jueves, 6 de septiembre de 2018

TOMO 8


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TOMO 8
LA “TIPOLOGÍA ABERRO” DE LA ÉTICA NOOLÓGICA
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A - Descripción específica de los tipos
B – La Ley del Globo del acto ético fundamental
C – La alegoría del Sr. Aberro y el globo
D – Descripción analógica de las actitudes ―lúdica‖, ―sacralizante‖ y ―graciosa luciférica‖ 749
I – Actitud Lúdica.
II – Actitud Sacralizante.
III – Actitud Graciosa Luciférica.
E – Vigencia de la Ley del Globo en el acto ético fundamental.
F – Conclusión analógicas de la alegoría del Sr. Aberro y el globo.
G – Criterio e la tipología Aberro.
H – Tipo lúdico y tipo sacralizante.
I – Tipo gracioso luciférico.
J – Efecto de la actitud graciosa luciférica sobre la tensión dramática.
K – Voluntad graciosa luciférica del virya y voluntad psicológica del pasú.
L – El Paráklito, su Gracia y el Carisma.
M – El tipo gracioso luciférico participa de la Mística Hiperbórea.
N – Correspondencia entre la tipología Aberro y la tipología indoaria.
O – Falacia sobre el origen evolutivo del sistema de castas.
P – Superioridad del tipo gracioso luciférico-kshatriya sobre los otros tipos.
CONCLUSIONES ÉTICAS DE LA TIPOLOGÍA ABERRO.
A – Filosofía y Ética psicológica.
B – Calificación eticopsicológica de los Aberro.
C – Ética psicológica del tipo lúdico y del tipo sacralizante.
D – Ética noológica del tipo gracioso luciférico.
E – Ética psicológica y gnoseología.
F – Militares y Kshatriyas.
TIPOS Y PROFESIONES.
A – Tipos Aberro y profesiones particulares.
B – Tipos Aberro y profesiones colectivas.
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A - Descripción específica de los tipos.
Comenzaremos recordando que la Sabiduría Hiperbórea, atendiendo a la HERENCIA HIPERBÓREA, al Símbolo del Origen que encadena el Espíritu, distingue en la humanidad tres clases de hombres:
A – los ANIMALES-HOMBRES o PASÚ, casi inexistentes hoy día en estado puro pero presentes como “tendencia animal” en todo virya, debido a la herencia genética del Arquetipo Manú original.
B – los hombres semidivinos o VIRYAS: se dividen a su vez en VIRYAS DEPIERTOS y VIRYAS DORMIDOS, según que predomine en ellos la herencia hiperbórea de la sangre o la tendencia animal del pasú.
C – los Hiperbóreos Inmortales o SIDDHAS, cuya existencia se encuentra fuera de todas las determinaciones materiales.
De estas tres clases de hombres, con los viryas perdidos quienes integran la mayor parte de la humanidad y, naturalmente, es dentro de su conjunto donde se encuentra el “objetive group” cuyo tipo psicológico deseamos conocer. En la figura 97 se puede observar un cuadro sinóptico que resume cuanto venimos diciendo.
Comprobamos así que la tipología Aberro se basa en la distinción de tres características psicológicas del virya perdido INHERENTES A SU COMPORTAMIENTO FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO, esto es, el acto ético fundamental: el Yo frente al símbolo sagrado. Se trata, pues, de tipos sumamente específicos, cuya descripción debe ser en extremo precisa si se pretende evitar confusiones y malentendidos. Pero el criterio adoptado, a pesar de su rigor, tiene una gran ventaja que conviene poner de relieve.
Hemos explicado en varias oportunidades, que el virya perdido se transforma en “despierto” cuando consigue reorientarse hacia el origen. El virya despierto, aún cuando todavía no haya conquistado el Vril, ya no volverá a perderse nuevamente porque su Yo ha adquirido un permanente estado de alerta; ha reconocido el carácter bélico de su extravío y comprendido que sólo podrá liberarse de la cautividad material si toda su fuerza espiritual, su valor, su resolución, en fin, si toda su voluntad apunta hacia un único fin: el Retorno al Origen. Pero, tratándose de una situación esencialmente bélica, dicho tránsito sólo tendrá éxito si previamente se lo ha planificado; con otras palabras: hay que COGNOCER la manera de llegar; es decir, hay que poseer una Estrategia. Desde luego, por “Estrategia” entendemos el conocimiento del medio para arribar al fin del camino, un medio que puede ser alguna de las vías secretas de liberación, toda vez que ellas constituyen propiamente “modelos estratégicos generales”. Es de la mayor importancia, entonces, saber de qué manera es posible CONOCER GNÓSTICAMENTE una vía secreta para disponer así de la necesaria ESTRATEGIA PROPIA. El Misterio del laberinto, cuya solución emplea la vía de la oposición estratégica y la técnica arquemónica, procura que el Yo perdido efectúe el salto inductivo desde el signo del laberinto exterior hasta el símbolo del laberinto interior: y es la gnosis del laberinto interior, como se explicó, la que permite establecer la DISTANCIA ESTRATÉGICA ENTRE EL YO PERDIDO Y EL SELBST. La percepción de esa distancia es lo que orienta al Yo y lo aproxima al centro del laberinto, donde se consumará su inmortalidad y se pondrá al alcance la posibilidad de liberar definitivamente al Espíritu del encadenamiento material. En este tránsito, entre que el Yo perdido consigue dominar el secreto del ángulo recto para ingresar a la plaza tau, se produce el “acto ético fundamental”, el Yo frente al símbolo sagrado; es decir, el Yo, arrinconado contra la fenestra infernalis de la Runa Odal, se enfrenta con los símbolos sagrados que emergen en la esfera de luz e intentan fagocitar al sujeto consciente durante su emergencia. Y es entonces cuando el Yo debe exhibir la actitud graciosa luciférica, deteniendo el proceso del símbolo sagrado e ingresando en la plaza central tau. He aquí completo, el desarrollo de la Estrategia del laberinto, la Estrategia propia de todo Iniciado Hiperbóreo de la Orden de Caballeros Tirodal.

B – La Ley del Globo del acto ético fundamental.
El principio fundamental, del cual parte la descripción tipológica, es el hecho de que los viryas perdidos suelen reaccionar de tres maneras diferentes frente al símbolo sagrado, es decir, durante el acto ético fundamental. Pero hemos de recordar, ante todo, que tal enfrentamiento, el Yo frente al símbolo sagrado, es un acto “interior”, una situación propia de la estructura psíquica. El símbolo sagrado, en efecto, puede haber sido descubierto interiormente por la apercepción que el sujeto consciente, y el Yo perdido, realiza sobre una fantasía, o preceder de una percepción exterior, revelado por un Iniciador, por ejemplo: en este último caso, una vez introyectado, el símbolo actuará con toda su potencia directamente en la esfera de luz, análogamente a cualquier símbolo sagrado emergente. De manera que, sea cual fuere la procedencia del símbolo sagrado, el hecho es que éste APARECE ante la visión del Yo perdido y que existe la certeza de tal aparición. El símbolo sagrado APARECE en la esfera de luz, entonces, DIFERENCIADO y ENFRENTADO.
La aparición de un símbolo sagrado es siempre una experiencia impresionante, de allí que no le sea posible al Yo perdido mostrarse indiferente: el símbolo ES DIFERENTE E IMPRESIONA. Si un símbolo es verdaderamente sagrado, es decir, si representa a una verdad metafísica del más elevado orden, su aparición causará en el Yo perdido una impresión muy intensa, caracterizada por ciertos estados de ánimo típicos, tales como “asombro”, “admiración”, “sorpresa”, “pasmo”, “estupor”, etc., que conviene resumir en un concepto: PERPLEJIDAD. Con otras palabras, LA APARICIÓN DEL SÍMBOLO SAGRADO CAUSA LA INMEDIATA PERPLEJIDAD DEL YO PERDIDO. Sin embargo, tal impresión no dura mucho tiempo e indefectiblemente sucede una reacción del Yo perdido. Quien adopta una de las tres actitudes mencionadas en el cuadro sinóptico de la figura 97: actitud lúdica, actitud sacralizante, o actitud graciosa luciférica.
Figura 97

Vamos a destacar ahora un fenómeno que ocurre durante ese momento, cuando el símbolo sagrado se manifiesta a la conciencia, y que resulta determinante en las posibles reacciones del Yo perdido. Si tenemos presente que PERPLEJIDAD significa INCERTIDUMBRE, DUDA, VACILACIÓN, etc., es decir, “DETENCIÓN”, podemos describir con precisión al fenómeno: CUANDO EL SUJETO CONSCIENTE SE DETIENE PERPLEJO FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO, ESTE PARECE “CRECER” ANTE SU MIRADA ATÓNITA. Este fenómeno es tanto más efectivo cuando el sujeto consciente ha resultado muy apabullado, ni siquiera se advierta tal “crecimiento” y, en cambio, se crea estar de improviso ante un horizonte semiótico inconmensurable. Es lo que ocurre con símbolos que representan deidades o Mitos, cuyo TAMAÑO RELATIVO con respecto a la conciencia, al esquema de sí mismo, parece extremadamente grande... y capaces incluso de aplastar a algunas mentes débiles. La actitud sacralizante, según se verá más adelante, es típica de aquellos viryas perdidos cuya voluntad resulta impotente para superar la ILUSIÓN DE TAMAÑO producida por el fenómeno de crecimiento del símbolo.
Porque, y esto hay que afirmarlo, LA RELACIÓN DE GRANDE A PEQUEÑO CON QUE UN SÍMBIOLO SAGRADO SE REFIERE A LA CONCIENCIA O ESQUEMA DE SÍ MISMO ES SÓLO UNA ILUSIÓN, UN ENGAÑO PRODUCIDO POR LA POTENCIA QUE SUS ARQUETIPOS INSUMEN EN LA EMERGENCIA. No hay, pues, símbolos sagrados “grandes” o “pequeños”, mayores o menores, superiores o inferiores, etc., sino SÍMBOLOS SAGRADOS POTENTES O IMPOTENTES PARA ACTUAR SOBRE LA CONCIENCIA O ESQUEMA DE SÍ MISMO, ES DECIR, SOBRE EL SUJETO CONSCIENTE Y EL YO PERDIDO. Vale decir, en el interior del virya, completando su totalidad psíquica, ESTÁN TODOS LOS SÍMBOLOS... Y NINGUNO ES “MAYOR” O “SUPERIOR” A LA CONCIENCIA MISMA, AL ESQUEMA DE SÍ MISMO. Es la poderosa potencia de algunos símbolos “sagrados” la que produce gran perplejidad en el Yo perdido y ocasiona la “ilusión de tamaño”.
Para interpretar correctamente la naturaleza del fenómeno es necesario recordar el origen de esa potencia subyacente en los símbolos sagrados: los mitos estructurados en los esquemas de la estructura cultural o los correspondientes Arquetipos Universales o Mitos. Es evidente entonces que, SI EL SÍMBOLO SAGRADO CAUSANTE DE LA PERPLEJIDAD DEL YO PERDIDO REPRESENTA A UN ARQUETIPO ACTUAL, SU “CRECIMIENTO” HA DE PROVENIR DEL PROCESO EVOLUTIVO EN QUE ÉSTE INTENTA DESARROLLARSE. Con otras palabras, EL “CRECIMIENTO” ES LA FORMA COMO EL YO PERDIDO PERCIBE AL PROCESO DEL SÍMBOLO SAGRADO.
Como sabemos, el proceso sólo puede ser interrumpido por la acción volitiva del Yo. Si la voluntad, por caso, no fuese suficiente, el proceso del símbolo sagrado continuará hasta la entelequia, nutriéndose para su desarrollo, durante todo ese lapso, de energía tomada de la esfera de luz; esto significa que la esfera de luz se va identificando paulativamente con la representación arquetípica del símbolo sagrado o, también, que la emergencia del mito ocupa completamente la capacidad de la esfera de luz. Recordemos, a este respecto, lo dicho en la Primera Parte: “de la potencia con que un símbolo atraviese el umbral de conciencia depende la región de la esfera de luz en la que haya de manifestarse. El símbolo I', por ejemplo, se estabiliza frente al sujeto consciente en el nivel Ψ' (ver figura 21) el nivel de estabilización de toda representación consciente se alcanza en un sólo movimiento que comienza en la estructura cultural; en la figura 21, esto significa que el símbolo I' emerge desde el plano de significación hasta el nivel Ψ ' EN UN SÓLO MOVIMIENTO, progresivo hasta Ψ y brusco hasta Ψ ': EN EL NIVEL DE ESTABILIACIÓN ACABA LA EMERGENCIA Y COMIENZA EL PROCESO”.
“La estabilidad de una representación es vivenciada por el sujeto como la “aparición” de la imagen, como un símbolo que de pronto emerge y se hace claro en la conciencia. Pero tal estabilidad no indica quietud sino que señala sólo un cambio en la actividad del símbolo: a partir de allí comienza un proceso entelequial que puede enajenar completamente la atención del sujeto a menos que éste disponga de suficiente energía, o sea, de voluntad, como para contrarestarlo” (página 147).
Sea como fuere lo efectivo es que; SI NO HAY VOLUNTAD DE SUBSTRAERSE AL PROCESO ARQUETÍPICO DEL SÍMBOLO SAGRADO, O SI ÉSTA ES INSUFICIENTE, EL PROCESO CONTINUA SU EVOLUCIÓN HACIA LA PERFEPCIÓN FINAL O ENTELEQUIA; O SEA: EL PROCESO SE ESTABILIZA. En esta conclusión de capital importancia puede advertirse que UNA RELACIÓN LUGA A LA “VOLUNTAD” Y A LA “ESTABILIDAD”: es la relación conocida alegóricamente como LEY DEL GLOBO y que puede enunciarse así: A MENOR VOLUNTAD MAYOR ESTABILIDAD DEL PROCESO.
Si se interpreta correctamente la ley del globo se comprobará que la “ilusión de tamaño” es una expresión o “medida” de dicha ley y, por lo tanto, que tal “ILUSIÓN” depende de la relación entre ambos factores: la VOLUNTAD del Yo perdido y la ESTABILIDAD del proceso. Cabe destacar, sin embargo, que LA ILUSIÓN DE TAMAÑO, COMO EXPRESIÓN DE LA LEY DEL GLOBO, DA UNA MEDIDA “INVERSA” DE LA VOLUNTAD. Más claramente: supongamos que alguien se enfrenta con la visión de un símbolo cuya potencia produce en su Yo perdido un efecto apabullante, por ejemplo, un católico impresionado de santa perplejidad ante la aparición de un corazón sangrante coronado de espinas; la ley del globo afirma, en estos casos, que si el símbolo sagrado es apreciado como “enorme”, “grande”, “dilatado”, “mayor”, “superior”, etc., tal ilusión de GRAN TAMAÑO, indica, INVERSAMENTE cuán CHICA es la voluntad. Percibir un símbolo “grande” es señal segura de una voluntad “pequeña” y, naturalmente, en el extremo de la escala, el “panteísta”, cuya visión de “Dios” abarca la totalidad de cuanto es posible ver, según la ley del globo POSEE UNA VOLUNTAD INDIVIDUAL CASI INEXISTENTE.
Se comprende ahora que, estando los tres tipos psicológicos definidos por la reacción del Yo perdido frente al símbolo sagrado emergente, será la ley del globo quien determinará el grado de intensidad con que tal reacción se haga efectiva. Es conveniente, pues, profundizar en el conocimiento de la ley del globo. Esto se conseguirá en el siguiente artículo mediante una alegoría que permitirá, también, describir analógicamente a los tres tipos psicológicos.

C – La alegoría del Sr. Aberro y el globo.
Dentro de la alegoría hay que distinguir dos momentos, caracterizados por escenas o iconos diferentes. En primer lugar, describiremos una escena y estableceremos algunas correspondencias analógicas; finalmente, observaremos la segunda escena y sacaremos conclusiones definitivas.
Dispuestas así las cosas podemos pasar a la primera escena. En ella vemos un cuarto de regulares dimensiones ocupado por el Sr. Aberro, quien se encuentra sorprendido por un suceso inesperado. En efecto, el Sr. Aberro es dueño de una garrafa llena a presión de una mezcla de gases muy valiosa, que constituye prácticamente toda su riqueza; no desea, pues, perder el gas por nada del mundo y, por eso, vigila periódicamente la válvula de venteo, asegurándose de que se encuentre bien cerrada. He aquí el motivo de la sorpresa: al mirar esta vez hacia la válvula comprueba que se encuentra abierta y que, por arriba de la garrafa, la figura heteromorfa de un globo polícromo se infla sin cesar. 
  
Frente a la aparición del globo el Sr. Aberro advierte, simultáneamente, varias cosas: que su valioso gas alimenta de modo constante la hinchazón del globo; que la policromía de su superficie cambiante le resulta muy atractiva; que, sin embargo, admira mucho más sus metamorfosis pues, aunque crece continuamente, nunca acaba de tomar una forma definitiva; etc. Y, ante una impresión de matices tan variados, y hasta contradictorios, el Sr. Aberro se detiene perplejo durante un largo instante, observando que aquel orbe neumático es (o se ha tornado) extremadamente grande.

