificando
muchísimo, podría afirmarse que la Filosofía se ocupa de tres grandes problemas
irreductibles: el problema ONTOLOGICO, el problema GNOSEOLOGICO, y el problema
MORAL. Estos problemas se refieren a un acto concreto: el hombre frente al
hecho cultural, o frente a alguna cosa inclusa en el hecho cultural. En ese
contexto, el problema ontológico es la interrogación por EL SER del hecho
cultural o de la cosa que lo componen, es decir, ¿qué es la cosa?; según la
Sabiduría Hiperbórea, la respuesta a este problema es de carácter “metafísico”.
El problema gnoseológico, en cambio, interroga sobre EL MODO cómo el hombre
CONOCE qué es la cosa, es decir ¿cómo sabemos qué es la cosa?; la respuesta se
denomina, generalmente, “teoría del conocimiento”. El problema moral, por
último, cuestiona la actitud del hombre frente a la cosa, es decir, ¿qué se
debe hacer con la cosa?; tal como fue planteado el problema, el hombre referido
al hecho cultural, la respuesta solo es aportada por la ÉTICA PSICOLÓGICA DE PASÚ, doctrina que también
comparten los tipos lúdico y sacralizante del virya perdido.
Es obvio que
los tres problemas está relacionados entre sí y es por eso que en los
siguientes artículos, al adjudicar una calificación ética a los tipos Aberro,
se TITULARA asimismo su comportamiento gnoseológico. Ello ayudará mejor EN
GENERAL a los tipos Aberro, pues, no debemos olvidarlo, aquí se están
describiendo TIPOS PSICOLÓGICOS PUROS, es decir, modelos teóricos que rara vez
se ajustarán con exactitud en los casos concretos de los viryas perdidos.
B – Calificación eticopsicológica de los Aberro.
Las
conclusiones de la Ética psicológica se basan en la evaluación moral del
hecho cultural exterior. Para la Ética noológica, este “hecho moral” exterior
solo reviste valor si se produce en el kairos del honor del virya, vale decir, si el
comportamiento “moral” del virya expresa su voluntad graciosa luciférica; en
cualquier otro caso, el hecho moral es considerado como un ACTO ÉTICO “GENERAL”:
y un acto “general” es aquél donde “se detiene la certidumbre racional del
virya”, quien solo confía en los actos específicos. Pero la tipología Aberro
está definida en el curso del ACTO ÉTICO FUNDAMENTAL, “el Yo frente al símbolo sagrado”: ES EVIDENTE QUE TODA CALIFICACIÓN
ETICOPSICOLOGICA DE LOS TIPOS ABERRO REQUIERE LA EQUIPARACIÓN DEL ACTO ÉTICO
GENERAL, “EL HOMBRE FRENTE AL HECHO MORAL”, CON EL ACTO ÉTICO FUNDAMENTAL; “EL
YO FRENTE AL SÍMBOLO
SAGRADO”. Sin embargo,
ello no es imposible si recordamos que todo hecho cultural es conocido mediante
una reducción racional y la emergencia en la esfera de la luz de una
representación consciente, equivalente: para equiparar ambos actos solo hay que
observar LA REPRESENTACIÓN CONSCIENTE DEL HECHO MORAL FRENTE AL YO y establecer
las diferencias que guarda con un símbolo sagrado.
La principal
diferencia reside en el carácter “profano”, o más bien prosaico, del SÍMBOLO
que representa al hecho moral en oposición al carácter especial y respetable
del SÍMBOLO
SAGRADO. Empero, el
símbolo del hecho moral, análogamente al símbolo sagrado, intentará desarrollarse en un proceso
evolutivo por impulso de los Arquetipos universales: lo que distingue a ambos símbolos, en
el momento de su manifestación frente al Yo, es la “potencia activa”; el símbolo sagrado dispone siempre de potencia suficiente
para enfrentarse a un Yo perplejo e intentar anestesiarlo y fagocitarlo; el
símbolo del hecho moral rara vez llega a tanto, salvo en los casos en que el Arquetipo psicoideo o el Mito que sostiene al hecho cultural en
descubierto e introyectado bajo una FORMA MORAL: entonces el símbolo del hecho
moral en nada difiere de un símbolo sagrado pues, como éste, representa a un
Arquetipo universal.
Pero hay que
destacar, aquí, otra sutil diferencia: aunque tanto un símbolo sagrado como el símbolo de un hecho moral
representan al mismo Arquetipo “universal”, NO SERÁN JAMÁS IDENTICOS por cuanto
el símbolo del hecho moral ha de revestir siempre una forma “particular”; la
potencia activa de ambos símbolos será igualmente efectiva para dominar al
sujeto consciente pero diferirán en la “forma”. Más claramente: el símbolo sagrado participa directamente del Arquetipo
que representa y es, por lo tanto, UNIVERSAL; su forma es idéntica a la del
Arquetipo universal porque ha sido desenganchada de la serie de matrices
arquetípicas del designio, esquematizadas en la Relación: el símbolo sagrado procede siempre de los conceptos
tajada notados en planos de significación oblicuos y emerge SIN MODIFICACIÓN
FORMAL hacia la esfera de luz; el símbolo del hecho moral, por el contrario,
responde a la aprehensión del hecho cultural y representa a un COMPLEJO de
elementos arquetípicos concomitantes, subestructurados, con los cuales se
conforma racionalmente la IDEA PARTICULAR del hecho moral; vale decir, que en
su conformación intervienen conceptos del valor particular, premisas culturales
preeminentes, aserciones simbólicas, etc. Se debe distinguir, entonces, entre
el carácter ESENCIALMENTE UNIVERSAL del símbolo sagrado y la propiedad de ser FORMALMENTE
PARTICULAR que caracteriza al símbolo del hecho moral.
Tomando en
consideración las diferencias apuntadas, vemos que es factible equiparar el
ACTO ÉTICO FUNDAMENTAL, “el Yo frente al símbolo sagrado”, con el ACTO ÉTICO GENERAL, “el Yo
frente al símbolo del hecho moral”. Admitiendo la validez de esa equivalencia,
nuestro siguiente propósito consistirá en dilucidar de qué depende “lo moral”
observando directamente la relación entre el Yo y el símbolo del hecho moral.
Las conclusiones de tal dilucidación nos permitirán anticipar de inmediato cuál
será la actitud ETICOPSICOLÓGICA de cada uno de los tipos Aberro ante la pregunta
¿qué debo hacer en ESTE CASO?
Ante todo
recordemos que la relación entre el Yo y el símbolo viene determinada por la
ley del globo: “a menor voluntad mayor estabilidad del proceso”. Pero el
símbolo, en tanto que representa a Arquetipos inconscientes, es un FENÓMEN, un
ser que se sostiene a sí mismo en la manifestación: como tal, posee una
COPLEXIÓN que le permite actuar dinámicamente sobre el Yo. Por lo tanto, la
relación que describe la ley del globo no es un mero puente tenido entre el Yo
y el símbolo, una estructura estática, sino una TENSIÓN DRAMÁTICA procedente de
un símbolo particular, que expresa el complejo arquetípico correspondiente al
hecho cultural representado. Dicha “tensión” es, entonces, también compleja,
compuesta de una pluralidad de fuerzas concurrentes en el acto, o, si se quiere
sintetizar en una palabra: HETERODINA.