No será dificultoso establecer los puntos análogos de una imagen alegórica tan simple. 
Así, el Sr. Aberro representa al Yo del virya perdido, perplejo frente a la aparición del símbolo sagrado
La “garrafa” equivale a un depósito de energía psíquica inconsciente y la “mezcla de gases” a dicha energía. 
Y la “válvula” corresponde al órgano, o función, por medio del cual la VOLUNTAD del Yo se manifiesta sobre el fenómeno.
Es evidente entonces que el “globo” es una figura análoga del símbolo sagrado. Si miramos bien veremos que el globo, con su continuo crecimiento, se muestra en mucho semejante AL PROCESO del símbolo sagrado. El globo, al igual que el símbolo, es al comienzo del fenómeno sólo un germen, pleno de propiedades potenciales; la válvula abierta permite que el soplo de los gases alimente al germen y desarrolle su potencia, actualizando “todas esas formas vistas por el Sr. Aberro” que no son más que “momentos” del fenómeno, “estados” o “fases” del proceso. También el símbolo sagrado, como el globo, es al comienzo del fenómeno sólo germen, es decir, puro signo potencial; el aporte nutricio de la energía psíquica inconsciente, que es “compuesta” (por arquetipos) como la “mezcla” (por gases), produce el desarrollo del germen-símbolo, cuyas propiedades se actualizan “en” la conciencia. No olvidemos en ningún momento que el proceso que estamos estudiando, la “aparición del símbolo sagrado”, es aquel por el cual “se hace consciente” un símbolo y puede ser conocido: toda relación entre el Yo y un símbolo revela un grado de conocimiento consciente, sea que el Yo abarque al símbolo con el entendimiento o que éste se yerga, “inflado” y amenazador, ante un Yo impotente.
En la primera escena es la inflación del globo el sujeto dinámico que actúa objetivamente sobre el Sr. Aberro quien, por el contrario, permanece pasivo, “perplejo”, frente al fenómeno. La segunda escena registra las posibles reacciones del Sr. Aberro que corresponden analógicamente a los tipos psicológicos. En resumen, la primera escena mostró la ACCIÓN del símbolo sagrado sobre el Yo perdido, es decir, la constitución del “acto ético fundamental”; la segunda mostrará la REACCIÓN del Yo perdido, reacción que debe interpretarse como la ACTITUD ÉTICA FUNDAMENTAL del Yo frente al símbolo sagrado y que define al tipo psicológico del virya perdido por su carácter lúdico, sacralizante o gracioso luciférico. Por motivos de claridad conviene separar la descripción de las tres actitudes típicas y presentarlas una por vez. La segunda escena viene, entonces, dividida en tres actos: I, II y III.

D – Descripción analógica de las actitudes “lúdica”, “sacralizante” y “graciosa luciférica”.
I – Actitud Lúdica.
En tanto se disipaba la perplejidad, en el alma del Sr. Aberro debatían dos sentimientos encontrados: fascinación y ATRACCIÓN por el globo polícromo, y TEMOR hacia su proceso de crecimiento. De tal conflicto resultó triunfador el último contendiente y pronto el Sr. Aberro fue dominado por un miedo más intenso, que reemplazó su perplejidad y amenazaba con convertirse en pánico. Y la reacción del Sr. Aberro fue rápida y típica, no dando tiempo a que el globo se dilatara demasiado: huyó. Pero antes de huir dio un brusco manotazo y arrancó el globo del pico de la garrafa, llevándoselo consigo hacia el rincón del cuarto en el cual se refugió.
Para el Sr. Aberro el globo se transformó así en un juguete. Claro que aquello que tenía entre sus manos no se parecía en nada al globo que antes se expandiera sobre la garrafa y le fascinara con su belleza polícroma: NO DESPUÉS DE QUE EL GAS SE ESCAPARA DE SU INTERIOR Y SE TRANSFORMARA EN UNA MEMBRANA DESINFLADA. El globo, al iniciarse el fenómeno, era un germen cuya potencia polimorfa se desplegaría bajo la presión de los gases; sin gas el globo sería sólo una cascarilla de germen. Y mientras el Sr. Aberro jugaba con aquel cadáver en la garrafa la válvula continuaba abierta, perdiéndose “venteado” aquel precioso gas que había estado alimentando al globo.

II – Actitud Sacralizante.
La “aparición” del globo causó una fuerte impresión en el Sr. Aberro. Al principio se sintió como conmocionado, helado de asombro, y, finalmente, maravillado. Tras una sucesión de estados semejantes el Sr. Aberro experimentó la convicción de que se hallaba ante una manifestación numinosa, un hecho sobrenatural, señal de una presencia divina o: la divinidad misma. En lugar de la perplejidad su Yo adoptó una actitud de contemplación extática del fenómeno; es decir: a la incertidumbre inicial sumó una pasividad aún mayor. Pero, en ese devenir, el globo continuaba creciendo continuamente, vale decir, el fenómeno se había ESTABILIZADO. Y cuando el globo fue suficientemente “grande”, para la temerosa y prudente apreciación del Sr. Aberro, éste tuvo por cierto que aquello que era tan grande y bello debía ser necesariamente superior. Y sintiendo su alma disminuida frente a tanta grandeza, encogida de fervor religioso, aniquilada por una devoción sin nombre, el Sr. Aberro efectuó el primer acto desde que presenciara el fenómeno: se arrodilló y adoró al globo de colores... Y el globo, que seguí creciendo con estabilidad, pronto fue tan enorme que acabó por ocupar todo el espacio de la habitación, adaptándose a la forma de las cosas que allí había, las cuales quedaban incrustadas en distintas partes de la superficie elástica. Y así ocurrió que el globo terminó por abrazar al Sr. Aberro, quien continuaba en su posición devota, absorbiéndolo entre los pliegues volubles y sepultándolo en lo hondo de su extraña neumática.

III – Actitud Graciosa Luciférica.
La aparición del globo sacudió el alma del Sr. Aberro como un latigazo y, de inmediato, el fenómeno le impresionó en su calidad de hecho dramático, lleno de inevitable sentido. 
La perplejidad fue abandonada ante la íntima convicción de que se debía actuar. Pero tal actuación sobre el fenómeno era presentida desde el principio como fatalmente trágica y, por eso, el Sr. Aberro SONRIÓ PARA DARSE CORAJE.
El Sr. Aberro, que observaba atentamente el fenómeno, adoptó la actitud de sonreír en el momento de actuar. Y en ese mismo momento se produjo el milagro: SU RISA CAMBIÓ EL SENTIDO DEL HECHO, TRANSFORMÁNDOLO DE “DRAMÁTICO” EN “CÓMICO”. Acto seguido, el Sr. Aberro estiró la mano y cerró la válvula, impidiendo así el paso del gas. El globo quedó “fijado” en un punto de su despliegue Y ASÍ FUE CONSERVADO POR EL SR. ABERRO, quien luego de inspeccionarlo y aprehenderlo, lo incorporó a su colección de objetos neumáticos, utilitarios, didácticos y humorísticos.

E – Vigencia de la Ley del Globo en el acto ético fundamental.
Si consideramos que la aparición del globo, el ÚNICO globo causante de las tres reacciones I, II y III, es un suceso análogo a la aparición de un símbolo sagrado frente al Yo perdido, tal como se demostró, concluiremos que los tipos descriptos en los tres actos de la segunda escena corresponden efectivamente a tipos psicológicos característicos del virya perdido. Antes de ocuparnos de tales correspondencias conviene destacar una consecuencia de carácter general, cual es la vigencia de la ley del globo. Esto es: en toda la alegoría, en efecto, tanto en la primera escena como en los tres actos, I, II y III, de la segunda, se verifica analógicamente la ley del globo: “a menor voluntad, mayor estabilidad del proceso”. Recordemos que el Yo perdido, por su esencia noológica, se manifiesta como una fuerza volitiva; por lo tanto: EL YO PERDIDO SÓLO PUEDE REACCIONAR VOLITIVAMENTE, ES DECIR, ENERGÉTICAMENTE, FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO; POR ESO LA “PERPLEJIDAD” DEL YO IMPLICA NEUTRALIDAD ENERGÉTICA, NULIDAD VOLITIVA. Así, de acuerdo a la ley del globo, cuando el Sr. Aberro se DETENÍA perplejo frente al globo, éste crecía y el fenómeno tendía a estabilizarse. En el acto II, por ejemplo, el caso en que el Sr. Aberro reduce devotamente su voluntad al mínimo, el fenómeno alcanza una estabilidad completa en su desarrollo y el globo toma un tamaño desmesurado que OCUPA LA TOTALIDAD DE SU ÁMBITO SENSIBLE: la ley del globo anticipa, entonces, que dicho “enorme” tamaño expresa de manera inversa la medida “ pequeña” de la voluntad.

F – Conclusión analógicas de la alegoría del Sr. Aberro y el globo.
Comprobada la validez de la ley del globo en la alegoría, pues la misma es propiedad del acto ético fundamental, podemos dedicarnos a examinar la tipología Aberro. Empero, acerca de la actitud lúdica exhibida por el Sr. Aberro en el acto 'I', poco es lo que cabe agregar a lo ya dicho en comentarios anteriores. Solo señalaremos que en esta imagen (acto I), como en ninguna otra, ha quedado dolorosamente de manifiesto el efecto desastroso que la degradación de símbolo tiene sobre la conciencia del jugador sacrílego. En la alegoría puede observarse claramente cómo la profanación y degradación del símbolo, representada por el manotazo y apropiación del globo, causa una mutilación en el alma, una herida psíquica por la que se “escapa” energía del inconsciente, figurada en la “pérdida de gas” de la garrafa: tal energía, fuera del control del sujeto consciente o del Yo, circula desde la esfera de sombra a la esfera de luz, brotando en el umbral de conciencia en el sitio donde estaba el símbolo sagrado emergente; no hace falta insistir en que toda clase de patologías psíquicas, y hasta la demencia irreversible, pueden ser causadas por lesiones semejantes.
Notemos también que la atención del Sr. Aberro se concentra finalmente en la cascarilla del germen-globo que tiene entre sus manos, olvidando por completo a la garrafa y al valioso gas que de ella se escapa. Este olvido equivale a la REPRESION que el yo perdido del jugador sacrílego efectúa contra el fenómeno procesual, UNA VEZ QUE HA CONSEGUIDO DEGRADAR AL SÍMBOLO SAGRADO, para interrumpir el proceso y sumergir al Arquetipo o mito nuevamente en el inconsciente. Pero, si bien lo miramos, el Yo perdido ha obrado allí como si DESTAPARA un depósito de energía psíquica del cual el símbolo sagrado era su TAPA; la represión consiste en olvidar el depósito, en “ quitarlo de la vista”, en lo posible: definitivamente; y la represión tiene éxito en este sentido: al depósito “no se lo ve más”: pero tal triunfo es altamente costoso pues el depósito, por fin olvidado, permanece indefinidamente destapado y activado para liberar la energía, es decir, ESTÁ PREPARADO PARA CONVERTIRSE EN UNA FUTURA “FUENTE OCULTA” DE PERTURBACIONES.

G – Criterio e la tipología Aberro.
Para mayor claridad de lo que sigue hay que definir un orden cualitativo en la tipología Aberro. De acuerdo a ese orden, que se fundamente en el principio hiperbóreo de la orientación estratégica, el tipo realmente “superior” es el gracioso luciférico, quien se encuentra mejor orientado hacia el Origen que los otros dos: tal tipo describe el más elevado estado espiritual que le es posible alcanzar a un virya perdido. Con este criterio ha sido ordenado el cuadro sinóptico de la figura 97 en concordancia con la sucesión de actos de la segunda escena.
Luego del primer tipo, el “gracioso luciférico”, viene en segundo orden el “tipo sacralizante”, menos orientado que le anterior pero más que el siguiente o tipo “lúdico”. Así, en último término, se ubica el tipo lúdico en la tipología Aberro, el más extraviado de todos. Los tres tipos quedan, de ese modo, opuestos de superior a inferior según el orden declarados; por ejemplo, el tipo sacralizante es “superior”, es decir, mejor orientado que el tipo lúdico, etc. El tipo gracioso luciférico, el “objetive group”, el grupo blanco contra el cual se dirige el ataque de la Sinarquía previsto en la segunda parte del plan expuesto en el artículo “O” (página 782), se halla en lo lato de la escala, como ejemplar superior a los otros dos tipos.  

H – Tipo lúdico y tipo sacralizante.
Si el tipo lúdico se caracteriza por la actitud contradictoria de TEMOR y ATRACCIÓN por el símbolo sagrado, de manera opuesta el tipo sacralizante descuella por la SUMISIÓN al símbolo sagrado y la SUBLIMACIÓN del símbolo sagrado. En un ejemplo anterior se ha señalado al acto B que describe alegóricamente al tipo sacralizante, como clara muestra de la efectividad con que actúa la ley del globo: en efecto, es característico de éste tipo la tendencia a la CONTEMPLACIÓN del símbolo sagrado, actitud que requiere, para ser plena, de la quietud del sujeto anímico, d ella pasividad extrema del alma; consecuentemente, la voluntad se ve así debilitada y reducida, y, de acuerdo a la ley del globo, el símbolo crece enormemente produciendo la ILUSIÓN de tamaño, que es una medida inversa de la voluntad. Este último efecto estuvo representado en la alegoría por la desbordante inflación del globo.
Si hablamos de ILUSIÓN estamos aludiendo a APARIENCIAS. El tipo sacralizante es, justamente, aquél cuya realidad se compone exclusivamente de apariencias. Para comprobarlo no hace falta más que atender al carácter contemplativo: la contemplación del símbolo sagrado jamás incluye su examen o inspección racional, actos a los que se juzga irrespetuosos y sacrílegos; por el contrario, aquella contemplación se contenta con el aspecto más exterior y aparente del símbolo sagrado pues considera como un favor o una merced divina cualquier conocimiento ulterior el mismo. Si penetra en el interior del símbolo sagrado, si toma contacto con su esencia arquetípica, ello no se debe a un esfuerzo por conocer, a un movimiento efectuado por el Yo perdido para llegar hasta él y atravesar el velo, e la apariencia: es el símbolo sagrado, inversamente, quien ANESTESIA al yo perdido y se expande en la conciencia, en todo semejante al globo del Sr. Aberro, absorbiéndolo en sus profundidades neumáticas.
El símbolo sagrado se revela así, al yo perdido, luego de ANESTESIARLO y FAGOCITARLO; y tal catástrofe no solo no es jamás resistida por el tipo sacralizante, sino que es tenida en alta estima, denominándosela “éxtasis sagrado”, “éxtasis divino”, “unio Dei”, etc.

I – Tipo gracioso luciférico.
Así como demostramos, en anteriores comentarios, que la actitud lúdica se origina en parte en el TEMOR a trascender los símbolos, puede demostrarse también que la actitud graciosa luciférica se fundamenta en el VALOR. Es evidente pues, que dichos tipos son OPUESTOS; sin embargo, ambas actitudes, una originada en el TEMOR y la otra fundada en el VALOR, no deben considerarse como un par de contrarios opuestos: las dos están “opuestas” pero solo como lo “superior” lo está con lo “inferior”, tal como se explicó en el artículo H.
Ahora bien, según la Sabiduría Hiperbórea, la actitud graciosa luciférica es característica de todo linaje hiperbóreo: aún el “furor berserkir”, propio de los Siddhas, no podría producirse si el Yo despierto, previamente, no hubiese adquirido una “actitud graciosa luciférica”; tampoco el virya perdido, por supuesto, podría concretar la Iniciación Hiperbórea si no adoptase la “actitud ética previa” a la aislación del yo perdido, es decir, la “actitud graciosa luciférica”. Pero, recién acabamos de afirmar que la actitud graciosa luciférica se fundamenta en el VALOR, reviste, pues, la mayor importancia indagar ¿qué significa VALOR en el acto ético fundamental, el Yo frente al símbolo sagrado, es decir, en el ámbito donde se suscita la actitud graciosa luciférica? Respuesta: “VALOR” ES LA VOLUNTAD GRACIOSA, O SEA, LA VOLUNTAD CARISMÁTICA. Para explicar este concepto hay que tener presente los términos en los que esté planteado el acto ético fundamental: el Yo perdido, PERPLEJO frente a la aparición del símbolo sagrado. En este caso el tipo gracioso luciférico es el único de los tres tipos que reconoce: a) QUE ENTRE EL SÍMBOLO SAGRADO Y EL YO PERDIDO SE HA CREADO UNA “TENSIÓN”; b) QUE TAL TENSIÓN TIENE SIGNIFICADO DRAMÁTICO. Comprender el significado dramático del acto ético fundamental es esencial porque LA “TENSIÓN” PROVIENE DE LA FUERZA PUESTA EN JUEGO POR EL ARQUETIPO TRAS EL SÍMBOLO SAGRADO PARA CAPTURAR AL SUJETO CONSCIENTE, Y AL YO PERDIDO SUBSUMIDO EN ÉL, ANESTESIARLO Y FAGOCITARLO: a este proceso del símbolo sagrado solo logra oponerse con eficacia el tipo gracioso luciférico. He aquí pues, con más detalle, la definición del concepto de valor: SOLO QUIENES HAN PERCIBIDO CONSCIENTEMENTE LA TENSIÓN DRAMÁTICA ENTRE EL YO PERDIDO Y EL SÍMBOLO SAGRADO, ES DCIR, LOS MIEMBROS DEL TIPO GRACIOSO LUCIFÉRICO, Y SE OPONEN A ELLA CON “VOLUNTAD GRACIOSA”, POSEEN VERDADERO “VALOR”. A este enunciado se lo denomina “definición noológica del valor”.
La “VOLUNTAD GRACIOSA” es la fuerza noológica que el Yo aplica contra el símbolo sagrado emergente cuando presenta una actitud graciosa luciférica, como se verá, la voluntad graciosa aporta una energía extra al Yo perdido que le permite detener el proceso del símbolo sagrado, y evitar la fagocitación de la conciencia, SUSPENDIENDO LA TENSIÓN DRAMÁTICA; por eso se llama “graciosa” a tal voluntad: porque la energía “extra” aportada es producto del Paráklito. Con esta misma “voluntad graciosa” el Iniciado Hiperbóreo o Caballero Tirodal construye la esfera Ehre en torno del Selbst.
Resulta así que el valor noológico es la voluntad graciosa manifestada por el Yo durante el acto ético fundamental. No hay que olvidar nunca este carácter INTERIOR del valor noológico, especialmente para distinguirlo del concepto vulgar de valor, que alude a un PELIGRO EXTERIOR. El “valor”, en efecto, se opone al “temor”, mas ambos actos están referidos al PELIGRO: se teme a peligro; valor es no temer a peligro. Pero en la significación vulgar el “peligro” es siempre externo u objetivo, motivo por el cual el valor se define como una CARATERISTICA DE LA CONDUCTA, un rasgo del comportamiento circunstancial. En su raíz latina, VALEO, el vocablo ya aludía a un carácter exterior u objetivo: VALEO significa “ser fuerte”, “poderoso”, “robusto”, etc.; el VALEETIS, o valiente, por ejemplo, era “el fuerte”.
Se comprende entonces que al centrar la definición del valor noológico en torno del Yo, en el ámbito interior del acto ético fundamental, nos hemos alejado demasiado del concepto vulgar del valor. El “peligro” que amenaza al Yo, la fagocitación psíquica, procede de un símbolo sagrado emergente y apenas se se deja comparar con los peligros del mundo exterior. En consecuencia, el valor necesario para enfrentar tal peligro no se puede derivar de la exterioridad del comportamiento sin que debe ser definido precisa y cuidadosamente en el terreno miso de su generación, esto es, el acto ético fundamental, el Yo frente al símbolo sagrado.
Desde luego que esta definición “interior” del valor noológico solo es válida para el tipo gracioso luciférico, un virya de linaje hiperbóreo para el cual el valor es su esencia espiritual y no un mero revestimiento psicológico o postura exterior. El furor berserkir, en el extremo de pureza sanguínea, implica un mutación completa del microcosmos, mutación que transforma toda substancia en energía resuelta, orientada hacia el Origen. La “actitud graciosa luciférica” es, pues, una actitud valiente, tanto si se la adopta para enfrentar a un símbolo sagrado emergente, como para dar el Segundo Paso de la solución de Wotan y aislar el Yo en el arquémona odal, marchando luego hacia el Origen. Ya lo hemos advertido: “entre el Yo y el Origen siempre se encuentra el Enemigo”... y “el enemigo” puede ser cualquiera de las múltiples formas del Engaño que emplea el Demiurgo. Marchar hacia el Origen implica, pues, un enfrentamiento terrible del que solo podrá salir vencedor quien lo acometa impulsado por un arrojo sin reservas, una osadía irrefrenable, audacia genial, intrepidez iluminada, atrevimiento liberador, en fin, por un VALOR irresistible que es puro fuego porque parte de la sangre pura o FANHEMA. ¡Si, en el último grado de la pureza sanguínea, el VALOR es furor berserkr, pura resolución, pura energía, puro fuego, una cólera sublime, un coraje metafísico, una flecha incandescente disparada al revés del tiempo, por sobre el espacio enemigo, hacia el Vril! Entonces, cuando el Yo-saeta culmine ESE VIAJE INTERIOR, en las fronteras del Espíritu Eterno, la libertad original estará atrás la locura de la materia y la energía Y SOLO EL VALOR SOBREVIVIRÁ EN LO ABSOLUTO... PORQUE EL ESPÍRITU HIPERBÓREO, EL “ESPÍRITU ESFERA NORMAL”, ETERNO E INFINITO, ES EL VALOR ABSOLUTO.

J – Efecto de la actitud graciosa luciférica sobre la tensión dramática.
Hemos visto que el tipo sacralizante percibe la ley del globo en forma SUBJETIVA, como “ilusión de tamaño” del símbolo sagrado. De manera análoga, el tipo gracioso luciférico percibe la ley del globo en forma ENERGÉTICA, como “tensión dramática” del símbolo sagrado. Cuando el Sr. Aberro, que ha captado la tensión dramática, ríe “para darse coraje”, ello significa que dispone de una “voluntad graciosa” para afrontar la situación. La tensión dramática, manifestación energética de la ley del globo, tiende a inmovilizar al Yo perdido CREANDO EN SU ENTORNO UN MICROCLIMA DE ANGUSTIA, VALE DECIR, UN CONTEXTO DRAMÁTICO ¿cuál es el beneficio que concede la actitud graciosa luciférica en esa circunstancia dramática? Respuesta: LA ACTITUD GRACIOSA LUCIFERICA SUSPENDE LA TENSIÓN DRAMÁTICA. Por eso el Sr. Aberro puede, tranquilamente”cerrar la válvula”, es decir, aplicar su voluntad y detener el fenómeno, es decir, interrumpir el proceso del Arquetipo, luego, sin alterarse en nada, es decir, sin que el Yo perdido resulte afectado, se dedica a inspeccionar el globo: vale decir, el Yo perdido aprehende el símbolo sagrado. Y esta actitud gnóstica, netamente espiritual, valerosa hasta la temeridad, QUE RÍE DEL PELIGRO Y TOMA LO QUE LE CONVIENE SIN PEDIR PERMISO A NADIE, es, no hace falta insistir en ello, VERDADERAMENTE LUCIFÉRICA.
Más, si la actitud graciosa luciférica suspende la tensión dramática ¿qué percibe en cambio? Respuesta: una situación cómica; graciosa pero notoriamente falsa. Ante la mirada luciférica la circunstancia dramática pierde su atmósfera trágica o angustiante y se revela, en cambio, artificiosa y ficticia. Por eso se dice que la mirada luciférica es risueña, que la risa “brilla en los ojos”; mirada que los Demonios y algunos mentecatos encuentran ofensiva pero delante de la cual el Engaño se hace patente sin remedio. ¡SI TUVIÉSEMOS EL VALOR SUFICIENTE COMO PARA MIRAR EL UNIVERSO Y REÍR CON LA RISA DE LÚCIFER VERÍAMOS COMO ESA MALDITA ILUSIÓN SE DISUELVE EN EL CAOS PRIMORDIAL!
Resumiendo, el tipo gracioso luciférico jamás asumirá la actitud lúdica o sacralizante frente al símbolo sagrado, intentando degradarlo o sumiéndose a él, sino que, inversamente, dispondrá de la posibilidad de trascenderlo y de tomar conocimiento de su esencia arquetípica. Si la potencia del símbolo sagrado es, o parece ser, demasiado intensa, hasta un grado tal que inicialmente sobrepasa la capacidad de asimilación de la conciencia, NO TEMERÁ: exhibirá en cambio una actitud graciosa luciférica que le permitirá vencer la perplejidad ante “lo grande”, suspender la tensión dramática, quebrar la ley del globo y atravesar así, valiente, orgullosa y risueñamente, los límites formales del símbolo sagrado.

K – Voluntad graciosa luciférica del virya y voluntad psicológica del pasú.
Toca ahora responder a una cuestión fundamental ¿de qué fuerza se vale la actitud graciosa para SUSPENDER la tensión dramática, que, según vimos, es de naturaleza energética? Respuesta: tal como se adelantó, la tensión dramática resulta suspendida por acción de la VOLUNTAD GRACIOSA. Sin embargo, esta respuesta no es del todo exacta pues carece de los detalles que aclaren que la suspensión de la tensión dramática es efecto de algo más que una mera oposición de fuerzas. Con más detalle, pues: la tensión dramática es una energía aplicada contra el Yo, PERO UNA ENERGÍA QUE CRECE DE ACUERDO CON EL PROCESO EVOLUTIVO DEL ARQUETIPO; a esta energía creciente se le opone la voluntad graciosa para contrarrestarla y SUSPENDERLA, Mas ELLO SÓLO SERÁ POSIBLE SI LA ENERGÍA VOLITIVA CRECE EN LA MISMA MEDIDA QUE LA TENSIÓN DRAMÁTICA. Queremos significar con esto que la voluntad es de algún modo “reforzada” por la actitud graciosa, es decir que recibe una energía extra. La suspensión de la tensión dramática no procede, pues, de la mera oposición, de una relación fisicomatemática de fuerzas, sino de un APORTE MÁGICO de energía. Merced a tal aporte la voluntad se eleva poderosamente de nivel, distanciándose de la oposición del símbolo, con lo cual la tensión dramática queda relativizada a un grado insignificante, “suspendida” en su capacidad de actuar.
El “aporte poderoso de energía”, que además no es creciente sino instantáneo, lo obtiene el Yo por VINCULACIÓN CARISMÁTICA, contacto que constituye uno de los principios de la Estrategia psicosocial. La “vinculación carismática” establece un contacto trascendente con el Paráklito que es, en verdad, quien aporta la energía extra; con respecto al Paráklito, en la página 236 se da la siguiente definición: “el “agente carismático” está perpetuamente presente en un plano “absolutamente trascendente” al mundo inmanente de la materia y se denomina Paráklito”. Pero este Paráklito no es una de las personas de la trinidad católica sino un concepto antiquísimo de la Sabiduría Hiperbórea que conviene repetir aquí: el Paráklito NO ES UN “ASPECTO” DE DIOS SINO LA VOLUNTAD DE DIOS; se entiende que la definición alude al Dios Hiperbóreo “El Incognoscible” y no al Pantocrator o Demiurgo: LA VOLUNTAD DEL VERDADERO DIOS SE DENOMINA “PARAKLITO” O VOLUNTAD GRACIOSA DEL INCOGNOSCIBLE” (página 735).
Ahora bien ¿cómo, siendo absolutamente trascendente, puede el Paráklito aportar energía, es decir voluntad graciosa, al Yo perdido? Respuesta: Lo explicaremos analógicamente, basándonos en la siguiente cita: “El Yo es capaz de controlar el proceso de los símbolos sagrados si presenta, frente a ellos, una “actitud graciosa luciférica”. Con otras palabras: cuando sobreviene la crisis subruna del sujeto consciente, el Yo orientado se encuentra APOYADO EN EL ÁNGULO RECTO DEL ARQUÉMONA Y FRENTE AL UMBRAL DE CONCIENCIA; emerge, entonces, frente a él, un símbolo sagrado que intenta desplegarse con gran potencia: si ese despliegue se concreta el Yo orientado estará nuevamente perdido; pero el Yo consigue detener el proceso, y aúyn invertir el sentido para explorar su esencia arquetípica, presentando una actitud graciosa luciférica” (página 765). A esto podemos agregar, como respuesta, que LA ACTITUD GRACIOSA LUCIFÉRICA PERMITE EL ÉXTASIS RÚNICO DEL ÁNGULO RECTO EN EL CUAL “SE APOYA” EL YO ORIENTADO: EL “ÁNGULO RECTO”, EN EFECTO, ES UNA ANTIGUA RUNA LIMITANTE LLAMADA “LA”. Y en el éxtasis rúnico, según se dijo, se manifestará el Paráklito a solicitud del Yo, aportando la fuerza irresistible y transmutadora de la Voluntad del Incognoscible: “si el Espíritu, el Selbst, el Yo, lo reclama, el Verdadero Dios se manifestará volitivamente: por eso no es posible conocer al Incognoscible sino comprobar la acción de su fuerza, que refuerza la esfera Ehre (página 735).
En síntesis, el Yo orientado, al asumir la actitud graciosa luciférica, experimenta un éxtasis rúnico que lo pone en vinculación carismática con el Paráklito, recibiendo de éste una “energía extra” que le permite suspender la tensión dramática del símbolo sagrado y reforzar su esfera de voluntad egoica Ehre. Pero, si bien el Yo recibe INTIMAMENTE la gracia del Paráklito, lo que suspende la tensión dramática es su propio acto, es decir, su VALOR, puesto que tal acto es efectuado con VOLUNTAD GRACIOSA. Y ESA ACTITUD DE VALOR, DE LA VOLUNTAD GRACIOSA, QUE SUSPENDE LA TENSIÓN DRAMÁTICA EN EL ACTO ÉTICO FUNDAMENTAL, ES “EL HONOR NOOLÓGICO”, LA ÚNICA ACCIÓN MORAL DEL VIRYA.
Contrariamente a esta voluntad graciosa procedente del Espíritu, cuyo acto es el honor, la “voluntad psicológica” del pasú es una fuerza anímica, carente de sentido ético.
La voluntad psicológica, cuya recuperación depende, entonces, de la normalización de la función orgánica alterada. La voluntad graciosa, en cambio, por ser de origen noológico, es decir, por proceder de un ser absolutamente trascendente, eterno e infinito, como el Espíritu, es independiente de los orgánicos: la voluntad graciosa del virya, del héroe, del guerrero, no sólo es potente para vender a cualquier obstáculo que se interponga en su camino sino que, ante todo, es potente para vender a sus propios Demonios interiores, a los mitos y símbolos sagrados y a las debilidades que enervan la voluntad psicológica del sujeto anímico.

L – El Paráklito, su Gracia y el Carisma.
En el artículo D, página 735, se expuso la siguiente conclusión: “En síntesis, en esto consiste la construcción de la esfera Ehre: el Yo, con actitud graciosa luciférica, debe conseguir que se manifieste el Paráklito durante el éxtasis rúnico, es decir, que coincida en el infinito actual: su presencia no brindará ningún conocimiento aparte de la Verdad de la Runa Increada, pero, en cambio, transmutará la estructura psíquica del virya creando una esfera de voluntad egoica en torno del Selbst (figura 32). La esfera Ehre cuyo contenido es una energía extra aportada por el Paráklito, se convierte así en una fuente de fuerza volitiva que el Yo consume para reforzar su propia esencia volitiva. Tal es la Gracia del Verdadero Dios: que el Espíritu revertido y encadenado no carezca jamás de la fuerza necesaria para concretar su liberación. Si la fuerza volitiva es insuficiente, el Yo dispondrá siempre de la posibilidad de RECLAMAR EL AUXILIO DEL PARÁKLITO. No obstante, su presencia transmutadora solo se manifestará a aquel virya que exprese una “actitud luciférica”, vale decir, a quien haya recibido el mensaje del Gral de Kristos Lúcifer, el Enviado de El Incognoscible, y se haya alineado en su “bando guerrero”. Sobre ese carácter AUXILIAR del Paráklito, aquí vamos a completar el concepto y a aclararlo recurriendo a su etimología; en cuanto a la referencia al “Gral de Kristos Lúcifer”, cabe advertir que dicho tema será desarrollado con detalle en el inciso “Estrategia 'O' de los Siddhas Leales”.
Paráklito es una palabra griega (παράχκητος) derivada de PARÁKLESIS (παράχκησις), llamamiento, petición de auxilio, solicitud de liberación, etc., donde se ve ya, el significado apuntado. El Paráklito es considerado así, en su origen, un “llamador de auxilio”, un intercesor o abogado por la libertad, etc. El cristianismo empleó al principio con buen tino este vocablo para designar al Espíritu Santo o Mediador Divino, concepto que se acerca bastante al de la Sabiduría Hiperbórea: VOLUNTAD-DEL-INCOGNOSCIBLE-DE-LIBERAR-AL-ESPÍRITU. Pero, luego de la nefasta alianza entre los Emperadores romanos y la Iglesia, después del concilio de Nicea y subsiguientes, se “inventó” una “trinidad divina” y se incorporó el Paráklito a los Aspectos de Jehová-Satanas, envenenando definitivamente su significado original. Sin embargo, la palabra es hiperbórea y no por degradada dejaremos de usarla cuando nos convenga, remitiéndonos siempre al concepto de la Sabiduría Hiperbórea. La misma reserva guardaremos con respecto a otras dos palabras, GRACIA y CARSIMA, igualmente violadas por la teología católica y que ahora redefiniremos.
Al Paráklito, se lo denomina AGENTE CARISMÁTICO, según se dijo. La palabra CARISMA, así como también caridad, caritativo, etc., proviene de la raíz griega CHARIS o JARIS (χαρις) que tiene, entre otros muchos, el significado de GRACIA, atractivo, encanto, belleza, hermosura, donaire, garbo, elegancia, pero fundamentalmente, don divino. Esta misma raíz dio en latín a GRATIA, de donde procede la castellana GRACIA, y gratis, gratificar, grato, etc., con las mismas acepciones que en griego. También las GRATIA, las tres Gracias Divinas, registran el mismo origen: AGLAYA “la brillante”, EUFROSINA “la alegría del corazón”, y THALIA “la florida”.
Etimológicamente, entonces CARISMA y GRACIA son palabras sinónimas. Sin embargo, para la Sabiduría Hiperbórea, ambas voces tienen un sentido levemente diferente: en CARISMA se reserva el carácter absolutamente trascendente que corresponde a la manifestación o expresión del Paráklito como AGENTE u OBRADOR DIVINO; de allí lo de “AGENTE CARISMÁTICO” como expresión del Paráklito. A GRACIA, en cambio, se la emplea para señalar la actitud del virya, cuando establece la vinculación carismática, es decir, la “actitud graciosa luciférica”.