¿Qué implica el
considerar que la tensión dramática es heterodina? Respuesta: en principio,
algo evidente: que la tensión dramática afecta no una sino muchas y diferentes
regiones de la esfera de luz en la que está sumido el Yo perdido. Y en segundo
término, algo consecuente: que EL YO ES CAPAZ DE PERCIBIR LA TENSIÓN DRAMÁTICA
DESDE MUCHAS Y DIFERENTES PERSPECTIVAS. Ya habíamos adelantado esta conclusión
cuando demostramos que la relación sobre el Yo y el símbolo sagrado, determinada por la ley del globo,
podía ser percibida SUBJETIVAMENTE por el tipo sacralizante, como “ilusión de
tamaño”, o ENERGÉTICAMENTE por el tipo gracioso luciférico, como “tensión
dramática”: justamente, esta diferente comprensión es lo que diferencia a los
tres tipos de la tipología Aberro. A ESOS TRES TIPOS, YA DETERMINADOS POR SU
ACTITUD FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO, LOS ENFRENTAREMOS AHORA AL SÍMBOLO COMPLEJO DEL
HECHO MORAL PARA DILUCIDAR “DE QUE DEPENDE LO MORAL”.
La “relación”
entre el Yo perdido y un símbolo complejo, la “tensión relativa”, es también
compleja, heterodina, susceptible de diversas interpretaciones, según hemos
visto. Por todos los aspectos que el símbolo presenta se establecerán diversas
formas de su relación con el Yo; de todos los significados posibles a los que
podría reducirse la tensión relativa de la relación, HAY UNO QUE ES MORAL y que
necesitamos descubrir; queremos saber, ante todo, en qué términos ha sido
traducida la relación para que podamos reconocer sin ninguna duda que ha asumido
un carácter moral. Planteado así el problema, sin demasiadas pretensiones, se
ha de considerar satisfactoria la siguiente respuesta general: CUANDO AL
INTERPRETAR LA RELACIÓN ENTRE EL YO Y UN SÍMBOLO COMPLEJO SURGE PATENTE UN “PRINCIPIO
DE HENEVOLENCIA” O UN “PRICNIPIO DE JUSTICIA” ENTONCES EL HECHO CULTURAL, QUE
EL SÍMBOLO REPRESETNA, ES EVALUADO COMO HECHO MORAL.
La reducción a
que puede sintetizarse éticamente la relación entre el Yo y el símbolo la hemos
resumido en los dos principios “de benevolencia” y “de justicia” por motivos de
claridad y brevedad en el desarrollo del tema, y por considerar también que
toda otra virtud o principio moral pueden derivarse de ellos: por ejemplo, del
primero proceden algunos principios menos básicos de obligación: el principio
de utilidad, el principio de no perjudicar, el principio de no coartar la
libertad de nadie, etc. Y del segundo se derivan otros, por ejemplo, la
igualdad de trato y la igualdad ante la ley, etc. Otros como la caridad, valor,
templanza, honradez, gratitud, consideración, etc. Pueden sin duda derivarse de
los dos principios mencionados. Por todo esto es que, a tales principios de
benevolencia y justicia, los vamos a denominar: PRINCIPIOS CARDINALES DE LA
ÉTICA PSICOLÓGICA.
Cabe aclarar
que la actitud ética es a posteriori de la perplejidad inicial es decir, de la
FORMACIÓN de los tipos psicológicos. Nos preguntaremos, entonces, ¿continúa
actuando la ley del globo, aún cuando la relación ha sido mentada en términos
éticos? Sí. Cierto que cuando lo que se ha hecho patente es el primer principio
la ley adopta la forma: “a menor voluntad mayor cantidad de BIEN implicado en
el proceso”. Y si se tiene la certeza de que la relación expresa el segundo
principio, la ley nos dice: “a menor voluntad mayor (más efectiva) JUSTICIA
implicada en el proceso”. La ley del globo nos está indicando, así, que la
inflación del símbolo es traducida por el Yo bajo el aspecto de una sutil
ilusión, no figurativa esta vez sino conceptual: “el bien” o “la justicia”.
No dejaremos
pasar un renglón más sin advertir que LA ACTITUD ÉTICA, TAL CUAL SE LA HA
DEFINIDO AQUÍ, SOLO ES PRACTICADA POR LOS TIPOS “LÚDICO” Y “SACRALIZANTE”. Pero
no significa esta aclaración que el tipo gracioso luciférico sea completamente
amoral o inmoral; por el contrario, este tipo profesa la única verdadera moral:
LA QUE DIMANA DE UN BIEN ABSOLUTO Y DE UNA JUSTICIA ABSOLUTA, BIEN Y JUSTICIA
CONOCIDOS DURANTE EL ÉXTASIS DE LA RUNA INCREADA, LA ÚNICA VERDAD DEL VIRYA. La
conducta moral del tipo gracioso luciférico está regida por el principio
cardinal de la Ética zoológica y por eso excluye con GRACIA la relatividad
moral producida por las ilusiones de los símbolos inmanentes a la materia y
energía. En un próximo artículo se definirá con precisión la calificación ética
del tipo gracioso luciférico.
C – Ética psicológica del tipo lúdico y del tipo
sacralizante.
Dejando entre
paréntesis por el momento al tipo gracioso luciférico podemos distinguir en la
moralidad de los otros dos tipos dos actitudes manifiestamente diferentes: por
una parte están los que creen que “lo moral” es un valor intrínseco del ACTO
mismo que da lugar a la pregunta ¿qué debo hacer?, creencia que exige una nueva
interrogación ante CADA HECHO que pueda ser calificado de “moral”; la necesidad
de establecer pautas de comportamiento social ha llevado a este grupo, sin
renunciar al enfoque moral sobre cada hecho concreto, a adoptar a veces una
actitud mitigada y a aceptar alguna forma de NORMA universal que rija la
conducta moral: pero en los dos casos, el riguroso y el atenuado, se afirma que
“el bien” y “lo justo” depende de cada acto moral en particular siendo posible
que un mismo hecho, ocurrido bajo circunstancias diferentes, posea un valor
distinto de bien o de justicia; quienes comparten este criterio son llamados en
Eticapsicológica: DEONTÓLOGOS; “deontólogos normativos”
los mitigados.
Por otra parte
hay quienes creen que el valor moral de un acto procede del fin a que dicho
acto apunte: no se debe así calificar a cada hecho según su circunstancia sino
atender a sí DE SU FINALIDAD depende que se obtenga UN MAYOR EXCEDENTE DE BIEN
SOBRE MAL O UNA MAYOR JUSTICIA; en otras palabras: un acto es “bueno” o “justo”,
y debe realizarse, si, y solo si, SU FINALIDAD, por encima de cualquier otra alternativa,
PROMETE UN MAYOR EXCEDENTE BIEN SOBRE MAL O UNA MAS EFECTIVA JUSTICIA SOBRE LA
INJUSTICIA; esta creencia se denomina en Eticapsicológica: TELEOLOGIA y admite, como en el caso
de los deontólogos, varias posiciones, algunas rigurosas y otras mitigadas, es
clásico, por ejemplo, distinguir si la finalidad pretendida apunta a producir
un mayor bien personal o social y universal: si el fin perseguido redunda
exclusivamente en un bien personal los teleólogos son llamados EGOISTAS ÉTICOS;
en caso contrario, si el bien a alcanzar en el acto moral tiene un declarado
fin social, colectivo, comunitario, etc., los teleólogos son conocidos como
UNIVERSALISTAS ÉTICOS o, más comúnmente, UTILITARISTAS.