M – El tipo gracioso luciférico participa de la Mística Hiperbórea.
Durante la actitud graciosa luciférica, entonces, el Yo establece un contacto carismático con el Paráklito. Ello sólo puede ocurrir, de acuerdo con lo visto, en coincidencia con el éxtasis rúnico, es decir, cuando el Yo coincide en el infinito actual con la Runa Increada. Este concepto permite comprender con más exactitud la definición de Mística Hiperbórea expuesta en la Primera Parte. Para ello hay que dotar al concepto de “vinculación carismática” de su significado “colectivo”; vale decir, si, por un lado, la vinculación carismática significa también el contacto de los viryas entre sí por coincidencia carismática en el “marco” de una Mística Hiperbórea”, es decir, en su “área estratégica”. Por eso la Mística se define, pagina 240, como “una FORMA sostenida por un SER llamado Carisma”. Bajo esta “forma” que, ahora se ve, no puede ser más que RÚNICA, existe un área estratégica en la que los viryas se conectan por la Sangre Pura, por el Símbolo del Origen presente en la Sangre Pura. Tal conexión, que vincula a los viryas con su “centro carismático” o líder, es también una experiencia extática denominada “éxtasis místico”: la vinculación carismática, entonces, a la vez que conecta al Yo del Iniciado con el Paráklito, lo convierte en el “centro estratégico” de una Mística y lo vincula infaliblemente con los viryas perdidos que perciben su “carisma”. “Este carisma, que poseen en alto grado lo líderes y que parece ser elemento indispensable para garantizar el éxito en la conducción de comunidades y la fundación de organizaciones colectivas perdurables, es el principio sobre el que se asienta una Mística. En efecto, una Mística Hiperbórea, o simplemente Mística, es siempre la percepción colectiva de un carisma que a su vez puede estar sustentado en la presencia de un líder visible o dimanar de un pequeño grupo de personas ocultas. Pero, cualquiera sea el caso, la vinculación carismática entre viryas siempre tiene por centro la Sangre, el Símbolo de Origen que constituye la herencia del Linaje Hiperbóreo” (página 238). “El carisma es la expresión del Paráklito o Espíritu Santo y SÓLO ES EXPERIMENTABLE SU RECUERDO a partir de la Minne sanguínea” (página 240): si este concepto es oscuro, se hará claro con sólo notar que el Símbolo del Origen, y las Runas que lo componen, sólo puede ser experimentado como RECUERDO, es decir, como el recuerdo del punto tau en la memoria de la Sangre, CUALQUIER ÉXTASIS RÚNICO IMPLICA SIEMPRE LA VIVENCIA DEL SÍMBOLO DEL ORIGEN, SU “RECUERDO”. Continúa así el párrafo de la página 240: “Esto significa hablar de una experiencia absolutamente trascendente e individual a la que llamamos ÉXTASIS MÍSTICO y a la que no es posible ni imaginar relacionada con LO COLECTIVO en cuanto este concepto alude a lo relativo a “cualquier reunión de individuos”, tal como lo define el Diccionario Sopena. ¿Qué queremos decir, entonces, al hablar de PERCEPCIÓN COLECTIVA del carisma? Respuesta: Que, “en el marco de la Mística”, las experiencias carismáticas individuales, diferentes y únicas en sí mismas, coinciden sincronísticamente en tiempo y espacio. Lo que no significa en absoluto que tales experiencias sean COLECTIVAS en el sentido con que denominamos a las EXPERIENCIAS COMUNES o fenómenos cuya percepción, una y la misma, es compartida por muchos, tales como la observación de un eclipse o la audición de una melodía”.
Según vemos, para la Sabiduría Hiperbórea “el carisma es el ser que soporta esa forma llamada Mística”; pero, “tal forma y tal ser son absolutamente trascendentes”: ¿cómo pueden ser conocidos entonces? Respuesta: No con la razón ni con ningún sujeto anímico, es decir, no son el alma, no con el corazón, etc. Sólo se puede percibir la Mística Hiperbórea con la Sangre, en ese contacto estratégico entre la Sangre y el Yo perdido que explicamos con la alegoría del Yo prisionero, cuando el Yo, desligado de toda razón, de todo instinto, “escucha el canto de A-mort de los Siddhas”. La Mística es, por otra parte, LA ÚNICA FORMA RÚNICA, VERDADERA Y ABSOLUTAMENTE TRASCENDENTE A LAS FORMAS ARQUETÍPICAS, QUE LE ES POSIBLE INTUIR A UN VIRYA PERDIDO SIN CONOCER LA SABIDURÍA HIPERBÓREA. Y ello ocurre solamente porque tal “forma rúnica” YA ES CONOCIDA por el virya, en el Origen, y guarda de ella un recuerdo en la memoria de la Sangre Pura.
La Mística Hiperbórea NO ES UN FENÓMENO DE CAMPO DE FUERZA, según se afirma en la página 238 de la Primera Parte, sino un modo sincronístico y acausal de contacto trascendente entre miembros de Linaje Hiperbóreo, viryas y Siddhas, y con el Paráklito. Ella es responsable de la vinculación carismática entre viryas y Siddhas Leales conocida como Aurea Catena o Cordón Dorado; los paúes SI se vinculan entre ellos, y con los Demonios de Chang Shambalá, MEDIANTE UN FENÓMENO DE CAMPO SEMEJANTE AL “MAGNETISMO” DE LA FÍSICA PROFANA, CAUSANDO EN VERDAD POR LOS ÁTOMOS GRAVIS DEL ESPACIO FÍSICO. Pero este grosero contacto gregario, propio de la histeria colectiva, no debe confundirse con la vinculación carismática. “El virya es un ente esencialmente dual: en su ser coexiste, junto a su naturaleza anímica, la manifestación trascendente del Espíritu, el Yo perdido que refleja en mayor o menor medida al Yo Infinito. Es decir, en el virya coexiste una naturaleza animal y una herencia hiperbórea. Cuando “despierta”, cuando la vinculación carismática del Cordón Dorado lo pone en contacto con los Siddhas Leales o con un líder y accede a las vías de liberación, entonces el Yo Infinito se manifiesta en el Símbolo del Origen, dando lugar al Selbst y a la posibilidad de proyectar desde allí el Signo del Origen SOBRE el signo del cerco, produciendo un cerco infinito. Nace así la Mística Hiperbórea, la cual no es más que un cerco infinito con un contenido carismático, un espacio estratégico: el arquémona que produce el virya como acto de guerra individual es, ciertamente, una Mística personal, en tanto que la Mística racial es sólo el caso general de aquélla, la determinación de un arquémona o espacio estratégico para la transmutación y liberación espiritual de toda una comunidad carismática” (página 298). Sinteticemos el concepto. Los tipos gracioso luciférico del virya perdido actúan, comúnmente sin saberlo, dentro de una Mística Hiperbórea. Cuando se enfrentan a un símbolo sagrado y apelan a la voluntad graciosa para suspender la tensión dramática ello es señal inequívoca de que se han vinculado carismáticamente con un líder carismático, el Führer, por ejemplo, un Siddha Leal, con Kristos Lúcifer o con Wotan, etc. En cualquier caso, el virya perdido recibe un “aporte extra” de energía volitiva directamente del Paráklito que le permite advertir graciosamente la comedia montada por el Arquetipo o el Mito y SUSPENDER la tensión dramática. El Yo perdido se ve entonces momentaneamente inundado de valor, trasmutado por la voluntad graciosa, alerta y resuelto a actuar: para detener el proceso del símbolo sagrado a la vez que trascenderlo y conocer su esencia arquetípica. Pero la “energía extra” que otorga el Paráklito no es un “contenido” del Yo perdido, ni siquiera del Selbst, sino de la esfera de Ehre, LA CUAL DEBE SER CONSIDERADA, TAMBIÉN COMO UNA “MÍSTICA PERSONAL” O FORMA RÚNICA: SE CUMPLE ASÍ EL PRINCIPIO DE QUE “EL CARISMA”, O “AGENTE CARISMÁTICO”, SÓLO PUEDE SER CONTENIDO DE UNA MÍSTICA. Es lo que sucede con el tipo gracioso luciférico: se convierte en el “centro carismático de una Mística, su esfera Ehre, que parte de él y pueda transmitirse, por vinculación carismática, a otros viryas que la perciben con la Sangre Pura. Por eso los “jefes naturales” mandan y nadie discute su mandato, todos “saben”, con la Sangre, que él es realmente superior; es el VALOR, la VOLUNTAD GRACIOSA, lo que delata su condición de Líder Carismático.
¿Por qué se participa de una Mística? Respuesta: por la Minne o memoria contenida en la Sangre Pura, por la potencia hiperbórea del linaje. De allí que carezca de sentido hablar en forma “colectiva” de los linajes hiperbóreos o suponer que sus miembros puedan encuadrarse en los patrones de la “psicología de las muchedumbres”. Son las características de los pasúes las que encajan en tales patrones, característicos, también, de las poblaciones animales: en las muchedumbres, integradas por públicos heterogéneos, las tendencias animales del pasú y la pureza de Sangre, de cada uno de los miembros, da lugar a dos hechos simultáneos y contrapuestos. Las tendencias animales producen un fenómeno colectivo de “gregarismo” o “alma grupal”; la Sangre Pura actualiza el hecho de la raza Hiperbórea al vincular carismáticamente a sus miembros en el marco rúnico de la Mística. Ambos hechos constituyen dos “principios fundamentales” en las técnicas de control social, tal como es demuestra en el “Tratado de Estrategia Psicosocial de la SS”. De manera que, “dentro de una Mística”, no existen fenómenos colectivos, de campo de fuerza, causales, etc., sino una vinculación carismática, sincronística y acausal, que relaciona directamente, virya por virya, a cada uno con su Líder y Führer. Cabe repetir, por último, que el valor, tal como lo define la Ética Noológica, como voluntad graciosa, constituye el contenido de una Mística, la esfera Ehre, y, por lo tanto, no puede ser efectivamente ocultado o disimulado: con la Sangre la raza sabrá siempre, carismáticamente, místicamente, quiénes son en verdad sus Héroes, Líderes o Jefes.
Comprobamos, pues, que la actitud graciosa luciférica, que es el grado más espiritual que puede alcanzar un virya perdido, es decir estratégicamente desorientado sobre el Origen, es también lo más cercano al despertar y a la orientación: basta la actitud graciosa luciférica para que el virya esté en capacidad de concretar los dos Pasos de la solución de Wotan o, con otras palabras, sólo el tipo luciferico está en capacidad de acceder a la Iniciación Hiperbórea. De hecho, aunque sólo sea por un momento, la actitud graciosa luciférica concede ese estado de ALERTA que, como se explicó, es característica PERMANENTE del virya despierto o Iniciado Hiperbóreo. En resumen: el tipo gracioso luciférico está a un paso del virya despierto. Y queda en claro que la Mística, tal como la ha definido, es propiedad exclusiva del tipo gracioso luciférico: que no se hable, nunca, de “mística sacerdotal” ni se confunda el “éxtasis religioso”, con el que muchos ejemplares del tipo sacralizante se conectan con el Demiurgo Jehová-Satanás, con la verdadera Mística Hiperbórea.

N – Correspondencia entre la tipología Aberro y la tipología indoaria.
Se tendrá una mejor perspectiva de la tipología Aberro si la comparamos con la antigua tipología indoaria, es decir, con la organización social que vulgarmente se denomina “sistema de castas”. En la India las castas son cuatro: la compuesta por BRAHMANES o casta sacerdotal; la de los KSHATRIYAS o casta noble-guerrera; los VAISYAS o casta de hombres libres; y los SUDRAS o casta servil. Este sistema era también muy común entre los semitas de Egipto y Babilonia. Pero ello no debe extrañar pues en realidad se trata de una herencia común atlante, ya que dicha civilización, en su última era, se hallaba organizada en base al mismo sistema.
Ahora bien, refiriéndose exclusivamente al sistema hindú, podemos decir que con cierta buena voluntad es posible relacionarlo con la tipología Aberro SI ASEMEJAMOS LOS SUDRA A LOS PASÚ E INVERTIMOS LOS BRAHMANES CON LOS KSHATRIYAS (y, en un plano trascendente identificamos a los Rishis con los Siddhas Leales, es decir, con los Señores de Agartha). En el cuadro sinóptico de la figura 98 pueden verse cotejadas ambas tipologías.
Figura 98
Lo primero que ha de sorprender será, sin duda, el hecho de que la equiparación de tipos requiere de una inversión tan importante. Sin embargo todo se aclara si afirmamos que con tal inversión no hacemos más que restituir a la casta de los Kshatriyas el sitio que les corresponde y que fuese usurpado en un pasado remoto por la casta de los Brahmanes. Se trata, ciertamente, de un cambio ocurrido en la Atlántida, que ha de durar hasta el fin del Kaly Yuga, y al que costará comprender en nuestros días debido a un prejuicio profundamente arraigado. Aludimos a la creencia generalizada en la “superioridad” de la casta sacerdotal sobre la casta guerrera, la cual no es más que otra táctica de desinformación sinárquica. Con el fin de contribuir a crear la máxima confusión en este asunto muchos autores de libros esotéricos han sostenido en el último siglo la tesis de que el mismo Kaly Yuga, es decir, el período de mayor decadencia espiritual de que se tenga memoria, no tendría otro origen que “la rebelión de los Khsatriyas”. Estos autores, entre los que hay que contar a Rene Guénon y a los teosofistas que él combatió, como H. P. Blabatzky, Rudolph Steiner, etc., obraron en apoyo de una corriente de pensamiento filosófico-esotérica atlante, de neta inspiración Shambaleana, que pretende exaltar a los Sidas de la Paz Tenebrosa como “Maestros de Sabiduría” de la Jerarquía Blanca. Ocultando su nefasta condición de Traidores originales de la Raza de Espíritus Hiperbóreos.
 
Pero la verdad es muy diferente pues, de acuerdo con la Sabiduría Hiperbórea, corresponde al cuadro sinóptico de la Tipología Aberro. Para poner las cosas en su lugar hay que disponer de ciertos datos y de una aclaración posterior. Los datos son los siguientes: en el período cristiano-luciférico de la Atlántida la sociedad se hallaba organizada en base a principios hiperbóreos antiquísimos también en cuatro castas; la jerarquía espiritual de tales castas era ésta: primero la casta guerrera, segundo la casta sacerdotal, tercero la casta ciudadana y cuarto la casta servil; no dar lugar a confusión el hecho de que también existían cuatro razas: roja, amarilla, negra y blanca, pues las tres primeras componían EN COJUNTO las tres castas y la última, blanca era numéricamente insignificante pues constituía una casta especial de CONSTRUCTORES SAGRADOS. ¿Qué ocurrió luego? En un período posterior, calificado con razón de “satánico”, los Sidas Traidores consiguieron un completo control de la civilización, destruyeron el modelo “Imperio Universal” sobre el que se hallaba organizada, y la gobernaron férreamente por intermedio de la casta sacerdotal, quien los conoció como Señores de la Faz Oscura. Para cumplir sus planes evolutivos los Sidas Traidores reorganizan la sociedad bajo el dominio de la casta sacerdotal a la que elevan a primer nivel, creando así el sistema que conocieron todos los pueblos de la Antigüedad. Salvo aquéllos que descienden directamente de los “cromagnón”, es decir, de la raza blanca atlante, o son tributarios de su sabiduría.
Hasta aquí los datos; vayamos ahora a la aclaración prometida.
Si, como afirmamos, se produjo un cambio en el orden jerárquico de las castas superiores, en el período satánico de la Atlántida, ¿es posible que tal suplantación haya durado hasta nuestros días? Y, de ser así, ¿de qué manera se instrumentó? Para hallar las respuestas hay que tocar un tema que constituye la clave de todo el engaño. En aquel tiempo los Sidas Traidores decidieron apoyar su estrategia mediante la creación de un Mito adecuado; (recuérdese que al hablar de mito aludimos a un Arquetipo Psicoideo cuya evolución se realiza en superestructuras de hechos culturales o históricos). Dicho Mito, que es responsable de la repetición del error hasta nuestros días, se denomina “Doble Poder” y ha sido representado con una pluralidad de símbolos semejantes: gémicos, LABRIS o doble hacha cretense, águila bicéfala, dos espadas, etc. Con este hecho se relaciona el párrafo siguiente, ya visto en el artículo “La resignación de Wotan”: “Por ese entonces, en el mundo, se había desatado la crisis social que acompañó al hundimiento de la Atlántida: dos de las tres castas que componían la sociedad Atlante, la casta guerrera y la casta sacerdotal, se encontraban trabadas en una guerra sin cuartel: la casta sacerdotal estaba apoyada por los Sidas Traidores y la casta guerrera por los Sidas Leales. En medio de ese conflicto vinieron a caer los objetos que soltara Freya-perdiz antes de reintegrarse nupcialmente con Wotan: el labris de esmeralda no llegó a tocar tierra pues los sacerdotes lo interceptaron en el aire y, dando muestras de gran júbilo, lo incorporaron a su propia Estrategia; desde entonces contribuye, arquetípicamente, a perpetuar la fábula de la “superioridad espiritual” que la casta sacerdotal detentaría sobre la casta guerrera” (página 708).
Vale la pena aclarar que EL TEMA del Mito era hiperbóreo, conocido en la Atlántida desde el período luciférico cuando servía de base a la organización del modelo, o vía de liberación colectiva, “Imperio Universal”; la acción de los Sidas Traidores consistió en resignar un poderoso Arquetipo Psicoideo para que operase desde el inconsciente colectivo universal en la alteración del tema tradicional. La Tradición Hiperbórea afirmaba que existen DOS PODERES que den diferenciarse en toda organización social: el Poder Espiritual y el Poder Temporal. Tales poderes guardan la siguiente oposición: el Poder Espiritual es superior –”estratégicamente superior”-al Poder Temporal. Bien: en base a esta doctrina los Sidas Traidores elaboraron el Mito Doble Poder.
He aquí el engaño: el Mito consiste en fomentar la creencia de que la casta sacerdotal debe detentar el Poder Espiritual y la casta guerrera el Poder temporal, consumado la inversión espiritual de valores. ¿Qué dice la Sabiduría Hiperbórea al respecto? Respuesta: que , por presentar los Espíritus Hiperbóreos NORMALES una “hostilidad esencial” hacia el mundo material del Demiurgo, lo que los convierte inevitablemente en una RAZA DE ESPIRITUS GUERREROS “EN” EL UNIVERSO, es la casta GUERRERA quien efectivamente entra en contacto con el Espíritu (NOUS) o Vril; y, también, que la CASTA SACERDOTAL solo puede influir sobre el alma(PSIQUE), cuerpo emocional o doble astral, del hombre, es decir, sobre entes evolutivos, energéticos, materiales, etc. Esto último se hará claro más adelante, cuando estudiemos el contorno ético del tipo sacerdotal. Es pues, la esencia misma de las castas, los alcances espirituales de su función, lo que determina que a la casta guerrera le resulta NATURAL el Poder Espiritual y a la casta sacerdotal el Poder Temporal. La inversión de castas efectuadas en la Atlántida, responsable en gran medida del famoso “hundimiento”, y la acción evolutiva del Mito Doble Poder, han creado desde entonces un conflicto permanente. Y, cada vez que la casta guerrera ha intentado, como parte de una estrategia hiperbórea de liberación colectiva, recuperar su puesto de regente del Poder Espiritual, se la ha aniquilado y calumniado….y luego los panegiristas de la Sinarquía han hablado de la “Rebelión de los Kshatriyas” y han culpado a esta casta de linaje hiperbóreo de ser “responsable del Kaly Yuga”.

O – Falacia sobre el origen evolutivo del sistema de castas.
Conviene mencionar aquí, y observar con referencia al artículo “El doble origen de la Edad de Oro” (página 372), una teoría tan ingeniosa como racionalista que generalmente se esgrime para aumentar la confusión o simplemente por ignorancia. Es la que asocia “lo solar” a la casta guerrera y “lo lunar” a la casta sacerdotal. Esta teoría, en apariencia inocente, tiene el fin oculto de explicar la “aparición del sistema de castas por “evolución”, procurando, de ese modo, negar su origen hiperbóreo. En efecto: si la casta sacerdotal es “solar” ello permite a los racionalistas esotéricos establecer una ingeniosa relación con la “Edad de Oro”; y lo mismo, si la casta sacerdotal es “lunar”: se la vincula con la “Edad de Plata”. De ese modo, dado que según las Tradiciones de la Antigüedad las Edades ocurrieron en forma sucesiva, se concluye que “primero hizo su aparición la casta solar, regia o guerrera, y luego la lunar”. Así resulta que las castas surgieron en el seno de las sociedades después de una larga evolución: primero la casta solar: miles de años después la lunar; otros miles de años más tarde, cuando las sociedades neolíticas “evolucionaron” de la vida nómada y pastoril a las comunidades agrícolas, aparecen las ciudades y con ello la casta urbana de los hombres libres, finalmente, la instauración de la esclavitud dio lugar a las clases esclavas o serviles y su casta correspondiente.
Que todo este razonamiento constituye un disparate lo prueba el siguiente ejemplo: supóngase que dentro de cincuenta mil años unos racionalistas esotéricos del futuro -¡que los va a haber!-exploren las ruinas de los Estados Unidos de Norteamérica -¡que van a existir!-. Y supóngase también que, de ese examen, concluyesen que “a aquel sistema de gobierno, llamado “Democracia”, los primitivos americanos llegaron tras una larga evolución: primero “apareció” EL PODER EJECUTIVO; luego de miles de años EL PODER LEGISLATIVO; y, miles de años más tarde, se formó EL PODER JUDICIAL”. No se crea que exageramos pues, así como en 1789 la Constitución de U.S.A. consagró los tres poderes SIMULTÁNEAMENTE, los cuales comenzaron desde entonces detentando por CASTAS RENOVABLES de hombres públicos, así en la Atlántida, durante el período luciférico, la elección de la vía “Imperio Universal” de liberación colectiva consagró SIMULTÁNEAMENTE el sistema de castas: primero la casta regia, noble y guerrera; segundo la casta sacerdotal; tercero la casta ciudadana; cuarto la casta servil o esclava. Esta es la verdad que la Sinarquía trata de ocultar o distorsionar.

P – Superioridad del tipo gracioso luciférico-kshatriya sobre los otros tipos.
Según vimos, la casta guerrera, su tipo, es naturalmente apta para establecer el contacto zoológico con el Espíritu, en tanto que la casta sacerdotal solo puede conseguir un contacto psicológico con el alma, con la parte anímica del virya. Si estudiamos el cuadro sinóptico de la figura 98, donde se ha referido la tipología Aberro al antiguo sistema de castas, no solo se hará evidente esta afirmación sino que contaremos con una irrepetible oportunidad de comprender con profundidad al tipo psicológico de la casta sacerdotal por equiparación con el tipo sacralizante.
No parecen existir dudas, en virtud de todo lo expuesto, sobre la indudable relación que liga al tipo gracioso luciférico con el tipo Kshatriya o guerrero indoario: al primero lo hemos definido recientemente como “a un paso del virya despierto o Iniciado Hiperbóreo”; y el segundo es el prototipo del guerrero Hiperbóreo; en síntesis, el virya despierto ES un Kshatriya. Por eso la casta Kshatriya, si su pureza de sangre es suficiente, debe ser considerada superior a la casta sacerdotal, toda vez que tal pureza permita a sus miembros conocer una vía de liberación para el Espíritu y conquistar el Vril.
Estando en claro la equivalencia tipo gracioso luciférico tipo Kshatriya, hay que poner de manifiesto que el “tipo sacerdotal” ES SOLO UNA FIGURA “RELIGIOSA” DERIVADA DEL TIPO SACRALIZANTE: como se verá, a este tipo corresponde también la figura del “militar profesional”. Más, si buscamos una característica típica para definir al tipo sacerdotal, lo más apropiado es comenzar a examinar el aspecto eticopsicológico de sus actos puesto que el sacerdote, no solo afecta una conducta moral, sino que es el principal productor de doctrinas morales. Atendiendo a tal carácter, es conveniente observar desde el punto de vista etIcopsicológico a los tres tipos de la tipología Aberro: es lo que se hará en el próximo inciso. Sin embargo, cabe repetir aquí que EL “TIPO SACERDOTAL”, DE LA TIPOLOGÍA INDOARIA U OCCIDENTAL, ES SOLO UNO DE LOS SUBTIPOS QUE PUEDEN DERIVARSE DEL “TIPO SACRALIZANTE”: un JOVEN COMUNISTA, por ejemplo que, con la conciencia subyugada por el mito de la Huelga General, agita a los obreros de una fábrica con la intención de que también sean capturados por dicho Mito, es otro “subtipo” clásico derivado del tipo sacralizante, un “subtipo religioso” denominado “agitador subversivo y revolucionario”; la “huelga general”, es el símbolo sagrado que ha impresionado al Yo perdido del agitador como el globo al Sr. Aberro en el acto II: debido a la ley del globo se ha creado una tensión dramática, en la conciencia, que alimenta la apariencia de que la “huelga general” es una “gran verdad”, un principio supremo por el que cabe cualquier “SACRIFICIO”, hasta “dar la vida”; el agitador, pues, es agitado a su vez por un Mito, un Arquetipo inconsciente, que no reviste rasgos religiosos sino sociales, pero ante el cual se inclina, como el sacerdote frente al símbolo sagrado, y a quien sacrifica, como aquél su voluntad psicológica; le rinde culto y agita a los demás para que compartan su certeza; los “evangeliza”, incitándolos a creer en los bienes que aportará el Mito: el “progreso económico”, la “justicia social”, la “liberación política”, el “fin de la explotación laboral”, etc.; pero todos estos “bienes” son solo imágenes de la inflación del globo, la ilusión que crea el Mito para poder seguir desarrollándose, pues la “huelga general” no trae nada semejante y, por el contrario, si se la deja “crecer” demasiado, como el globo del Sr. Aberro, acaba asfixiando todo movimiento, toda libertad, convirtiendo a la sociedad en esa estructura rígida llamada soviet. En este ejemplo, por supuesto, nos referimos al Mito Huelga General, que es metafísico, y no a tal o cual huelga concreta, que puede ser justa o injusta, del mismo modo que cuando hablamos de “la venganza de Saturno” no pensamos en el planeta de los anillos sino en un personaje Mito lógico.
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CONCLUSIONES ÉTICAS DE LA TIPOLOGÍA ABERRO
A – Filosofía y Ética psicológica.
B – Calificación eticopsicológica de los Aberro.
C – Ética psicológica del tipo lúdico y del tipo sacralizante.
D – Ética noológica del tipo gracioso luciférico.
E – Ética psicológica y gnoseología.
F – Militares y Kshatriyas.

A – Filosofía y Ética psicológica.
En la Filosofía clásica, la Ética es la rama que estudia el comportamiento moral, el cual constituye uno de sus grandes problemas. En síntesis, y simplificando muchísimo, podría afirmarse que la Filosofía se ocupa de tres grandes problemas irreductibles: el problema ONTOLOGICO, el problema GNOSEOLOGICO, y el problema MORAL. Estos problemas se refieren a un acto concreto: el hombre frente al hecho cultural, o frente a alguna cosa inclusa en el hecho cultural. En ese contexto, el problema ontológico es la interrogación por EL SER del hecho cultural o de la cosa que lo componen, es decir, ¿qué es la cosa?; según la Sabiduría Hiperbórea, la respuesta a este problema es de carácter “metafísico”. El problema gnoseológico, en cambio, interroga sobre EL MODO cómo el hombre CONOCE qué es la cosa, es decir ¿cómo sabemos qué es la cosa?; la respuesta se denomina, generalmente, “teoría del conocimiento”. El problema moral, por último, cuestiona la actitud del hombre frente a la cosa, es decir, ¿qué se debe hacer con la cosa?; tal como fue planteado el problema, el hombre referido al hecho cultural, la respuesta solo es aportada por la ÉTICA PSICOLÓGICA DE PASÚ, doctrina que también comparten los tipos lúdico y sacralizante del virya perdido.
Es obvio que los tres problemas está relacionados entre sí y es por eso que en los siguientes artículos, al adjudicar una calificación ética a los tipos Aberro, se TITULARA asimismo su comportamiento gnoseológico. Ello ayudará mejor EN GENERAL a los tipos Aberro, pues, no debemos olvidarlo, aquí se están describiendo TIPOS PSICOLÓGICOS PUROS, es decir, modelos teóricos que rara vez se ajustarán con exactitud en los casos concretos de los viryas perdidos.