Con referencia
a la tipología Aberro, se entiende que, debido a la tendencia a ENCUADRAR LOS
HECHOS, característica de la actitud lúdica, los miembros del “tipo lúdico”
atiendan al deber moral concreto, intrínseco a cada acto particular, y pueden
ser calificados en su gran mayoría como “deontólogos éticos”. Los “jugadores
sacrílegos”, más temerosos de asumir compromisos permanentes, y, también, más
personalistas, suelen ser “deontólogos rigurosos del acto”; los “jugadores
vulgares”, es decir, quienes aplican la actitud lúdica a toda suerte de
actividades concretas en su vida diaria, la más de las veces simulado tan
hábilmente “la seriedad” de sus actos que acaban por olvidar que en realidad no
creen en lo que hacen, eligen ser “deontólogos de la norma”. Claro que, como la
sociedad está constituida por una abrumadora mayoría de “jugadores vulgares”
ellos son los que han acabado por imponer la “moral corriente”. Tal ética es
estrictamente cultural, basada en reglas concretas de moralidad que permiten
decidir, ante determinado hecho particular. “es bueno”, “es justo”, etc., y se
ha insertado profundamente en la estructura orgánica de la sociedad, por
ejemplo en la justicia, la cual ha sido codificada en leyes que generalmente
parten de normas deontólogicas. Sin embargo, según veremos, la actividad de los
teleólogos ha tenido también gran influencia sobre las normas legales de base
ética. El “tipo sacralizante”, por la dependencia que adopta frente a símbolos
poderosos a los cuales sacraliza y reduce a “principios cardinales”, es
naturalmente teleólogo. La finalidad hacia la que se desarrolla el proceso de
los arquetipos representados por los símbolos. Es decir que el “mayor excedente
de bien sobre mal” es la interpretación moral de la perfección final o
entelequia a la que tiende el despliegue evolutivo de los arquetipos. Pero tal
entelequia o finalidad está solo en potencia tras el símbolo y, para
interpretarla, reglarla, normarla y postularla, ES PRECISO CAPTARLA
PREVIAMENTE, posibilidad que ya hemos visto está vedada el tipo lúdico por su
actitud temerosa y no comprometida. Al tipo lúdico le resultará muy difícil
soportar la presencia de los símbolos más poderosos y captarse secreta
finalidad, por eso solo considera de los hechos su aspecto más aparente y
exterior: PRIMA FACIE. El tipo sacralizante por su parte, si la sujeción es muy
intensa, puede caer en posturas utópicas al afirmar tenazmente la primacía de
las entelequias morales por sobre cualquier norma concreta de los deontólogos.
Con “símbolo
poderoso” queremos significar un símbolo complejo, por ejemplo uno que represente
a un hecho moral, cuya complexión le permita actuar con eficacia sobre el Yo,
de acuerdo a la ley del globo. En tal situación el tipo lúdico observará PRIMA
FACIE al símbolo y lo encuadrará ANTES de que la tensión crezca según la ley,
es decir, antes de que “la interpretación moral de la tensión” le lleve a
conclusiones insospechadas. Es que tal “interpretación moral” de la tensión
dramática, en tanto que CRECE, es percibida como DEBER U OBLIGACIÓN TAMBIÉN
CRECIENTE; algo que el tipo lúdico teme y evita. Por eso los “jugadores
vulgares” del tipo lúdico, inmensa mayoría social, suelen mantener un contacto
muy efímero con aquel símbolo complejo que actúe sobre su fibra moral, no
pasando en muchos casos de una simple mirada indiferente, y, por eso también,
los miembros del tipo lúdico pueden ir desde la AMORALIDAD, que es un grado
inferior del comportamiento ético por parte de algunos jugadores vulgares,
hasta la MORALIDAD CULTURAL NORMATIVA, producto de una obligación PRIMA FACIE
por parte de los jugadores sacrílegos y algunos otros, que es el grado más alto
de responsabilidad moral a que es capaz de llegar el tipo. Kant, un típico
DEONTÓLOGO ACTIVISTA, trató de conciliar las distintas posiciones del tipo
lúdico apelando a una triquiñuela que permite, frente al símbolo, no avanzar
demasiado en la indagación de su finalidad real –con el peligro de caer en la
teleología-, ni propiciar la aceptación subjetivista de que el propio punto de
vista sobre lo que es bueno o justo sea el correcto, -con lo que se podría caer
en el egoísmo solipsismo ético; su solución fue: “actúa siempre de acuerdo con
aquella máxima de la que puedas al propio tiempo querer que sea una ley
universal”. Queda así salvada la apreciación PRIMA FACIE que el tipo lúdico
pueda obtener del símbolo encuadrado: basta con que el bien buscado NOS PAREZCA
que es un bien común.
El tipo
sacralizante, por su lado, VE CRECER la tensión en forma de obligación moral y
se impone, a veces fanáticamente, de UN DEBER (HACER) que tratará luego, luego
de la contemplación sacralizante, de hacer valer; no decimos QUE CUMPLIRÁ sino “que
tratará de hacer valer”, y cumplir, a los demás. De ese modo los del tipo
sacralizante imponen también, en muchos casos con extrema violencia, de su
punto de vista teleológico al tipo lúdico inferior: desde las utopías políticas
y jurídicas hasta las reglas religiosas y teológicas de creencias triunfantes,
se acaban imponiendo como norma de conducta social a despecho de los del tipo
lúdico y aún de luchas y conflictos entre las distintas funciones en que se
divide el tipo sacralizante. La pretensión más corriente del tipo sacralizante
es la exigencia de que “toda la sociedad” debe ajustar su conducta ética EN
CONFORMIDAD CON UN MODELO MORAL TELEOLÓGICO, es decir, uno que promete la mejor
finalidad en cuanto a bien y justicia. Pero no se trata, entonces, de una mera
reglamentación, de que el hombre deba decidir su conducta frente a la pregunta
¿qué debo hacer? Valiéndose SOLO de normas morales; la pretensión va más allá
al exigir que CADA individuo adopte su carácter particular en conformidad con
el modelo propuesto. Los teleólogos son en este sentido intransigentes e
intentan, así, forzar la imitación de sus modelos paradigmáticos, por ejemplo
los marxistas a Marx, Lenin, Fidel Castro, El Che Guevara, etc.; los budistas a
Buda; los musulmanes a Mahoma; los judeocristianos a Jesús-Cristo; etc. Y hasta
los directores capitalistas de grandes corporaciones, a través de sus
fundaciones, el control político, publicitario, la prensa, etc., tratan de
medir o condicionar al ciudadano común para que se mantenga dentro de los
límites del “modelo liberal”: practique “el consumo”, “la democracia”, “la
competencia de mercado”, etc. En resumen: la pretensión teleológica “UTILITARISTA
NORMATIVA” apunta a INFLUIR SOBRE LOS RASGOS Y DISPOSICIONES DEL CARÁCTER
INDIVIDUAL, ADAPTANDO A CADA UNO SEGÚN EL MODELO EJEMPLIFICADO, PARA CONSEGUIR
AL FINAL UN “BIEN COMÚN”, UNA “JUSTICIA MÁS PERFECTA”, ETC. Y esta pretensión
de modelar al hombre se sobreentiende generalmente en las doctrinas
teleológicas pues todo cuanto logran legislar, e insertar en la estructura
organizada de la sociedad, apunta a tal finalidad: las reglas morales, que
luego se transforman en normas obligatorias, proceden de “la cultura”, una
cultura amansada por la Sinarquía con el barro de las doctrinas teleológicas.
D – Ética noológica del tipo gracioso
luciférico.
Vamos a
convenir, de entrada, en referirnos al caso más perfecto del tipo gracioso
luciférico, esto es, al Iniciado Hiperbóreo o Caballero Tirodal: en ese caso
ejemplar hay que pensar, cada vez que se aluda, en este artículo, al tipo
gracioso luciférico.
Considerando,
pues, ese caso, del Iniciado Hiperbóreo, es evidente que la Ética psicológica no conseguirá jamás definir ni explicar
su comportamiento frente al “hecho moral”, es decir, frente al hecho cultural
que presenta carácter “moral” para el tipo lúdico y el tipo sacralizante. ¿Por
qué? Respuesta: porque ningún “hecho cultural” semejante presentará carácter
moral para el tipo gracioso luciférico. Y más: ningún hecho cultural en
absoluto será evaluado como hecho moral; para el tipo gracioso luciférico ni el
acto ni la finalidad del acto tienen significado moral alguno, Para comprender
esta respuesta debemos observar el acto ético fundamental y recordar que es la
relación entre el Yo y el símbolo la que determina el carácter moral del hecho
cultural representado, al ser interpretada como “principio de justicia o
benevolencia”: los tipos lúdico y sacralizante, al percibir los principios
cardinales de la Ética psicológica, en realidad PONEN SENTIDO moral en el hecho
cultural , es decir, lo afirman como valor particular, dotan al contexto
axiológico de “valor moral”, que es un valor cultural particular; pues bien,
nada de esto ocurre cuando es el tipo gracioso luciférico quien interpreta la
relación entre el Yo y el símbolo: la actitud graciosa luciférica le permite
suspender la tensión dramática y quebrar la ley del globo: dijimos en otro
artículo que entonces el virya percibe “una situación cómica, graciosa pero
notoriamente falsa. Ante la mirada luciférica la circunstancia dramática pierde
su atmósfera trágica o angustiante y se revela, en cambio, artificiosa y
ficticia”; entonces, si lo desea, puede invertir el sentido del símbolo y aprehender
su esencia arquetípica sin ser afectado por ella, debido a que en ese momento
el proceso arquetípico está “detenido” puesto que la tensión está “suspendida”;
pero, ¿qué pasa si el virya no desea conocer la esencia del símbolo? Respuesta:
que, AL ESTAR LA TENSIÓN “SUSPENDIDA” POR LA ACCIÓN DE LA VOLUNTAD GRACIOSA, LA
“RELACIÓN” ENTRE EL YO Y EL SÍMBOLO HA SIDO DISUELTA. PERO ESTA “RELACIÓN”,
ESTA “TENSIÓN RELATIVA”, ES NI MAS NI MENOS QUE LA REPRESENTACIÓN DE UNA “CONEXIÓN
DE SENTIDO” EXTERIOR, EL ENLACE OTORGA VALOR PARTICULAR A UN OBJETO CULTURAL,
EN ESTE CASO, A UN OBJETO MORAL: SU DISOLUCIÓN IMPLICA SU NO AFIRMACIÓN
EXTERIOR. EN SÍNTESIS, EL TIPO GRACIOSO LUCIFÉRICO JAMÁS PONDRÁ VOLUNTARIAMENTE
SENTIDO EN LOS ENTES, COMO LO ESTIPULA EL OBJETIVO MACROCÓSMICO DE LA FINALIDAD
DEL PASÚ, Y MUCHO MENSO SENTIDO MORAL: JAMÁS INTERPRETARÁ LA TENSIÓN DRAMÁTICA
COMO PRINCIPIO ÉTICO Y, EN CONSECUENCIA, CUALQUIERA SEA EL HECHO CULTURAL
REPRESENTADO, JAMÁS EXPRESARÍA UN VALOR MORAL QUE PUEDA SER AFIRMADO EN EL
CONTEXTO AXIOLÓGICO.
Es claro, a la
luz de los
fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea vistos hasta aquí, que el Iniciado Hiperbóreo, con
su Yo aislado en el arquémona odal, evitará en los posible “poner sentido en
los entes” y cumplir, así, con el objetivo microcósmico de la finalidad del
pasú. El Iniciado Hiperbóreo es indiferente a las superestructuras de los
hechos culturales y, por eso, estos no pueden capturarlo: si el Arquetipo astral de un hecho cultural, por caso lograse
establecer una “conexión de sentido” con el Iniciado Hiperbóreo, la misma no
podría resistir ni un instante a la actitud graciosa luciférica. El Iniciado
Hiperbóreo, si lo desea, puede desplazarse por el mundo siendo “culturalmente
invisible”, a causa de la falta de relaciones mutuas con las superestructuras.
Es evidente entonces que el Iniciado Hiperbóreo que ha eliminado las conexiones
de sentido entre su microcosmos y las superestructuras,
JAMÁS AGREGARÁ “VALOR MORAL” AL CONTEXTO AXIOLÓGICO pues éste es expresión de
la interpretación eticopsicológica de las conexiones de sentido, correspondientes a
tensiones relativas entre el Yo y el símbolo del hecho cultural, conexiones
que, en este caso, son inexistentes. Desde luego, no hará falta insistir en
ello, QUE LA ELIMINACIÓN DE LAS CONEXIONES DE SENTIDO, Y SU INVISIBILIDAD
CULTURAL, EL INICIADO HIPERBÓREO LA CONSIGUE PRESENTANDO PERMANENTEMENTE ESA
ACTITUD GRACIOSA LUCIFÉRICA QUE SUSPENDE TODA TENSIÓN DRAMÁTICA ENTRE EL YO
AISLADO Y LOS SÍMBOLOS REPRESENTADOS DEL HECHOCULTURAL, EVITANDO ASI QUE LA
EXPRESIÓN EXTERIOR CORRESPONDA CON ALGUNA INTERPRETACIÓN MORAL O CULTURAL DE
CUALQUIER CLASE.
Más, si el
Iniciado Hiperbóreo no afirma ningún valor eticopsicológico ¿qué expresa su
expresión? Respuesta: EL VALOR ETICONOOLÓGICO, VALE DECIR, EL “HONOR”, LA ÚNICA MORAL DEL VIRYA DESPIERTO.
Cuando el Iniciado Hiperbóreo expresa el honor, su expresión corresponde a la
voluntad graciosa manifestada por el Yo en la actitud graciosa luciférica. Y,
como esta actitud es PERMANENTE, se ve claramente que EL HONOR DEL INICIADO HIPERBÓREO, que la
refleja, ES TAMBIÉN PERMANENTE. IGUALMENTE, COMO NO EXISTE CONEXIONES DE
SENTIDO, SE ENTIENDE QUE EL HONOR DEL INICIADO HIPERBÓREO ES
INDEPENDIENTE DE TODO “ACTO” O HECHO CULTURAL . Con otros términos, el honor del Iniciado Hiperbóreo es un valor
absoluto, independiente de toda determinación cultural.
Si el Iniciado
Hiperbóreo no presentase una actitud graciosa luciférica “permanente”, el honor, siempre absoluto, será expresado en
los momentos en que aquella sea asumida: tales momentos son los “Kairos del Honor”.
Sea cual sea el
caso, actitud graciosa luciférica permanente o en un Kairos, lo cierto es que
el honor es independiente del contexto y solo
tiene valor para el Iniciado Hiperbóreo, que es quien lo produce: EL HONOR ES DE SÍ Y PARA SÍ, EN TODO CASO, EL HONOR ES UN VALOR QUE SE VALORIZA A SÍ
MISMO.
El valor moral
de la Ética psicológica depende de las relaciones entre el yo
y los símbolos, y de los símbolos entre sí: por ese carácter relativo al valor
moral es eminentemente lógico y admite las conocidas reducciones a formas
normativas y legales. Contrariamente al valor moral psicológico, EL VALOR
MORALNOOLÓGICO, EL HONOR DEL INICIADO HIPERBÓREO, NO DEPENDE DE NINGUNA RELACIÓN Y NO ADMITE
FORMA LÓGICA ALGUNA: EN TODO CASO EL HONOR, QUE ES UN VALOR QUE SE VALORIZA A SÍ
MISMO, CONSTITUYE SU PROPIA LEY.