B – Calificación eticopsicológica de los Aberro.
Las conclusiones de la Ética psicológica se basan en la evaluación moral del hecho cultural exterior. Para la Ética noológica, este “hecho moral” exterior solo reviste valor si se produce en el kairos del honor del virya, vale decir, si el comportamiento “moral” del virya expresa su voluntad graciosa luciférica; en cualquier otro caso, el hecho moral es considerado como un ACTO ÉTICO “GENERAL”: y un acto “general” es aquél donde “se detiene la certidumbre racional del virya”, quien solo confía en los actos específicos. Pero la tipología Aberro está definida en el curso del ACTO ÉTICO FUNDAMENTAL, “el Yo frente al símbolo sagrado”: ES EVIDENTE QUE TODA CALIFICACIÓN ETICOPSICOLOGICA DE LOS TIPOS ABERRO REQUIERE LA EQUIPARACIÓN DEL ACTO ÉTICO GENERAL, “EL HOMBRE FRENTE AL HECHO MORAL”, CON EL ACTO ÉTICO FUNDAMENTAL; “EL YO FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO”. Sin embargo, ello no es imposible si recordamos que todo hecho cultural es conocido mediante una reducción racional y la emergencia en la esfera de la luz de una representación consciente, equivalente: para equiparar ambos actos solo hay que observar LA REPRESENTACIÓN CONSCIENTE DEL HECHO MORAL FRENTE AL YO y establecer las diferencias que guarda con un símbolo sagrado.
La principal diferencia reside en el carácter “profano”, o más bien prosaico, del SÍMBOLO que representa al hecho moral en oposición al carácter especial y respetable del SÍMBOLO SAGRADO. Empero, el símbolo del hecho moral, análogamente al símbolo sagrado, intentará desarrollarse en un proceso evolutivo por impulso de los Arquetipos universales: lo que distingue a ambos símbolos, en el momento de su manifestación frente al Yo, es la “potencia activa”; el símbolo sagrado dispone siempre de potencia suficiente para enfrentarse a un Yo perplejo e intentar anestesiarlo y fagocitarlo; el símbolo del hecho moral rara vez llega a tanto, salvo en los casos en que el Arquetipo psicoideo o el Mito que sostiene al hecho cultural en descubierto e introyectado bajo una FORMA MORAL: entonces el símbolo del hecho moral en nada difiere de un símbolo sagrado pues, como éste, representa a un Arquetipo universal.
Pero hay que destacar, aquí, otra sutil diferencia: aunque tanto un símbolo sagrado como el símbolo de un hecho moral representan al mismo Arquetipo “universal”, NO SERÁN JAMÁS IDENTICOS por cuanto el símbolo del hecho moral ha de revestir siempre una forma “particular”; la potencia activa de ambos símbolos será igualmente efectiva para dominar al sujeto consciente pero diferirán en la “forma”. Más claramente: el símbolo sagrado participa directamente del Arquetipo que representa y es, por lo tanto, UNIVERSAL; su forma es idéntica a la del Arquetipo universal porque ha sido desenganchada de la serie de matrices arquetípicas del designio, esquematizadas en la Relación: el símbolo sagrado procede siempre de los conceptos tajada notados en planos de significación oblicuos y emerge SIN MODIFICACIÓN FORMAL hacia la esfera de luz; el símbolo del hecho moral, por el contrario, responde a la aprehensión del hecho cultural y representa a un COMPLEJO de elementos arquetípicos concomitantes, subestructurados, con los cuales se conforma racionalmente la IDEA PARTICULAR del hecho moral; vale decir, que en su conformación intervienen conceptos del valor particular, premisas culturales preeminentes, aserciones simbólicas, etc. Se debe distinguir, entonces, entre el carácter ESENCIALMENTE UNIVERSAL del símbolo sagrado y la propiedad de ser FORMALMENTE PARTICULAR que caracteriza al símbolo del hecho moral.
Tomando en consideración las diferencias apuntadas, vemos que es factible equiparar el ACTO ÉTICO FUNDAMENTAL, “el Yo frente al símbolo sagrado”, con el ACTO ÉTICO GENERAL, “el Yo frente al símbolo del hecho moral”. Admitiendo la validez de esa equivalencia, nuestro siguiente propósito consistirá en dilucidar de qué depende “lo moral” observando directamente la relación entre el Yo y el símbolo del hecho moral. Las conclusiones de tal dilucidación nos permitirán anticipar de inmediato cuál será la actitud ETICOPSICOLÓGICA de cada uno de los tipos Aberro ante la pregunta ¿qué debo hacer en ESTE CASO?
Ante todo recordemos que la relación entre el Yo y el símbolo viene determinada por la ley del globo: “a menor voluntad mayor estabilidad del proceso”. Pero el símbolo, en tanto que representa a Arquetipos inconscientes, es un FENÓMEN, un ser que se sostiene a sí mismo en la manifestación: como tal, posee una COPLEXIÓN que le permite actuar dinámicamente sobre el Yo. Por lo tanto, la relación que describe la ley del globo no es un mero puente tenido entre el Yo y el símbolo, una estructura estática, sino una TENSIÓN DRAMÁTICA procedente de un símbolo particular, que expresa el complejo arquetípico correspondiente al hecho cultural representado. Dicha “tensión” es, entonces, también compleja, compuesta de una pluralidad de fuerzas concurrentes en el acto, o, si se quiere sintetizar en una palabra: HETERODINA.
¿Qué implica el considerar que la tensión dramática es heterodina? Respuesta: en principio, algo evidente: que la tensión dramática afecta no una sino muchas y diferentes regiones de la esfera de luz en la que está sumido el Yo perdido. Y en segundo término, algo consecuente: que EL YO ES CAPAZ DE PERCIBIR LA TENSIÓN DRAMÁTICA DESDE MUCHAS Y DIFERENTES PERSPECTIVAS. Ya habíamos adelantado esta conclusión cuando demostramos que la relación sobre el Yo y el símbolo sagrado, determinada por la ley del globo, podía ser percibida SUBJETIVAMENTE por el tipo sacralizante, como “ilusión de tamaño”, o ENERGÉTICAMENTE por el tipo gracioso luciférico, como “tensión dramática”: justamente, esta diferente comprensión es lo que diferencia a los tres tipos de la tipología Aberro. A ESOS TRES TIPOS, YA DETERMINADOS POR SU ACTITUD FRENTE AL SÍMBOLO SAGRADO, LOS ENFRENTAREMOS AHORA AL SÍMBOLO COMPLEJO DEL HECHO MORAL PARA DILUCIDAR “DE QUE DEPENDE LO MORAL”.
La “relación” entre el Yo perdido y un símbolo complejo, la “tensión relativa”, es también compleja, heterodina, susceptible de diversas interpretaciones, según hemos visto. Por todos los aspectos que el símbolo presenta se establecerán diversas formas de su relación con el Yo; de todos los significados posibles a los que podría reducirse la tensión relativa de la relación, HAY UNO QUE ES MORAL y que necesitamos descubrir; queremos saber, ante todo, en qué términos ha sido traducida la relación para que podamos reconocer sin ninguna duda que ha asumido un carácter moral. Planteado así el problema, sin demasiadas pretensiones, se ha de considerar satisfactoria la siguiente respuesta general: CUANDO AL INTERPRETAR LA RELACIÓN ENTRE EL YO Y UN SÍMBOLO COMPLEJO SURGE PATENTE UN “PRINCIPIO DE HENEVOLENCIA” O UN “PRICNIPIO DE JUSTICIA” ENTONCES EL HECHO CULTURAL, QUE EL SÍMBOLO REPRESETNA, ES EVALUADO COMO HECHO MORAL.
La reducción a que puede sintetizarse éticamente la relación entre el Yo y el símbolo la hemos resumido en los dos principios “de benevolencia” y “de justicia” por motivos de claridad y brevedad en el desarrollo del tema, y por considerar también que toda otra virtud o principio moral pueden derivarse de ellos: por ejemplo, del primero proceden algunos principios menos básicos de obligación: el principio de utilidad, el principio de no perjudicar, el principio de no coartar la libertad de nadie, etc. Y del segundo se derivan otros, por ejemplo, la igualdad de trato y la igualdad ante la ley, etc. Otros como la caridad, valor, templanza, honradez, gratitud, consideración, etc. Pueden sin duda derivarse de los dos principios mencionados. Por todo esto es que, a tales principios de benevolencia y justicia, los vamos a denominar: PRINCIPIOS CARDINALES DE LA ÉTICA PSICOLÓGICA.
Cabe aclarar que la actitud ética es a posteriori de la perplejidad inicial es decir, de la FORMACIÓN de los tipos psicológicos. Nos preguntaremos, entonces, ¿continúa actuando la ley del globo, aún cuando la relación ha sido mentada en términos éticos? Sí. Cierto que cuando lo que se ha hecho patente es el primer principio la ley adopta la forma: “a menor voluntad mayor cantidad de BIEN implicado en el proceso”. Y si se tiene la certeza de que la relación expresa el segundo principio, la ley nos dice: “a menor voluntad mayor (más efectiva) JUSTICIA implicada en el proceso”. La ley del globo nos está indicando, así, que la inflación del símbolo es traducida por el Yo bajo el aspecto de una sutil ilusión, no figurativa esta vez sino conceptual: “el bien” o “la justicia”.
No dejaremos pasar un renglón más sin advertir que LA ACTITUD ÉTICA, TAL CUAL SE LA HA DEFINIDO AQUÍ, SOLO ES PRACTICADA POR LOS TIPOS “LÚDICO” Y “SACRALIZANTE”. Pero no significa esta aclaración que el tipo gracioso luciférico sea completamente amoral o inmoral; por el contrario, este tipo profesa la única verdadera moral: LA QUE DIMANA DE UN BIEN ABSOLUTO Y DE UNA JUSTICIA ABSOLUTA, BIEN Y JUSTICIA CONOCIDOS DURANTE EL ÉXTASIS DE LA RUNA INCREADA, LA ÚNICA VERDAD DEL VIRYA. La conducta moral del tipo gracioso luciférico está regida por el principio cardinal de la Ética zoológica y por eso excluye con GRACIA la relatividad moral producida por las ilusiones de los símbolos inmanentes a la materia y energía. En un próximo artículo se definirá con precisión la calificación ética del tipo gracioso luciférico.

C – Ética psicológica del tipo lúdico y del tipo sacralizante.
Dejando entre paréntesis por el momento al tipo gracioso luciférico podemos distinguir en la moralidad de los otros dos tipos dos actitudes manifiestamente diferentes: por una parte están los que creen que “lo moral” es un valor intrínseco del ACTO mismo que da lugar a la pregunta ¿qué debo hacer?, creencia que exige una nueva interrogación ante CADA HECHO que pueda ser calificado de “moral”; la necesidad de establecer pautas de comportamiento social ha llevado a este grupo, sin renunciar al enfoque moral sobre cada hecho concreto, a adoptar a veces una actitud mitigada y a aceptar alguna forma de NORMA universal que rija la conducta moral: pero en los dos casos, el riguroso y el atenuado, se afirma que “el bien” y “lo justo” depende de cada acto moral en particular siendo posible que un mismo hecho, ocurrido bajo circunstancias diferentes, posea un valor distinto de bien o de justicia; quienes comparten este criterio son llamados en Eticapsicológica: DEONTÓLOGOS; “deontólogos normativos” los mitigados.
Por otra parte hay quienes creen que el valor moral de un acto procede del fin a que dicho acto apunte: no se debe así calificar a cada hecho según su circunstancia sino atender a sí DE SU FINALIDAD depende que se obtenga UN MAYOR EXCEDENTE DE BIEN SOBRE MAL O UNA MAYOR JUSTICIA; en otras palabras: un acto es “bueno” o “justo”, y debe realizarse, si, y solo si, SU FINALIDAD, por encima de cualquier otra alternativa, PROMETE UN MAYOR EXCEDENTE BIEN SOBRE MAL O UNA MAS EFECTIVA JUSTICIA SOBRE LA INJUSTICIA; esta creencia se denomina en Eticapsicológica: TELEOLOGIA y admite, como en el caso de los deontólogos, varias posiciones, algunas rigurosas y otras mitigadas, es clásico, por ejemplo, distinguir si la finalidad pretendida apunta a producir un mayor bien personal o social y universal: si el fin perseguido redunda exclusivamente en un bien personal los teleólogos son llamados EGOISTAS ÉTICOS; en caso contrario, si el bien a alcanzar en el acto moral tiene un declarado fin social, colectivo, comunitario, etc., los teleólogos son conocidos como UNIVERSALISTAS ÉTICOS o, más comúnmente, UTILITARISTAS.
Con referencia a la tipología Aberro, se entiende que, debido a la tendencia a ENCUADRAR LOS HECHOS, característica de la actitud lúdica, los miembros del “tipo lúdico” atiendan al deber moral concreto, intrínseco a cada acto particular, y pueden ser calificados en su gran mayoría como “deontólogos éticos”. Los “jugadores sacrílegos”, más temerosos de asumir compromisos permanentes, y, también, más personalistas, suelen ser “deontólogos rigurosos del acto”; los “jugadores vulgares”, es decir, quienes aplican la actitud lúdica a toda suerte de actividades concretas en su vida diaria, la más de las veces simulado tan hábilmente “la seriedad” de sus actos que acaban por olvidar que en realidad no creen en lo que hacen, eligen ser “deontólogos de la norma”. Claro que, como la sociedad está constituida por una abrumadora mayoría de “jugadores vulgares” ellos son los que han acabado por imponer la “moral corriente”. Tal ética es estrictamente cultural, basada en reglas concretas de moralidad que permiten decidir, ante determinado hecho particular. “es bueno”, “es justo”, etc., y se ha insertado profundamente en la estructura orgánica de la sociedad, por ejemplo en la justicia, la cual ha sido codificada en leyes que generalmente parten de normas deontólogicas. Sin embargo, según veremos, la actividad de los teleólogos ha tenido también gran influencia sobre las normas legales de base ética. El “tipo sacralizante”, por la dependencia que adopta frente a símbolos poderosos a los cuales sacraliza y reduce a “principios cardinales”, es naturalmente teleólogo. La finalidad hacia la que se desarrolla el proceso de los arquetipos representados por los símbolos. Es decir que el “mayor excedente de bien sobre mal” es la interpretación moral de la perfección final o entelequia a la que tiende el despliegue evolutivo de los arquetipos. Pero tal entelequia o finalidad está solo en potencia tras el símbolo y, para interpretarla, reglarla, normarla y postularla, ES PRECISO CAPTARLA PREVIAMENTE, posibilidad que ya hemos visto está vedada el tipo lúdico por su actitud temerosa y no comprometida. Al tipo lúdico le resultará muy difícil soportar la presencia de los símbolos más poderosos y captarse secreta finalidad, por eso solo considera de los hechos su aspecto más aparente y exterior: PRIMA FACIE. El tipo sacralizante por su parte, si la sujeción es muy intensa, puede caer en posturas utópicas al afirmar tenazmente la primacía de las entelequias morales por sobre cualquier norma concreta de los deontólogos.
Con “símbolo poderoso” queremos significar un símbolo complejo, por ejemplo uno que represente a un hecho moral, cuya complexión le permita actuar con eficacia sobre el Yo, de acuerdo a la ley del globo. En tal situación el tipo lúdico observará PRIMA FACIE al símbolo y lo encuadrará ANTES de que la tensión crezca según la ley, es decir, antes de que “la interpretación moral de la tensión” le lleve a conclusiones insospechadas. Es que tal “interpretación moral” de la tensión dramática, en tanto que CRECE, es percibida como DEBER U OBLIGACIÓN TAMBIÉN CRECIENTE; algo que el tipo lúdico teme y evita. Por eso los “jugadores vulgares” del tipo lúdico, inmensa mayoría social, suelen mantener un contacto muy efímero con aquel símbolo complejo que actúe sobre su fibra moral, no pasando en muchos casos de una simple mirada indiferente, y, por eso también, los miembros del tipo lúdico pueden ir desde la AMORALIDAD, que es un grado inferior del comportamiento ético por parte de algunos jugadores vulgares, hasta la MORALIDAD CULTURAL NORMATIVA, producto de una obligación PRIMA FACIE por parte de los jugadores sacrílegos y algunos otros, que es el grado más alto de responsabilidad moral a que es capaz de llegar el tipo. Kant, un típico DEONTÓLOGO ACTIVISTA, trató de conciliar las distintas posiciones del tipo lúdico apelando a una triquiñuela que permite, frente al símbolo, no avanzar demasiado en la indagación de su finalidad real –con el peligro de caer en la teleología-, ni propiciar la aceptación subjetivista de que el propio punto de vista sobre lo que es bueno o justo sea el correcto, -con lo que se podría caer en el egoísmo solipsismo ético; su solución fue: “actúa siempre de acuerdo con aquella máxima de la que puedas al propio tiempo querer que sea una ley universal”. Queda así salvada la apreciación PRIMA FACIE que el tipo lúdico pueda obtener del símbolo encuadrado: basta con que el bien buscado NOS PAREZCA que es un bien común.
El tipo sacralizante, por su lado, VE CRECER la tensión en forma de obligación moral y se impone, a veces fanáticamente, de UN DEBER (HACER) que tratará luego, luego de la contemplación sacralizante, de hacer valer; no decimos QUE CUMPLIRÁ sino “que tratará de hacer valer”, y cumplir, a los demás. De ese modo los del tipo sacralizante imponen también, en muchos casos con extrema violencia, de su punto de vista teleológico al tipo lúdico inferior: desde las utopías políticas y jurídicas hasta las reglas religiosas y teológicas de creencias triunfantes, se acaban imponiendo como norma de conducta social a despecho de los del tipo lúdico y aún de luchas y conflictos entre las distintas funciones en que se divide el tipo sacralizante. La pretensión más corriente del tipo sacralizante es la exigencia de que “toda la sociedad” debe ajustar su conducta ética EN CONFORMIDAD CON UN MODELO MORAL TELEOLÓGICO, es decir, uno que promete la mejor finalidad en cuanto a bien y justicia. Pero no se trata, entonces, de una mera reglamentación, de que el hombre deba decidir su conducta frente a la pregunta ¿qué debo hacer? Valiéndose SOLO de normas morales; la pretensión va más allá al exigir que CADA individuo adopte su carácter particular en conformidad con el modelo propuesto. Los teleólogos son en este sentido intransigentes e intentan, así, forzar la imitación de sus modelos paradigmáticos, por ejemplo los marxistas a Marx, Lenin, Fidel Castro, El Che Guevara, etc.; los budistas a Buda; los musulmanes a Mahoma; los judeocristianos a Jesús-Cristo; etc. Y hasta los directores capitalistas de grandes corporaciones, a través de sus fundaciones, el control político, publicitario, la prensa, etc., tratan de medir o condicionar al ciudadano común para que se mantenga dentro de los límites del “modelo liberal”: practique “el consumo”, “la democracia”, “la competencia de mercado”, etc. En resumen: la pretensión teleológica “UTILITARISTA NORMATIVA” apunta a INFLUIR SOBRE LOS RASGOS Y DISPOSICIONES DEL CARÁCTER INDIVIDUAL, ADAPTANDO A CADA UNO SEGÚN EL MODELO EJEMPLIFICADO, PARA CONSEGUIR AL FINAL UN “BIEN COMÚN”, UNA “JUSTICIA MÁS PERFECTA”, ETC. Y esta pretensión de modelar al hombre se sobreentiende generalmente en las doctrinas teleológicas pues todo cuanto logran legislar, e insertar en la estructura organizada de la sociedad, apunta a tal finalidad: las reglas morales, que luego se transforman en normas obligatorias, proceden de “la cultura”, una cultura amansada por la Sinarquía con el barro de las doctrinas teleológicas.