EL HONOR DEL INICIADO HIPERBÓREO SE EXPRESA CON
INDEPENDENCIA DE TODO CONTEXTO Y, POR LO TANTO, CARECE DE SIGNIFICADO
CONTEXTUAL; NO ES NI LÓGICO NI PSICOLÓGICO, NI RACIONAL NI IRRACIONAL: ES, ESO
SI, EL REFLEJO ÚLTIMO DE LO INCREADO, EL ACTO DE LA VOLUNTAD GRACIOSA Y
CARISMÁTICA; SI BAJO ALGUNA FORMA SE MANIFIESTA, ESTA NO ES ARQUETÍPICA SINO
RÚNICA Y SE DENOMINA “MÍSTICA HIPERBÓREA”.
EL HONOR DEL VIRYA ES LA MÁS EXTERIOR
MANIFESTACIÓN DEL CARÁCTER DEL ESPÍRITU HIPERBÓREO: POR ESO, PARA LOS INICIADOS
HIPERBÓREOS, EL HONOR ES LA MAYOR “VIRTUD” QUE PUEDE EXHIBIR
UN VIRYA, PUES SU PRESENCIA ES PRUEBA INEQUIVOCA DE LA PRESENCIA DEL ESPÍRITU,
EL HONOR, QUE ES PROPIEDAD EXCLUSIVA DEL
ESPÍRITU HIPERBÓREO, REVELA EL CARÁCTER ORIGINAL DE LA RAZA ETERNA E INFINITA.
En síntesis, el
Iniciado Hiperbóreo, que es un tipo gracioso luciférico, cualquiera sea el
hecho cultural en el que participe o el acto que ejecute, ACTUA SIEMPRE CON HONOR: su “MORAL” no depende de ninguna ley
o norma eticopsicológica sino de su voluntad de actuar, pues el
honor es el acto de su voluntad, su propia
ley.
E – Ética psicológica y gnoseología.
Existe, según
vimos al comienzo, una estrecha relación entre el problema ético y el problema
gnoseológico, entre la pregunta ¿qué debo hacer? Y la pregunta ¿qué puedo
saber?. En efecto , cuando los miembros del “tipo lúdico” son deontólogos del
acto, es decir que sustentan una posición rigurosa, suelen mantener puntos de
vista gnoseológicos consecuentes; son: EMPIRISTAS ACERRIMOS, MATERIALISTAS,
POSITIVISTAS, etc., presumiblemente debido a la secuencia: ¿qué puedo saber?
Repuesta: “lo que está encuadrado y simbolizado”. Los desontólogos normativos, “moderados”,
casi jugadores sacrílegos, son por su parte: CIENTIFICISTAS, TECNÓLOGOS,
REALISTAS CRÍTICOS, EPISTEMÓLOGOS, LOGICISTAS, etc. Hasta un “idealista”, pero
deontólogo, como Kant ya hemos visto que hace depender el valor moral del acto
concreto.
Los teleólogos
del “tipo sacralizante”, al afirmar el valor de la finalidad del acto por sobre
cualquier otro principio, son necesariamente CAUSALISTAS desde el punto de
vista gnoseológico; si son, simultáneamente, MATERIALISTAS pueden ser,
entonces: DETERMINISTAS, DIALECTICOS, EVOLUCIONISTAS, TRANSORMISTAS, etc. Si
sustentan, en cambio, alguna teoría ESCATOLÓGICA serán RELIGIOSOS, DEVOTOS,
CREYENTES, ESOTÉRICOS, etc. Y, fundamentalmente: SACERDOTES.
Regresando al
problema gnoseológico basta reflexionar sobre lo dicho para darse cuenta que
toda la discusión , y los TÍTULOS que hemos asimilado a las posiciones éticas,
provienen de la elección entre las siguientes alternativas: I) NO HAY NINGÚN
ORDEN EN EL UNIVERSO; II) EXISTE UN ORDEN; III) PROGRESIVAMENTE SE ESTA ELABORANDO
UNO. Naturalmente que al partir de cualquiera de estas premisas las respuestas
a la pregunta ¿qué puedo saber? variará fundamentalmente: Según I) la respuesta
puede ser: “sabremos con certidumbre hasta dónde lo accidental y contingente lo
permitan”; respuesta típica de la deontología. Según II): 2podemos conocerlo
todo, con absoluta certeza, en la medida que arribemos a las causas finales,
respuesta clásica de la teleología. Según III) “podemos saber hasta un nivel
tal que coincida con el más alto nivel de evolución del universo: ambos, el
sujeto cognoscible y el objeto por conocer, deben “encontrarse” en un punto de
perfección relativa, en donde se alcanzará, entonces, la máxima certidumbre
posible”; respuesta característica de los evolucionistas de cualquier tipo.
F – Militares y Kshatriyas.
Hay que agregar
aquí que los MILITARES DEL KALY YUGA, QUE NO OBEDECEN A LÍDERES CARISMÁTICOS Y
QUE ESTAN ORGANIZADOS EN “FEURZAS ARMADAS” SIN MÍSTICA, NO PERTENECFEN A LA “CASTA
GUERRERA”, NO SON KSHATRIYAS, SINO UN SUBTIPO ESPECIAL DEL “TIPO SACRALIZANTE”.
La diferencia entre el “militar” y el “subtipo sacerdote” está en que, frente
al símbolo
sagrado, EL SACERDOTE
AFIRMA LA ESENCIA (ENTELEQUIAL) POR SOBRE LA FORMA Y EL MILITAR AFIRMA LA FORMA
POR SOBRE LA ESENCIA. Se comprueba, efectivamente, que tras “la forma” de los
símbolos sagrados, CIRCULO, CRUZ, CORAZÓN, SERPIENTE, etc., el sacerdote
siempre ve un Misterio o, en el peor de los casos, un significado trascendente
o metafísico. El militar en cambio atribuye un valor superlativo a lo formal,
SÍMBOLOS PATRIOS, ESTANDARTES, UNIFORMES, SIGNOS DE RECONOCIMIENTO, MAPAS,
CÓDIGOS, etc., pero sin atravesar jamás el velo de la apariencia: sin
trascender hacia las esenciasque sostienen a esas formas que lo atraen e hipnotizan;
en fin: sin comprenderlas en absoluto. Pero, sea cual fuere EL GRADO de
intensidad que el símbolo ejerza sobre el Yo del subtipo militar, de acuerdo
con la ley del globo, éste acabará sometido al hechizo formal de su inflación,
con la voluntad anestesiada y el alma fagocitada por “la patria”, “la
bandera”, etc., es decir, arrodillado e idolatrando al “grande” y “maravilloso”
globo, tal como se comportaba en la alegoría del Sr. Aberro.
……………………………………………………………………………………………………………….….
TIPOS Y PROFESIONES
A – Tipos
Aberro y profesiones particulares.
B – Tipos Aberro y
profesiones colectivas.
A – Tipos Aberro y profesiones
particulares.
En anteriores
artículos se afirmó que el “sacerdote”, exponente del tipo brahmánico del
sistema de castas indoario, se deriva como “subtipo” del tipo sacralizante de
la tipología Aberro. ciertamente, dentro del tipo sacralizante, hemos hecho la
distinción de varios subtipos, aunque solo nombrándolos al pasar: sacerdote,
militar, revolucionario social, etc. En este inciso, no solo vamos a confirmar
tal distinción, sino que demostraremos la existencia de otros subtipos, todos
los cuales responden en su perfil psicológico a aquel tipo que vimos en el acto
II de la alegoría del SR. Aberro. Empero, cabe aclarar aquí que la clasificación en
SUBTIPOS de la tipología aberro no está basada únicamente en el comportamiento
interior pues atiende también a la FUNCIÓN SOCIAL que cada tipo, el lúdico o el
sacralizante, cumplen en el mundo.