D – Ética noológica del tipo gracioso luciférico.
Vamos a convenir, de entrada, en referirnos al caso más perfecto del tipo gracioso luciférico, esto es, al Iniciado Hiperbóreo o Caballero Tirodal: en ese caso ejemplar hay que pensar, cada vez que se aluda, en este artículo, al tipo gracioso luciférico.
Considerando, pues, ese caso, del Iniciado Hiperbóreo, es evidente que la Ética psicológica no conseguirá jamás definir ni explicar su comportamiento frente al “hecho moral”, es decir, frente al hecho cultural que presenta carácter “moral” para el tipo lúdico y el tipo sacralizante. ¿Por qué? Respuesta: porque ningún “hecho cultural” semejante presentará carácter moral para el tipo gracioso luciférico. Y más: ningún hecho cultural en absoluto será evaluado como hecho moral; para el tipo gracioso luciférico ni el acto ni la finalidad del acto tienen significado moral alguno, Para comprender esta respuesta debemos observar el acto ético fundamental y recordar que es la relación entre el Yo y el símbolo la que determina el carácter moral del hecho cultural representado, al ser interpretada como “principio de justicia o benevolencia”: los tipos lúdico y sacralizante, al percibir los principios cardinales de la Ética psicológica, en realidad PONEN SENTIDO moral en el hecho cultural , es decir, lo afirman como valor particular, dotan al contexto axiológico de “valor moral”, que es un valor cultural particular; pues bien, nada de esto ocurre cuando es el tipo gracioso luciférico quien interpreta la relación entre el Yo y el símbolo: la actitud graciosa luciférica le permite suspender la tensión dramática y quebrar la ley del globo: dijimos en otro artículo que entonces el virya percibe “una situación cómica, graciosa pero notoriamente falsa. Ante la mirada luciférica la circunstancia dramática pierde su atmósfera trágica o angustiante y se revela, en cambio, artificiosa y ficticia”; entonces, si lo desea, puede invertir el sentido del símbolo y aprehender su esencia arquetípica sin ser afectado por ella, debido a que en ese momento el proceso arquetípico está “detenido” puesto que la tensión está “suspendida”; pero, ¿qué pasa si el virya no desea conocer la esencia del símbolo? Respuesta: que, AL ESTAR LA TENSIÓN “SUSPENDIDA” POR LA ACCIÓN DE LA VOLUNTAD GRACIOSA, LA “RELACIÓN” ENTRE EL YO Y EL SÍMBOLO HA SIDO DISUELTA. PERO ESTA “RELACIÓN”, ESTA “TENSIÓN RELATIVA”, ES NI MAS NI MENOS QUE LA REPRESENTACIÓN DE UNA “CONEXIÓN DE SENTIDO” EXTERIOR, EL ENLACE OTORGA VALOR PARTICULAR A UN OBJETO CULTURAL, EN ESTE CASO, A UN OBJETO MORAL: SU DISOLUCIÓN IMPLICA SU NO AFIRMACIÓN EXTERIOR. EN SÍNTESIS, EL TIPO GRACIOSO LUCIFÉRICO JAMÁS PONDRÁ VOLUNTARIAMENTE SENTIDO EN LOS ENTES, COMO LO ESTIPULA EL OBJETIVO MACROCÓSMICO DE LA FINALIDAD DEL PASÚ, Y MUCHO MENSO SENTIDO MORAL: JAMÁS INTERPRETARÁ LA TENSIÓN DRAMÁTICA COMO PRINCIPIO ÉTICO Y, EN CONSECUENCIA, CUALQUIERA SEA EL HECHO CULTURAL REPRESENTADO, JAMÁS EXPRESARÍA UN VALOR MORAL QUE PUEDA SER AFIRMADO EN EL CONTEXTO AXIOLÓGICO.
Es claro, a la luz de los fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea vistos hasta aquí, que el Iniciado Hiperbóreo, con su Yo aislado en el arquémona odal, evitará en los posible “poner sentido en los entes” y cumplir, así, con el objetivo microcósmico de la finalidad del pasú. El Iniciado Hiperbóreo es indiferente a las superestructuras de los hechos culturales y, por eso, estos no pueden capturarlo: si el Arquetipo astral de un hecho cultural, por caso lograse establecer una “conexión de sentido” con el Iniciado Hiperbóreo, la misma no podría resistir ni un instante a la actitud graciosa luciférica. El Iniciado Hiperbóreo, si lo desea, puede desplazarse por el mundo siendo “culturalmente invisible”, a causa de la falta de relaciones mutuas con las superestructuras. Es evidente entonces que el Iniciado Hiperbóreo que ha eliminado las conexiones de sentido entre su microcosmos y las  superestructuras, JAMÁS AGREGARÁ “VALOR MORAL” AL CONTEXTO AXIOLÓGICO pues éste es expresión de la interpretación eticopsicológica de las conexiones de sentido, correspondientes a tensiones relativas entre el Yo y el símbolo del hecho cultural, conexiones que, en este caso, son inexistentes. Desde luego, no hará falta insistir en ello, QUE LA ELIMINACIÓN DE LAS CONEXIONES DE SENTIDO, Y SU INVISIBILIDAD CULTURAL, EL INICIADO HIPERBÓREO LA CONSIGUE PRESENTANDO PERMANENTEMENTE ESA ACTITUD GRACIOSA LUCIFÉRICA QUE SUSPENDE TODA TENSIÓN DRAMÁTICA ENTRE EL YO AISLADO Y LOS SÍMBOLOS REPRESENTADOS DEL HECHOCULTURAL, EVITANDO ASI QUE LA EXPRESIÓN EXTERIOR CORRESPONDA CON ALGUNA INTERPRETACIÓN MORAL O CULTURAL DE CUALQUIER CLASE.
Más, si el Iniciado Hiperbóreo no afirma ningún valor eticopsicológico ¿qué expresa su expresión? Respuesta: EL VALOR ETICONOOLÓGICO, VALE DECIR, EL “HONOR”, LA ÚNICA MORAL DEL VIRYA DESPIERTO. Cuando el Iniciado Hiperbóreo expresa el honor, su expresión corresponde a la voluntad graciosa manifestada por el Yo en la actitud graciosa luciférica. Y, como esta actitud es PERMANENTE, se ve claramente que EL HONOR DEL INICIADO HIPERBÓREO, que la refleja, ES TAMBIÉN PERMANENTE. IGUALMENTE, COMO NO EXISTE CONEXIONES DE SENTIDO, SE ENTIENDE QUE EL HONOR DEL INICIADO HIPERBÓREO ES INDEPENDIENTE DE TODO “ACTO” O HECHO CULTURAL . Con otros términos, el honor del Iniciado Hiperbóreo es un valor absoluto, independiente de toda determinación cultural.
Si el Iniciado Hiperbóreo no presentase una actitud graciosa luciférica “permanente”, el honor, siempre absoluto, será expresado en los momentos en que aquella sea asumida: tales momentos son los “Kairos del Honor”.
Sea cual sea el caso, actitud graciosa luciférica permanente o en un Kairos, lo cierto es que el honor es independiente del contexto y solo tiene valor para el Iniciado Hiperbóreo, que es quien lo produce: EL HONOR ES DE SÍ Y PARA SÍ, EN TODO CASO, EL HONOR ES UN VALOR QUE SE VALORIZA A SÍ MISMO.
El valor moral de la Ética psicológica depende de las relaciones entre el yo y los símbolos, y de los símbolos entre sí: por ese carácter relativo al valor moral es eminentemente lógico y admite las conocidas reducciones a formas normativas y legales. Contrariamente al valor moral psicológico, EL VALOR MORALNOOLÓGICO, EL HONOR DEL INICIADO HIPERBÓREO, NO DEPENDE DE NINGUNA RELACIÓN Y NO ADMITE FORMA LÓGICA ALGUNA: EN TODO CASO EL HONOR, QUE ES UN VALOR QUE SE VALORIZA A SÍ MISMO, CONSTITUYE SU PROPIA LEY.
EL HONOR DEL INICIADO HIPERBÓREO SE EXPRESA CON INDEPENDENCIA DE TODO CONTEXTO Y, POR LO TANTO, CARECE DE SIGNIFICADO CONTEXTUAL; NO ES NI LÓGICO NI PSICOLÓGICO, NI RACIONAL NI IRRACIONAL: ES, ESO SI, EL REFLEJO ÚLTIMO DE LO INCREADO, EL ACTO DE LA VOLUNTAD GRACIOSA Y CARISMÁTICA; SI BAJO ALGUNA FORMA SE MANIFIESTA, ESTA NO ES ARQUETÍPICA SINO RÚNICA Y SE DENOMINA “MÍSTICA HIPERBÓREA”.
EL HONOR DEL VIRYA ES LA MÁS EXTERIOR MANIFESTACIÓN DEL CARÁCTER DEL ESPÍRITU HIPERBÓREO: POR ESO, PARA LOS INICIADOS HIPERBÓREOS, EL HONOR ES LA MAYOR “VIRTUD” QUE PUEDE EXHIBIR UN VIRYA, PUES SU PRESENCIA ES PRUEBA INEQUIVOCA DE LA PRESENCIA DEL ESPÍRITU, EL HONOR, QUE ES PROPIEDAD EXCLUSIVA DEL ESPÍRITU HIPERBÓREO, REVELA EL CARÁCTER ORIGINAL DE LA RAZA ETERNA E INFINITA.
En síntesis, el Iniciado Hiperbóreo, que es un tipo gracioso luciférico, cualquiera sea el hecho cultural en el que participe o el acto que ejecute, ACTUA SIEMPRE CON HONOR: su “MORAL” no depende de ninguna ley o norma eticopsicológica sino de su voluntad de actuar, pues el honor es el acto de su voluntad, su propia ley.

E – Ética psicológica y gnoseología.
Existe, según vimos al comienzo, una estrecha relación entre el problema ético y el problema gnoseológico, entre la pregunta ¿qué debo hacer? Y la pregunta ¿qué puedo saber?. En efecto , cuando los miembros del “tipo lúdico” son deontólogos del acto, es decir que sustentan una posición rigurosa, suelen mantener puntos de vista gnoseológicos consecuentes; son: EMPIRISTAS ACERRIMOS, MATERIALISTAS, POSITIVISTAS, etc., presumiblemente debido a la secuencia: ¿qué puedo saber? Repuesta: “lo que está encuadrado y simbolizado”. Los desontólogos normativos, “moderados”, casi jugadores sacrílegos, son por su parte: CIENTIFICISTAS, TECNÓLOGOS, REALISTAS CRÍTICOS, EPISTEMÓLOGOS, LOGICISTAS, etc. Hasta un “idealista”, pero deontólogo, como Kant ya hemos visto que hace depender el valor moral del acto concreto.
Los teleólogos del “tipo sacralizante”, al afirmar el valor de la finalidad del acto por sobre cualquier otro principio, son necesariamente CAUSALISTAS desde el punto de vista gnoseológico; si son, simultáneamente, MATERIALISTAS pueden ser, entonces: DETERMINISTAS, DIALECTICOS, EVOLUCIONISTAS, TRANSORMISTAS, etc. Si sustentan, en cambio, alguna teoría ESCATOLÓGICA serán RELIGIOSOS, DEVOTOS, CREYENTES, ESOTÉRICOS, etc. Y, fundamentalmente: SACERDOTES.
Regresando al problema gnoseológico basta reflexionar sobre lo dicho para darse cuenta que toda la discusión , y los TÍTULOS que hemos asimilado a las posiciones éticas, provienen de la elección entre las siguientes alternativas: I) NO HAY NINGÚN ORDEN EN EL UNIVERSO; II) EXISTE UN ORDEN; III) PROGRESIVAMENTE SE ESTA ELABORANDO UNO. Naturalmente que al partir de cualquiera de estas premisas las respuestas a la pregunta ¿qué puedo saber? variará fundamentalmente: Según I) la respuesta puede ser: “sabremos con certidumbre hasta dónde lo accidental y contingente lo permitan”; respuesta típica de la deontología. Según II): 2podemos conocerlo todo, con absoluta certeza, en la medida que arribemos a las causas finales, respuesta clásica de la teleología. Según III) “podemos saber hasta un nivel tal que coincida con el más alto nivel de evolución del universo: ambos, el sujeto cognoscible y el objeto por conocer, deben “encontrarse” en un punto de perfección relativa, en donde se alcanzará, entonces, la máxima certidumbre posible”; respuesta característica de los evolucionistas de cualquier tipo.

F – Militares y Kshatriyas.
Hay que agregar aquí que los MILITARES DEL KALY YUGA, QUE NO OBEDECEN A LÍDERES CARISMÁTICOS Y QUE ESTAN ORGANIZADOS EN “FEURZAS ARMADAS” SIN MÍSTICA, NO PERTENECFEN A LA “CASTA GUERRERA”, NO SON KSHATRIYAS, SINO UN SUBTIPO ESPECIAL DEL “TIPO SACRALIZANTE”. La diferencia entre el “militar” y el “subtipo sacerdote” está en que, frente al símbolo sagrado, EL SACERDOTE AFIRMA LA ESENCIA (ENTELEQUIAL) POR SOBRE LA FORMA Y EL MILITAR AFIRMA LA FORMA POR SOBRE LA ESENCIA. Se comprueba, efectivamente, que tras “la forma” de los símbolos sagrados, CIRCULO, CRUZ, CORAZÓN, SERPIENTE, etc., el sacerdote siempre ve un Misterio o, en el peor de los casos, un significado trascendente o metafísico. El militar en cambio atribuye un valor superlativo a lo formal, SÍMBOLOS PATRIOS, ESTANDARTES, UNIFORMES, SIGNOS DE RECONOCIMIENTO, MAPAS, CÓDIGOS, etc., pero sin atravesar jamás el velo de la apariencia: sin trascender hacia las esenciasque sostienen a esas formas que lo atraen e hipnotizan; en fin: sin comprenderlas en absoluto. Pero, sea cual fuere EL GRADO de intensidad que el símbolo ejerza sobre el Yo del subtipo militar, de acuerdo con la ley del globo, éste acabará sometido al hechizo formal de su inflación, con la voluntad anestesiada y el alma fagocitada por “la patria”, “la bandera”, etc., es decir, arrodillado e idolatrando al “grande” y “maravilloso” globo, tal como se comportaba en la alegoría del Sr. Aberro.
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TIPOS Y PROFESIONES
A – Tipos Aberro y profesiones particulares.
B – Tipos Aberro y profesiones colectivas.

A – Tipos Aberro y profesiones particulares.
En anteriores artículos se afirmó que el “sacerdote”, exponente del tipo brahmánico del sistema de castas indoario, se deriva como “subtipo” del tipo sacralizante de la tipología Aberro. ciertamente, dentro del tipo sacralizante, hemos hecho la distinción de varios subtipos, aunque solo nombrándolos al pasar: sacerdote, militar, revolucionario social, etc. En este inciso, no solo vamos a confirmar tal distinción, sino que demostraremos la existencia de otros subtipos, todos los cuales responden en su perfil psicológico a aquel tipo que vimos en el acto II de la alegoría del SR. Aberro. Empero, cabe aclarar aquí que la clasificación en SUBTIPOS de la tipología aberro no está basada únicamente en el comportamiento interior pues atiende también a la FUNCIÓN SOCIAL que cada tipo, el lúdico o el sacralizante, cumplen en el mundo.
Expondremos sintéticamente el criterio de la Sabiduría hiperbórea para clasificar a las sociedades de acuerdo al rol profesional de sus miembros. Según este criterio, en toda consideración sociológica se ha de distinguir entre aquellas profesiones que insumen, a quienes las practican, SOLO UNA PARTE DE SU TIMEPO VITAL y aquellas otras que requieren UNA ENTREGA TOTAL Y CINSUMEN TODO EL TIEMPO VITAL DISPONIBLE. Las primeras son llamadas PROFESIONES PARTICULARES y se caracterizan porque EXISTE DE ELLAS UNA DESCRIPCIÓN COMPLETA, EN EL DOMINIO CULTURAL SOCIAL, DE MODO TAL QUE PUEDEN SER “APRENDIDAS”. Quien aprende un oficio o profesión particular está capacitado para cumplir DURANTE CIERTO TIEMPO un rol social comunitariamente reconocido; FUERA DE ESE TIEMPO SOCIAL, durante el cual el “profesional” SE IDENTIFICA CON SU PROFESIÓN, es posible vivir “la vida”, “SU VIDA”. Evidentemente el ROL PROFESIONAL es un papel de actor en el drama de la vida y, en la aceptación colectiva de que tal actuación solo deba cumplirse en un HORARIO PARTICULAR, hay que ver la mano de los JUGADORES. el tipo lúdico, en efecto, en la medida en que va logrando cierta influencia en la organización de la sociedad, TRATA DE PROTEGERSE delimitando estrictamente el contorno especial y temporal del rol profesional, ¿Protegerse de qué?: de la fagocitación que podría producir una PERMANENTE identificación con el rol profesional, el cual es en verdad una máscara, un disfraz, una apariencia que representa a un Arquetipo colectivo dominante.
He aquí un principio de la Estrategia Psicosocial: TODO ARQUETIPO COLECTIVO INCOSNCIENTE PUEDE SER HECHO CONSCIENTE “COLECTIVAMENTE” SI ES DESCRIPTO POR MEDIO DE UN SISTEMA CONVENCIONAL DE SIGNOS Y PRESENTADO A LA COLECTIVIDAD PARA SU CONOCIMIENTO. Por lo tanto “describe lo mejor posible” el modelo del rol profesional y “enmarcar temporalmente” tal rol en un “horario” es ante todo una medida de seguridad, una garantía de que “se podrá salir” del rol en algún momento, “fuera de horario”, y se recuperará la propia personalidad. Como dijimos hay que ver aquí la actitud lúdica típica: ENCUADRAR UNA SITUACIÓN DENTRO DE CIERTOS LÍMITES SEGUROS Y PLANTEARLA EN TÉRMINOS SIMBÓLICOS.
Naturalmente, el MODELO PROFESIONAL del rol, una vez descripto, queda incorporado en la esfera de sombra terrestre como “Arquetipo colectivo universal”: se torna dominante cuando consigue “capturar” a un profesional en la superestructura del hecho cultural e intenta desarrollarse a través suyo buscando concretar la entelequia de la profesión. Se corre, pues, el peligro de convertirse en un “fanático de la profesión”, un profesional “de todo tiempo”, esos “médicos apóstoles” que todos conocemos por ejemplo o los también fanáticos, pero nefastos, ejecutivos de negocios o “businessman” que, por desgracia, también conocemos y cuya dedicación a la profesión les absorve todo su tiempo e impide distinguir a dónde termina el rol profesional y adónde comienza el hombre. Pero de este peligro se salva fácilmente, es obvio, quien “respeta el horario”; separa la ida privada de la colectiva; se “olvida del rol profesional”, que ha cumplido cada día, de la misma manera que el jugador “olvida sus games” tras cada juego.
La conclusión que hay que sacar de esto es que en tanto el modelo profesional haya sido bien DESCRIPTO SIMBÓLICAMENTE, en un “plan de estudios, y ENCUADRADO, en un “horario” por ejemplo, podrá ser “ejercido” un rol profesional sin peligros, se podrá “jugar” un papel en la vida, “actuar” profesionalmente, etc. el peligro de una captura permanente por parte de un Arquetipo profesional comienza, por el contrario, cuando los límites del modelo se tornan difusos y ni la descripción es completa ni el horario es fijo. Esto ocurría por ejemplo, con os gremios de la Edad Media dentro de los cuales casi no podía distinguirse la humanidad que pudiese existir en un artesano fuera de su artesanía profesional: un CORDONNIER un zapatero, era siempre tal, en todo momento, y no cabía esperar otra cosa de él que no fuera pensar en cueros y clavos; si pertenecía a una dinastía de artesanos el nombre de su oficio quedaría adherido a su propia identidad y habría así una “familia Cordonnier” cuyos miembros podrían llamarse Pedro Cordonnier o Hugo Filscordonnier, etc. Un artesano profesional pertenecía así a una comunidad profesional de la cual rara vez conseguía destacarse: no había allí individualidad sino colectividad; estaba, en una palabra: INMERSO EN EL INCONSCIENTE COLECTIVO.
En la actualidad se ha progresado hacia el desempeño de un rol profesional que permite el desarrollo simultáneo de otras esferas de la personalidad: se puede ser profesional y a la vez individuo. A tal situación se ha llegado luego de que la sinarquía disolviera con la revolución del Renacimiento a la civilización Judeocristiana de la Edad Media. Sin embargo la individuación del hombre NO ES QUERIDA por la Sinarquía y si algo se ha avanzado en ese sentido es a costa de sus planes más que como favor de éstos. La Sinarquía pretende sólo la manifestación y colectivización completa de la humanidad; salvo, claro, a los miembros de la raza sagrada hebrea, para cuya liberación social y elevación económica se libró la mencionada revolución renacentista, además de la francesa. Pero el sistema actual está lejos de ser perfecto, toda vez que ha sido creado por el tipo lúdico y registra en su constitución el temor característico del jugador, siendo en cambio productor constante de enfermedades psíquicas: hay una neurosis clásica que padecen quienes libran una lucha inconsciente contra el Arquetipo profesional; si éste los absorbe se sienten alienados y sufren de estrés; si, según la ley del globo, el símbolo profesional les resulta más atractivo que su vida misma y no consiguen una individualidad plena, entonces descubren que no pueden abandonar la profesión, O CUALQUIER OTRO ROL QUE LOS SUSTRAIGA DE LA VIDA, sin adentrarse en un terreno oscuro y abismal: los límites del rol profesional son así los límites de la crisis; dentro de la profesión, o de un papel o disfraz cualquiera, la vida transcurre como en un juego, pero un juego tal que la falsedad y futilidad de la trama se advierte a cada instante; fuera de los roles está el vacío existencial, la angustia de la nada, de no ser nada, que los existencialistas también han mostrado y a la que no resulta fácil enfrentar. Cuando se ha experimentado la soledad no queda ya otra alternativa que abandonar todo rol, toda profesión, todo disfraz, toda máscara, TODO JUEGO, y “jugarse en serio”, haciendo VALER el Linaje Hiperbóreo, apuntando la existencia hacia la absoluta indeterminación del Vril, situando el Yo perdido en el Selbst y permitiendo la manifestación del Espíritu Eterno, trascendiendo el molde de los tipos y la trampa de los PRINCIPIOS ARQUETIPOS. Claro que para ello hace falta ser valiente a ultranza... y el valor es una mercadería escasa en los tipos lúdico y sacralizante...
En las siguientes palabras que el escritor sinarca Lanza del Basto pone en boca de su “judas” con ánimo de desprestigiar al tipo gracioso luciférico, se comprueba con claridad cual debe ser la actitud luciférica hacia el problema:
“Un loco dice: “Yo soy el tetrarca”. Otro dice: “Yo soy un cántaro”. Un tercer loco dice: “Yo soy Dios”. Y hablan, piensan, ven, como si fueran rey, cántaro, Dios. El hombre sensato dice: “Yo soy carpintero”, o “publicano”, o “mercachifle”. Y habla, piensa, ve, como si lo fuera. El hombre sensato ES UN LOCO MÁS MEZQUINO.
“Sabio es aquel que se niega a asumir un personaje, que se contenta con desempeñar el papel del hombre.”
“Puede un hombre representar un personaje cualquiera para hablar, pensar, ver, como si lo fuese. Mas por haber querido serlo sabe que no lo es.”
“Ser es el hecho de la piedra y de la mugre. Sería el hecho de Dios si éste por casualidad fuera. Pero el hombre es superior a esas cosas por su levedad. No es: pasa. Silva, ríe, piensa: pasa.”