Expondremos
sintéticamente el criterio de la Sabiduría hiperbórea para clasificar a las
sociedades de acuerdo al rol profesional de sus miembros. Según este criterio,
en toda consideración sociológica se ha de distinguir entre aquellas
profesiones que insumen, a quienes las practican, SOLO UNA PARTE DE SU TIMEPO
VITAL y aquellas otras que requieren UNA ENTREGA TOTAL Y CINSUMEN TODO EL
TIEMPO VITAL DISPONIBLE. Las primeras son llamadas PROFESIONES PARTICULARES y
se caracterizan porque EXISTE DE ELLAS UNA DESCRIPCIÓN COMPLETA, EN EL DOMINIO
CULTURAL SOCIAL, DE MODO TAL QUE PUEDEN SER “APRENDIDAS”. Quien aprende un
oficio o profesión particular está capacitado para cumplir DURANTE CIERTO
TIEMPO un rol social comunitariamente reconocido; FUERA DE ESE TIEMPO SOCIAL,
durante el cual el “profesional” SE IDENTIFICA CON SU PROFESIÓN, es posible
vivir “la vida”, “SU VIDA”. Evidentemente el ROL PROFESIONAL es un papel de
actor en el drama de la vida y, en la aceptación colectiva de que tal actuación
solo deba cumplirse en un HORARIO PARTICULAR, hay que ver la mano de los
JUGADORES. el tipo lúdico, en efecto, en la medida en que va logrando cierta
influencia en la organización de la sociedad, TRATA DE PROTEGERSE delimitando
estrictamente el contorno especial y temporal del rol profesional, ¿Protegerse
de qué?: de la fagocitación que podría producir una PERMANENTE identificación
con el rol profesional, el cual es en verdad una máscara, un disfraz, una
apariencia que representa a un Arquetipo colectivo dominante.
He aquí un
principio de la Estrategia Psicosocial: TODO ARQUETIPO COLECTIVO INCOSNCIENTE
PUEDE SER HECHO CONSCIENTE “COLECTIVAMENTE” SI ES DESCRIPTO POR MEDIO DE UN
SISTEMA CONVENCIONAL DE SIGNOS Y PRESENTADO A LA COLECTIVIDAD PARA SU
CONOCIMIENTO. Por lo tanto “describe lo mejor posible” el modelo del rol profesional
y “enmarcar temporalmente” tal rol en un “horario” es ante todo una medida de
seguridad, una garantía de que “se podrá salir” del rol en algún momento, “fuera
de horario”, y se recuperará la propia personalidad. Como dijimos hay que ver
aquí la actitud lúdica típica: ENCUADRAR UNA SITUACIÓN DENTRO DE CIERTOS
LÍMITES SEGUROS Y PLANTEARLA EN TÉRMINOS SIMBÓLICOS.
Naturalmente,
el MODELO PROFESIONAL del rol, una vez descripto, queda incorporado en la
esfera de sombra terrestre como “Arquetipo colectivo universal”: se torna
dominante cuando consigue “capturar” a un profesional en la superestructura del
hecho cultural e intenta desarrollarse a través suyo buscando concretar la
entelequia de la profesión. Se corre, pues, el peligro de convertirse en un “fanático
de la profesión”, un profesional “de todo tiempo”, esos “médicos apóstoles” que
todos conocemos por ejemplo o los también fanáticos, pero nefastos, ejecutivos
de negocios o “businessman” que, por desgracia, también conocemos y cuya
dedicación a la profesión les absorve todo su tiempo e impide distinguir a
dónde termina el rol profesional y adónde comienza el hombre. Pero de este
peligro se salva fácilmente, es obvio, quien “respeta el horario”; separa la
ida privada de la colectiva; se “olvida del rol profesional”, que ha cumplido
cada día, de la misma manera que el jugador “olvida sus games” tras cada juego.
La conclusión
que hay que sacar de esto es que en tanto el modelo profesional haya sido bien
DESCRIPTO SIMBÓLICAMENTE, en un “plan de estudios, y ENCUADRADO, en un “horario”
por ejemplo, podrá ser “ejercido” un rol profesional sin peligros, se podrá “jugar”
un papel en la vida, “actuar” profesionalmente, etc. el peligro de una captura
permanente por parte de un Arquetipo profesional comienza, por el contrario,
cuando los límites del modelo se tornan difusos y ni la descripción es completa
ni el horario es fijo. Esto ocurría por ejemplo, con os gremios de la Edad
Media dentro de los cuales casi no podía distinguirse la humanidad que pudiese
existir en un artesano fuera de su artesanía profesional: un CORDONNIER un
zapatero, era siempre tal, en todo momento, y no cabía esperar otra cosa de él
que no fuera pensar en cueros y clavos; si pertenecía a una dinastía de
artesanos el nombre de su oficio quedaría adherido a su propia identidad y
habría así una “familia Cordonnier” cuyos miembros podrían llamarse Pedro
Cordonnier o Hugo Filscordonnier, etc. Un artesano profesional pertenecía así a
una comunidad profesional de la cual rara vez conseguía destacarse: no había
allí individualidad sino colectividad; estaba, en una palabra: INMERSO EN EL
INCONSCIENTE COLECTIVO.
En la
actualidad se ha progresado hacia el desempeño de un rol profesional que
permite el desarrollo simultáneo de otras esferas de la personalidad: se puede
ser profesional y a la vez individuo. A tal situación se ha llegado luego de
que la sinarquía disolviera con la revolución del Renacimiento a la
civilización Judeocristiana de la Edad Media. Sin embargo la individuación del
hombre NO ES QUERIDA por la Sinarquía y si algo se ha avanzado en ese sentido
es a costa de sus planes más que como favor de éstos. La Sinarquía pretende
sólo la manifestación y colectivización completa de la humanidad; salvo, claro,
a los miembros de la raza sagrada hebrea, para cuya liberación social y elevación
económica se libró la mencionada revolución renacentista, además de la
francesa. Pero el sistema actual está lejos de ser perfecto, toda vez que ha
sido creado por el tipo lúdico y registra en su constitución el temor
característico del jugador, siendo en cambio productor constante de
enfermedades psíquicas: hay una neurosis clásica que padecen quienes libran una
lucha inconsciente contra el Arquetipo profesional; si éste los absorbe se
sienten alienados y sufren de estrés; si, según la ley del globo, el símbolo
profesional les resulta más atractivo que su vida misma y no consiguen una
individualidad plena, entonces descubren que no pueden abandonar la profesión,
O CUALQUIER OTRO ROL QUE LOS SUSTRAIGA DE LA VIDA, sin adentrarse en un terreno
oscuro y abismal: los límites del rol profesional son así los límites de la
crisis; dentro de la profesión, o de un papel o disfraz cualquiera, la vida
transcurre como en un juego, pero un juego tal que la falsedad y futilidad de
la trama se advierte a cada instante; fuera de los roles está el vacío
existencial, la angustia de la nada, de no ser nada, que los existencialistas
también han mostrado y a la que no resulta fácil enfrentar. Cuando se ha
experimentado la soledad no queda ya otra alternativa que abandonar todo rol,
toda profesión, todo disfraz, toda máscara, TODO JUEGO, y “jugarse en serio”,
haciendo VALER el Linaje Hiperbóreo, apuntando la existencia hacia la absoluta
indeterminación del
Vril, situando el
Yo perdido en el Selbst y permitiendo la manifestación del Espíritu Eterno,
trascendiendo el molde de los tipos y la trampa de los PRINCIPIOS ARQUETIPOS.
Claro que para ello hace falta ser valiente a ultranza... y el valor es una
mercadería escasa en los tipos lúdico y sacralizante...
En las
siguientes palabras que el escritor sinarca Lanza del Basto pone en boca de su “judas”
con ánimo de desprestigiar al tipo gracioso luciférico, se comprueba con
claridad cual debe ser la actitud luciférica hacia el problema:
“Un loco dice:
“Yo soy el tetrarca”. Otro dice: “Yo soy un cántaro”. Un tercer loco dice: “Yo
soy Dios”. Y hablan, piensan, ven, como si fueran rey, cántaro, Dios. El hombre
sensato dice: “Yo soy carpintero”, o “publicano”, o “mercachifle”. Y habla,
piensa, ve, como si lo fuera. El hombre sensato ES UN LOCO MÁS MEZQUINO.
“Sabio es aquel
que se niega a asumir un personaje, que se contenta con desempeñar el papel del
hombre.”
“Puede un
hombre representar un personaje cualquiera para hablar, pensar, ver, como si lo
fuese. Mas por haber querido serlo sabe que no lo es.”
“Ser es el
hecho de la piedra y de la mugre. Sería el hecho de Dios si éste por casualidad
fuera. Pero el hombre es superior a esas cosas por su levedad. No es: pasa.
Silva, ríe, piensa: pasa.”
B – Tipos Aberro y profesiones
colectivas.
La segunda
clase de profesiones, ejercidas casi siempre por los miembros del “tipo
sacralizante”, se llaman PROFESIONES COLECTIVAS y, a diferencia de las “profesiones
particulares”, insumen la totalidad del tiempo vital. También se distinguen de
las primeras en que, salvo el contorno tradicional, no están descriptas
totalmente, siendo más que probable que quien las profese pase inmediatamente a
ser capturado por el Arquetipo correspondiente. Ahora bien, no se trata aquí de
una supervivencia de costumbres arcaicas, tal como los gremios medievales, sino
de una necesidad emergente de la organización social misma. Las profesiones
colectivas son necesarias porque consisten en FUNCIONES ESENCIALES sobre las
que se basa y estructura la sociedad; por tal motivo se procura que quien va a
desempeñar un rol colectivo carezca de otra finalidad en su vida que aquélla a
la que apunta su profesión; el juez: la justicia; el sacerdote: dios; el
militar: la defensa o la guerra; el político: el bien social; etc. Todas estas
profesiones son subtipos del tipo sacralizante y se comprende que “justicia”, “dios”,
“guerra”, “bien social”, es decir, las “finalidades” a las que aspiran
profesionalmente, son en realidad las entelequias de sus respectivos Arquetipos
dominantes, el globo final del Sr. Aberro.
Pero, como es
necesario que alguien represente esos papeles, y dado que sin ellos la sociedad
no existiría, la estructura social reserva y protege los lugares, los “empleos”,
que deben ser ocupados NO POR HOMBRES SINO POR FUNCIONARIOS, es decir, por
quienes lleven adelante las funciones esenciales. Aunque ingresar en tales
puestos implique la inmersión en lo colectivo, el desdibujamiento de la propia
personalidad, la IDENTIFICACIÓN DEL YO INDIVIDUAL CON UN YO SOCIAL: el juez,
cuando juzga, no habla por sí, sino por la sociedad entera; su voz es “la voz
de la Justicia”. No es el Yo del cura el que absuelve de los pecados, sino “la
voz de dios” que habla por él. Y cuando el militar da su discurso en el día
patrio su voz es la voz de la “voz de la Patria”. Esta participación psicológica entre el sujeto individual y un “sujeto
colectivo”, se produce fundamentalmente porque, a diferencia de las profesiones
particulares, las profesiones colectivas no están completamente encuadradas, ni
espacial ni temporalmente, según se ha dicho. El profesional del tipo
sacralizante jamás sabe exactamente dónde termina el rol y dónde comienza su
individualidad; cuándo habla por sí o por la sociedad, es decir, por la justicia,
por dios, por la Patria, o por cualquier otro símbolo sagrado que lo haya fagocitado.
La profesión
colectiva es un molde vacío con una FORMA INMUTABLE pero con una CAPACIDAD
INDEFINIDA; quien ocupe ese molde queda con-formado y sólo le resta expandirse
según la capacidad desconocida, pero quizá interminable de la profesión
colectiva; capacidad INTERNA, como se ve, que no es otra cosa que la evolución
del arquetipo: la percepción del desenvolvimiento del Arquetipo es la sensación
de progreso, de “mayor capacidad”, de “elevada profesionalidad”, que
experimentan los personajes colectivos. Pero es inútil buscar porque no puede
existir ninguna individualidad tras esa máscara; ¿quién no oyó hablar de
alguien, que “desapareció” tras el ornato de un puesto oficial? ¿y quién sería
capaz de separar nuevamente en sus partes, constituyentes al hombre y al
personaje social? ¿Quién buscaría, y sería capaz de encontrar, a Pérez detrás
del General de Caballería Pérez? ¿o a Gómez detrás del Obispo Gómez? Además ¿quién
puede suponer que Pérez deje de ser “General” durante la noche, “fuera de
horario”, como el buen zapatero del barrio deja de serlo -y quien no lo crea
que lleve a arreglar sus zapatos “fuera de horario” y verá cómo no tiene éxito
y si, en cambio, avisa que “en tal sitio hay una conspiración subversiva” verá
cómo Pérez sigue siendo General? Y lo mismo pasa con el sacerdote o el Juez -y,
si los hubiese, con el rey y el noble-: son profesionales en todo momento y
jamás dejarán de serlo; a menos que no lo hubiesen sido nunca y se tratase de
jugadores infiltrados, que simulan desempeñar la profesión a la espera de una
buena oportunidad para abandonar el juego. Pero en caso contrario, si se trata
de auténticos representantes del tipo sacralizante, la entrega a la profesión
será total, habrá reemplazo de la personalidad individual por un perfil
psicológico, o rol colectivo, que será expresión del Arquetipo profesional. Y
el profesional colectivo, como el Sr. Aberro en el acto II, será fagocitado en las entrañas de un globo demasiado
hinchado, de un símbolo
sagrado, Justicia,
Dios, Patria, al que se adora e imita.
Sólo nos resta
agregar que, en tanto los miembros del tipo lúdico que practican profesiones
particulares NO INTENTAN IMPONER A NADIE SUS CONVICIONES PROFESIONALES, por el
contrario los del tipo sacralizante SIENTEN EL DEBER de hacer partícipes a los
demás de sus ideas y de imponerlas, tal como advertimos más atrás, aún por la
fuerza. Así una sociedad verá desfilar honorables figuras de legisladores cuyos puntos
de vista jurídicos y morales deben ser tenidos por paradigmáticos; y no menos
augustos próceres militares, “padres de la patria” cuyas consignas geopolíticas
aún resuenan y mueven a fervorosas defensas; ¿y qué decir de los santos
sacerdotes cuyas vidas ejemplares han sido objeto de la admiración e imitación
de generaciones enteras? Evidentemente no se trata de hombres sino de
Arquetipos que evolucionan a través de los hombres... y de allí su peligro. En
el vacío de humanidad que se adivina tras cada uno de esos personajes de la
historia se advierte que tan inútil como es buscar individualidad en un
profesional colectivo, es intentar discutir con él su punto de vista. Inútil y
peligroso, lo repetimos: PORQUE CON LOS ARQUETIPOS NO SE DISCUTE; SON INHUMANOS
POR NATURALEZA Y SI SE HAN APODERADO DE UN HOMBRE LO DESHUMANIZAN TAMBIÉN,
TRANSFORMÁNDOLO EN UNA CÁSCARA. Con los Arquetipos sólo valen dos actitudes: o
se posee suficiente voluntad para resistir su captura o se debe someter a
ellos. El peligro consiste, entonces, en ser atrapado directamente por el
Arquetipo, o en que un “Arquetipo personalizado”, es decir, un profesional
colectivo, sospeche que nuestras ideas no son las que convienen al bien de la
justicia, de la religión o de la Patria; la opción es en cualquier caso la
misma: o resistir o someterse.