B – Tipos Aberro y profesiones colectivas.
La segunda clase de profesiones, ejercidas casi siempre por los miembros del “tipo sacralizante”, se llaman PROFESIONES COLECTIVAS y, a diferencia de las “profesiones particulares”, insumen la totalidad del tiempo vital. También se distinguen de las primeras en que, salvo el contorno tradicional, no están descriptas totalmente, siendo más que probable que quien las profese pase inmediatamente a ser capturado por el Arquetipo correspondiente. Ahora bien, no se trata aquí de una supervivencia de costumbres arcaicas, tal como los gremios medievales, sino de una necesidad emergente de la organización social misma. Las profesiones colectivas son necesarias porque consisten en FUNCIONES ESENCIALES sobre las que se basa y estructura la sociedad; por tal motivo se procura que quien va a desempeñar un rol colectivo carezca de otra finalidad en su vida que aquélla a la que apunta su profesión; el juez: la justicia; el sacerdote: dios; el militar: la defensa o la guerra; el político: el bien social; etc. Todas estas profesiones son subtipos del tipo sacralizante y se comprende que “justicia”, “dios”, “guerra”, “bien social”, es decir, las “finalidades” a las que aspiran profesionalmente, son en realidad las entelequias de sus respectivos Arquetipos dominantes, el globo final del Sr. Aberro.
Pero, como es necesario que alguien represente esos papeles, y dado que sin ellos la sociedad no existiría, la estructura social reserva y protege los lugares, los “empleos”, que deben ser ocupados NO POR HOMBRES SINO POR FUNCIONARIOS, es decir, por quienes lleven adelante las funciones esenciales. Aunque ingresar en tales puestos implique la inmersión en lo colectivo, el desdibujamiento de la propia personalidad, la IDENTIFICACIÓN DEL YO INDIVIDUAL CON UN YO SOCIAL: el juez, cuando juzga, no habla por sí, sino por la sociedad entera; su voz es “la voz de la Justicia”. No es el Yo del cura el que absuelve de los pecados, sino “la voz de dios” que habla por él. Y cuando el militar da su discurso en el día patrio su voz es la voz de la “voz de la Patria”. Esta participación psicológica entre el sujeto individual y un “sujeto colectivo”, se produce fundamentalmente porque, a diferencia de las profesiones particulares, las profesiones colectivas no están completamente encuadradas, ni espacial ni temporalmente, según se ha dicho. El profesional del tipo sacralizante jamás sabe exactamente dónde termina el rol y dónde comienza su individualidad; cuándo habla por sí o por la sociedad, es decir, por la justicia, por dios, por la Patria, o por cualquier otro símbolo sagrado que lo haya fagocitado.
La profesión colectiva es un molde vacío con una FORMA INMUTABLE pero con una CAPACIDAD INDEFINIDA; quien ocupe ese molde queda con-formado y sólo le resta expandirse según la capacidad desconocida, pero quizá interminable de la profesión colectiva; capacidad INTERNA, como se ve, que no es otra cosa que la evolución del arquetipo: la percepción del desenvolvimiento del Arquetipo es la sensación de progreso, de “mayor capacidad”, de “elevada profesionalidad”, que experimentan los personajes colectivos. Pero es inútil buscar porque no puede existir ninguna individualidad tras esa máscara; ¿quién no oyó hablar de alguien, que “desapareció” tras el ornato de un puesto oficial? ¿y quién sería capaz de separar nuevamente en sus partes, constituyentes al hombre y al personaje social? ¿Quién buscaría, y sería capaz de encontrar, a Pérez detrás del General de Caballería Pérez? ¿o a Gómez detrás del Obispo Gómez? Además ¿quién puede suponer que Pérez deje de ser “General” durante la noche, “fuera de horario”, como el buen zapatero del barrio deja de serlo -y quien no lo crea que lleve a arreglar sus zapatos “fuera de horario” y verá cómo no tiene éxito y si, en cambio, avisa que “en tal sitio hay una conspiración subversiva” verá cómo Pérez sigue siendo General? Y lo mismo pasa con el sacerdote o el Juez -y, si los hubiese, con el rey y el noble-: son profesionales en todo momento y jamás dejarán de serlo; a menos que no lo hubiesen sido nunca y se tratase de jugadores infiltrados, que simulan desempeñar la profesión a la espera de una buena oportunidad para abandonar el juego. Pero en caso contrario, si se trata de auténticos representantes del tipo sacralizante, la entrega a la profesión será total, habrá reemplazo de la personalidad individual por un perfil psicológico, o rol colectivo, que será expresión del Arquetipo profesional. Y el profesional colectivo, como el Sr. Aberro en el acto II, será fagocitado en las entrañas de un globo demasiado hinchado, de un símbolo sagrado, Justicia, Dios, Patria, al que se adora e imita.
Sólo nos resta agregar que, en tanto los miembros del tipo lúdico que practican profesiones particulares NO INTENTAN IMPONER A NADIE SUS CONVICIONES PROFESIONALES, por el contrario los del tipo sacralizante SIENTEN EL DEBER de hacer partícipes a los demás de sus ideas y de imponerlas, tal como advertimos más atrás, aún por la fuerza. Así una sociedad verá desfilar honorables figuras de legisladores cuyos puntos de vista jurídicos y morales deben ser tenidos por paradigmáticos; y no menos augustos próceres militares, “padres de la patria” cuyas consignas geopolíticas aún resuenan y mueven a fervorosas defensas; ¿y qué decir de los santos sacerdotes cuyas vidas ejemplares han sido objeto de la admiración e imitación de generaciones enteras? Evidentemente no se trata de hombres sino de Arquetipos que evolucionan a través de los hombres... y de allí su peligro. En el vacío de humanidad que se adivina tras cada uno de esos personajes de la historia se advierte que tan inútil como es buscar individualidad en un profesional colectivo, es intentar discutir con él su punto de vista. Inútil y peligroso, lo repetimos: PORQUE CON LOS ARQUETIPOS NO SE DISCUTE; SON INHUMANOS POR NATURALEZA Y SI SE HAN APODERADO DE UN HOMBRE LO DESHUMANIZAN TAMBIÉN, TRANSFORMÁNDOLO EN UNA CÁSCARA. Con los Arquetipos sólo valen dos actitudes: o se posee suficiente voluntad para resistir su captura o se debe someter a ellos. El peligro consiste, entonces, en ser atrapado directamente por el Arquetipo, o en que un “Arquetipo personalizado”, es decir, un profesional colectivo, sospeche que nuestras ideas no son las que convienen al bien de la justicia, de la religión o de la Patria; la opción es en cualquier caso la misma: o resistir o someterse.
Pero hay que evitar caer en la creencia ingenua de que cuando nos referimos a “profesiones colectivas” lo hacemos pensando en “puestos” o “empleos” oficiales. Ya dijimos que toda profesión colectiva encubre a una función social NECESARIA por lo que no resultaría difícil extraer de tal afirmación la consecuencia ingenua de que en toda sociedad firmemente establecida y organizada, las profesiones colectivas deben NECESARIAMENTE concluir en un “puesto oficial”. La verdad es que el “puesto oficial” es NECESARIO pero no SUFICIENTE; y vamos a ver porqué: UN “PUESTO OFICIAL” ES EL “ÚLTIMO TÉRMINO” DE UNA ACCIÓN CUYO PRIMER MOVIMIENTO LO PRODUCE EL ARQUETIPO COLECTIVO. Así vistas las cosas, desde el Arquetipo, NO ES SUFICIENTE QUE ESTÉ VACANTE EL PUESTO -AUNQUE ESTE SEA NECESARIO-SINO EXISTE EL HOMBRE INDICADO PARA OCUPARLO. Por eso “la sociedad”, que consiste en una macroestructura cultural, RASTREA AL HOMBRE ADECUADO EXPLORANDO DESDE EL INCONSCIENTE COLECTIVO UNIVERSAL A CADA UNO DE SUS MIEMBROS, EXISTA O NO EL “PUESTO OFICIAL”. Una vez ubicado y capturado el candidato, cuando “su voz” sea la voz del Arquetipo colectivo y su sujeto anímico un sujeto social, SERÁ GUIADO HACIA UN “PUESTO OFICIAL” (QUE, SINO EXISTE, LO CREARÁ ÉL) DESDE EL CUAL EJERCERÁ EL PODER. Por supuesto, será el Arquetipo y no el hombre quien “ejerza el poder” puesto que tal ejercicio es sólo la expresión exterior de la evolución con que dicho Arquetipo tiende hacia la entelequia; ya lo hemos explicado en la página 368: “el hecho cultural se está desarrollando impulsado por una gran potencia, LO NOTE O NO EL OBSERVADOR, y en esa marcha hacia la entelequia la superestructura TOMA LO NECESARIO PARA SU PERFECCIÓN Y RECHAZA AQUELLO QUE LE ES INÚTIL U OPUESTO.” Para mencionar un ejemplo práctico digamos que en norteamérica no existía el “puesto oficial” de presidente hasta que Jorge Washington lo ejerció en 1789. Pero tal “puesto” fue creado como último término de una acción revolucionaria que comenzó en 1776, cuando la superestructura cultural norteamericana capturó a Jorge Washington, típico militar sacralizante, como “hombre del destino” y lo impulsó hacia la cima del poder. Y que nadie ponga en duda que cuando Jorge Washington hablaba, o pensaba era EE.UU. naciente, su Arquetipo colectivo, el que hablaba o pensaba por él.
Para asimilar mejor cuanto se ha expuesto sobre la relación entre “tipo lúdico” y las “profesiones particulares” por un lado y el “tipo sacralizante” y las “profesiones colectivas” por otro, hemos preparado en la figura 99 un cuadro sinóptico en el que puede encontrarse la información resumida.
Figura 99

(FIN DEL TOMO 8)
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LO QUE SEGUIRÍA:
NOVENO TOMO: POSIBILIDADES DE LA VIA TANTRICA.
A – Kaly, el Kaly Yuga y el sexo de los Espíritus Hiperbóreos.
B – El Tantra Yoga.
C – La “vía húmeda” del Tantra Yoga.
D – El secreto de Kundalini.
E - La Estrategia Hiperbórea de los Cátaros del siglo VIII.
F - El peligro del Tantra Yoga.
G - La Prueba de Familia.
H - Una clase especial de conexión de sentido: los sistemas reales afectivos.
I - Captura mutua en la superestructura del hecho familiar.
J - Aplicación de la Prueba de Familia.
K - Evaluación de la Prueba de Familia.
L - Reducción de los sistemas reales afectivos.
M - Método de “Identificación Recíproca”.

TOMO 10: TANTRA OCCIDENTAL DE LA SABIDURIA HIPERBOREA
A – Cuándo no se debe seguir la vía tántrica.
B – La decisión tántrica del virya occidental.
C - El Ritual de los Cinco Desafíos.
D – El Desafío del Vino.
E – El Desafío de la Carne.
F – El Desafío del Pescado.
G – El Desafío del Trigo.
H – El Desafío del Maithuna.
I – Mujer Eva y Mujer Kaly.
J – Ejecución del Ritual de los Cinco Desafíos.

TOMO 11: ESTRATEGIA “O” DE LOS SIDHAS LEALES.
A - El Gral: acto de guerra de Kristos Lucifer.
B - Poder del Gral.
C- Reacción del Demiurgo contra el Poder del Gral.
D - La “Raza Sagrada” Hebrea”.
E - Efecto social de la Estrategia 'O'.
F - Jesús Cristo, imitación demiúrgica de Kristos Lucifer.
G - Las tablas de la Ley, las Kábalas y los Druidas.
H - Analogías entre la Estrategia 'O' y la vía de la oposición estratégica.
I - Chang Shambalá, morada de los Siddhas Traidores.
J - El Valhala de Agartha, morada de los Siddhas Leales.
K - Comentario sobre la Runa de Oro o Signo del Origen.
L - El Gral como “Tabula Regia”.
M - Mesías hebreo y Mesías imperial.
N - Estrategias históricas A1 y A2 de los Siddhas Leales.

TOMO 12: FUNDAMENTOS DE LA RÚNICA NOOLÓGICA .
A – Rúnica Noológica y Kábala Numeral.
B – Los Guardianes de la Sabiduría Lítica.
C – Conceptos de “psicoregión”.
D – Concepto de “isla psicoidea”.
E – Labor megalítica del hombre de Cromagnón.
F – Megalitos y Runa Svástika.
G – El arsenal lítico de la Rúnica noológica.
H – Estrategia Druídica.
I – Revolución cultural druídica.
J – Nociones de Corología Esotérica.
J1 – Efecto geocrónico sobre “Kaly exterior”.
J2 – Determinación corológica de la Ruta del Kaly Yuga.

TOMO 13: CONCEPTOS COMPLEMENTARIOS DE LA SABIDURÍA HIPERBÓREA.
A – Hiperbórea y los Hiperbóreos.
B – Desplazamiento verdadero de los hombres de Cromagnón.
C – Estrategia del Führer.
D – Israel, chakra terrestre.  
E – La misión de los Mongoles en la Historia.
F – Estrategia hebrea de Cristóbal Colón.
G – Misión de Sudamérica en la Historia. 

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