Pero hay que
evitar caer en la creencia ingenua de que cuando nos referimos a “profesiones
colectivas” lo hacemos pensando en “puestos” o “empleos” oficiales. Ya dijimos
que toda profesión colectiva encubre a una función social NECESARIA por lo que
no resultaría difícil extraer de tal afirmación la consecuencia ingenua de que
en toda sociedad firmemente establecida y organizada, las profesiones
colectivas deben NECESARIAMENTE concluir en un “puesto oficial”. La verdad es
que el “puesto oficial” es NECESARIO pero no SUFICIENTE; y vamos a ver porqué:
UN “PUESTO OFICIAL” ES EL “ÚLTIMO TÉRMINO” DE UNA ACCIÓN CUYO PRIMER MOVIMIENTO
LO PRODUCE EL ARQUETIPO COLECTIVO. Así vistas las cosas, desde el Arquetipo, NO
ES SUFICIENTE QUE ESTÉ VACANTE EL PUESTO -AUNQUE ESTE SEA NECESARIO-SINO EXISTE
EL HOMBRE INDICADO PARA OCUPARLO. Por eso “la sociedad”, que consiste en una
macroestructura cultural, RASTREA AL HOMBRE ADECUADO EXPLORANDO DESDE EL
INCONSCIENTE COLECTIVO UNIVERSAL A CADA UNO DE SUS MIEMBROS, EXISTA O NO EL “PUESTO
OFICIAL”. Una vez ubicado y capturado el candidato, cuando “su voz” sea la voz
del Arquetipo colectivo y su sujeto anímico un sujeto social, SERÁ GUIADO HACIA UN
“PUESTO OFICIAL” (QUE, SINO EXISTE, LO CREARÁ ÉL) DESDE EL CUAL EJERCERÁ EL
PODER. Por supuesto, será el Arquetipo y no el hombre quien “ejerza el poder”
puesto que tal ejercicio es sólo la expresión exterior de la evolución con que
dicho Arquetipo tiende hacia la entelequia; ya lo hemos explicado en la página
368: “el hecho cultural se está desarrollando impulsado por una gran potencia,
LO NOTE O NO EL OBSERVADOR, y en esa marcha hacia la entelequia la
superestructura TOMA LO NECESARIO PARA SU PERFECCIÓN Y RECHAZA AQUELLO QUE LE
ES INÚTIL U OPUESTO.” Para mencionar un ejemplo práctico digamos que en
norteamérica no existía el “puesto oficial” de presidente hasta que Jorge
Washington lo ejerció en 1789. Pero tal “puesto” fue creado como último término
de una acción revolucionaria que comenzó en 1776, cuando la superestructura
cultural norteamericana capturó a Jorge Washington, típico militar
sacralizante, como “hombre del destino” y lo impulsó hacia la cima del poder. Y
que nadie ponga en duda que cuando Jorge Washington hablaba, o pensaba era
EE.UU. naciente, su Arquetipo colectivo, el que hablaba o pensaba por él.
Para asimilar
mejor cuanto se ha expuesto sobre la relación entre “tipo lúdico” y las “profesiones
particulares” por un lado y el “tipo sacralizante” y las “profesiones
colectivas” por otro, hemos preparado en la figura 99 un cuadro sinóptico en el
que puede encontrarse la información resumida.
Figura 99
(FIN DEL TOMO 8)
…………………………………………………………………………………..…………….
LO QUE
SEGUIRÍA:
NOVENO TOMO: POSIBILIDADES DE LA VIA
TANTRICA.
A – Kaly, el
Kaly Yuga y el sexo de los Espíritus Hiperbóreos.
B – El Tantra
Yoga.
C – La “vía
húmeda” del Tantra
Yoga.
D – El
secreto de Kundalini.
E - La
Estrategia Hiperbórea de los Cátaros del siglo VIII.
F - El
peligro del Tantra Yoga.
G - La Prueba
de Familia.
H - Una clase
especial de conexión de sentido: los sistemas reales afectivos.
I - Captura
mutua en la superestructura del hecho familiar.
J -
Aplicación de la Prueba de Familia.
K -
Evaluación de la Prueba de Familia.
L - Reducción
de los sistemas reales afectivos.
M - Método de
“Identificación Recíproca”.
TOMO 10: TANTRA OCCIDENTAL DE LA
SABIDURIA HIPERBOREA
A – Cuándo no
se debe seguir la vía tántrica.
B – La
decisión tántrica del virya occidental.
C - El Ritual
de los Cinco Desafíos.
D – El Desafío
del Vino.
E – El
Desafío de la Carne.
F – El
Desafío del Pescado.
G – El
Desafío del Trigo.
H – El
Desafío del Maithuna.
I – Mujer Eva
y Mujer Kaly.
J – Ejecución
del Ritual de los Cinco Desafíos.
TOMO 11: ESTRATEGIA “O” DE LOS SIDHAS LEALES.
A - El Gral:
acto de guerra de Kristos Lucifer.
B - Poder del
Gral.
C- Reacción
del Demiurgo contra el Poder del Gral.
D - La “Raza
Sagrada” Hebrea”.
E - Efecto
social de la Estrategia 'O'.
F - Jesús
Cristo, imitación demiúrgica de Kristos Lucifer.
G - Las
tablas de la Ley, las Kábalas y los Druidas.
H - Analogías
entre la Estrategia 'O' y la vía de la oposición estratégica.
I - Chang Shambalá, morada de los Siddhas Traidores.
J - El
Valhala de Agartha, morada de los Siddhas Leales.
K -
Comentario sobre la Runa de Oro o Signo del Origen.
L - El Gral
como “Tabula Regia”.
M - Mesías
hebreo y Mesías imperial.
N -
Estrategias históricas A1 y A2 de los Siddhas Leales.
TOMO 12: FUNDAMENTOS DE LA RÚNICA
NOOLÓGICA .
A – Rúnica
Noológica y Kábala Numeral.
B – Los
Guardianes de la Sabiduría Lítica.
C – Conceptos
de “psicoregión”.
D – Concepto
de “isla psicoidea”.
E – Labor
megalítica del hombre de Cromagnón.
F – Megalitos
y Runa Svástika.
G – El
arsenal lítico de la Rúnica noológica.
H –
Estrategia Druídica.
I –
Revolución cultural druídica.
J – Nociones
de Corología Esotérica.
J1 – Efecto
geocrónico sobre “Kaly exterior”.
J2 –
Determinación corológica de la Ruta del Kaly Yuga.
TOMO 13: CONCEPTOS COMPLEMENTARIOS DE
LA SABIDURÍA HIPERBÓREA.
A –
Hiperbórea y los Hiperbóreos.
B –
Desplazamiento verdadero de los hombres de Cromagnón.
C –
Estrategia del Führer.
D – Israel,
chakra terrestre.
E – La misión
de los Mongoles en la Historia.
F –
Estrategia hebrea de Cristóbal Colón.
G – Misión de
Sudamérica en la Historia.
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